El aprendizaje servicio es una metodología educativa con incidencia social. Lo es porque los jóvenes aprenden realizando una actividad de servicio útil a la comunidad. Pero esto no significa que con el aprendizaje servicio se puedan solucionar los problemas que tiene planteados la sociedad: no es su objetivo, ni tiene ninguna posibilidad de conseguirlo. El aprendizaje servicio es una propuesta educativa que ni quiere ni puede sustituir a lo que corresponde hacer al Estado a través de la acción de los servicios públicos.
Lo recordamos porque con demasiada frecuencia se oyen voces que, con la voluntad de desmantelar el estado del bienestar, defienden que la responsabilidad de satisfacer las necesidades personales y sociales debe recaer en la familia o en instituciones de los ámbitos de la cooperación, la caridad, el voluntariado o la iniciativa privada. Nos parece una pésima forma de proceder. No porque la familia y las demás instituciones no realicen una tarea a menudo encomiable, sino porque este camino sólo provoca el debilitamiento de los servicios públicos y la amplificación de las diferencias entre quienes pueden pagarse prestaciones de calidad y quienes quedan en manos de unos servicios públicos insuficientes, o simplemente en manos de la compasión. Los servicios públicos son un bien común a reforzar, y las familias y entidades sociales también, pero cada uno en el ámbito de acción que le es propio.
A pesar de lo dicho, debemos destacar la aportación del aprendizaje servicio cuando, por ejemplo, se evalúa el impacto de la acción de los jóvenes en las campañas de donación de sangre, en los programas de refuerzo de la lectura, en la formación en competencias digitales de los mayores o en otras acciones similares. Muchas acciones pequeñas pueden producir un notable resultado y, para la persona que recibe la ayuda, una acción puntual puede ser determinante. Estas constataciones no significan que el aprendizaje servicio puede asumir las responsabilidades de los servicios públicos, muestran únicamente la fuerza del compromiso de los chicos y chicas.
La primera razón de ser del aprendizaje servicio no es el volumen del servicio realizado sino su capacidad para afilar la conciencia cívica de los participantes. Alcanzar esta conciencia cívica supone vivir la experiencia y también reflexionarla. El aprendizaje servicio proporciona a los protagonistas al menos tres adquisiciones de relieve: valorar la relación de cuidado siempre presente en el servicio; descubrir la idea de justicia que reclaman las necesidades sociales y mostrar que la acción común apodera a los protagonismos y les permite introducir cambios positivos en la realidad.
El aprendizaje servicio ofrece la experiencia de cuidar a alguna persona en particular o, de forma más amplia, de cuidar una realidad que al final repercutirá en beneficio de los miembros de la comunidad. El cuidado destaca el vínculo entre quien da y quien recibe la ayuda. Además, requiere activarse en favor de una causa: moviliza las manos, el corazón y el cerebro en un acto de ayuda directa, cálida y gratuita. El cuidado es sensibilidad, empatía, dedicación y responsabilidad en quien ayuda y agradecimiento en el ayudado. Darse cuenta de todo esto durante el servicio no siempre es fácil, pero pensarlo, darle nombre y destacar su importancia para la vida humana son aspectos que facilita la reflexión pausada en la experiencia de aprendizaje servicio.
Pero junto a la experiencia del cuidado, el aprendizaje servicio también ilumina la idea de justicia. A menudo, las actividades de aprendizaje servicio se enfrentan a realidades con carencias, necesidades perentorias, limitaciones o situaciones indignantes. Como hemos dicho, en muchas de estas situaciones el aprendizaje servicio no puede solucionar el problema, no le corresponde, pero puede paliarlo en alguna medida y contribuir a formar la idea de justicia en los participantes. Ante una situación de injusticia, no es suficiente quedarse en la acción de servicio, es necesario ir más allá y darse cuenta de las causas que la provocan y de la necesidad de las acciones políticas que habría que emprender para solucionarlas de verdad, acciones que a menudo atacarían intereses que no son fáciles de remover. De momento, a la reflexión le corresponde la tarea de formar la conciencia crítica y el compromiso de los protagonistas, así como transmitir la idea de justicia.
Dado que las situaciones de injusticia no permiten a los protagonistas del aprendizaje servicio una acción sociopolítica que las corrija en profundidad, puede crecer la sensación que no hay nada que hacer y que es imposible mejorar en profundidad la realidad. Para hacer frente al peligro de desánimo de nuevo conviene apelar a la reflexión que debe mostrar que uniéndose y cooperando pueden introducirse cambios reales, cambios que en este momento quizás serán paliativos, pero que muestran el camino para conseguir otros más profundos en el futuro. Además, lo logrado con las fuerzas limitadas de los escolares, puede convertirse en un símbolo, en una demostración esperanzada de que por este camino es posible avanzar hacia un futuro mejor.
En resumen, el aprendizaje servicio es una metodología educativa con impacto social, aunque no permite sustituir las prestaciones del estado del bienestar, pero que puede introducir mejoras significativas y que, por encima de todo, puede crear reflexivamente una aguda conciencia de la importancia de las relaciones de cuidado, de la idea de justicia y de la acción común para intervenir en la vida pública.