La vacuna es el viaje. Nos lo enseñan hoy día –en cada reflexión y en cada relato– nuestros reporteros, escritores y cronistas. El viaje es antídoto y cura. Es la verdadera escuela; la mejor universidad. El viaje, sana. Nos ayuda a olvidar y nos sirve también para recordar. Lo fantástico y lo duro de aquello que vimos y vivimos. El viaje es recuerdo. Es ilusión y es melancolía. Viajamos a lugares. Pero también viajamos al otro. Algunos viajan para buscar lo que nos distancia. Otros lo que nos asemeja. Y tal vez, de este modo, descubrimos que quizás somos iguales en las diferencias.
Así lo creímos cuando creamos el Anuario de viajes: Tendencias del sector turístico. Jóvenes, redes sociales y nuevas formas de viajar. Era necesario reflexionar sobre el viaje y el viajar. El dónde, el qué, el quién y el con quién, el para qué y, especialmente, el porqué de nuestros viajes. Desde el Máster de Periodismo de Viajes de la Universidad Autónoma de Barcelona, con el apoyo del Gabinete de Comunicación y Educación –grupo de investigación de la UAB– y de la aseguradora IATI decidimos crear un proyecto que cada año hiciera balance y esbozara una previsión. «Construimos» (en el preciso sentido de esta palabra: «edificar todos juntos, crear») un proyecto que fuera un crisol de voces y miradas alrededor del viaje y del viajar. La crisis planetaria del coronavirus nos obligó a repensar el viaje y a redefinir y reforzar el viaje a la otredad.
Crisis significa decidir. Es decir: analizar o estudiar algo para emitir un juicio. De la palabra crisis viene la palabra criterio. Las crisis nos invitan a la reflexión. Esto es: generan (o al menos, así debería ser) análisis y razonamiento. La vacuna era el viaje. Sin embargo, desde aquella crisis la gente desconfía. El planeta padeció el golpe de un virus maldito. Y se preparó para una crisis sin precedentes. Recuperar la esencia de ese verbo mágico es clave: viajar. Y lo que con él viaja: solidaridad, alteridad, compañerismo, curiosidad, ilusión, aprendizaje, cultura… Quizás esta vez será igual. La vacuna también será el viaje.
La crisis del coronavirus nos situó a todo el planeta —y lo va a situar todavía más— en un metafórico y literal «kilómetro cero». No fue solo una crisis sanitaria. El virus alimentó una oleada de miedo «al otro»; un tsunami de desconfianza; un confinamiento preventivo. El sector turístico y el mundo de los viajes no podrán ser iguales. Necesitamos comunicar mucho, educar mucho e impulsar una nueva pedagogía del viaje y del viajar. Para convencer a una población que ha visto que existe un enemigo invisible que recorre rápidamente el mundo; que lo seguro es quedarse en casa y que la precaución viene de no acercarse al desconocido, los viajes no pueden ser iguales. La clave puede estar en el prefijo «re». El mismo que indica «repetición», «aumento», «movimiento hacia atrás». Son tiempos de (re)vivir, de (re)ajustar, de (re)inventarse y de (re)aprender. En este kilómetro cero del mundo viajero, para ir adelante, tuvimos y tendremos que retroceder. Volver a la esencia, al principio. El avance y la salida, paradójicamente, vendrán de un retroceso, de un retorno, de un movimiento hacia atrás.
(Re) Vivir: Escribía hace unas semanas el gran maestro Martín Caparrós en su cuenta de Twitter: «Creo que estamos viviendo los momentos más extra-ordinarios, más a-normales de nuestras vidas en sociedad. Creo que vale la pena vivirlos —sufrirlos, disfrutarlos— con todos los sentidos bien abiertos. Años y años seguiremos pensándolos, contándolos: viviéndolos». Todo el planeta quedó paralizado por el avance demoledor de un nuevo virus que nunca antes había sido detectado en humanos. Economías paralizadas. Edificios, calles, plazas y avenidas desiertas. La gente confinada en sus casas; adherida a unas pantallas conectadas a internet. Y seguramente (ojalá) replanteándose muchas cosas vividas y no vividas. Aquellas que hicimos. Recuperando recuerdos. Pero también aquellas que no valorábamos, que parecían no tener importancia. El aire libre, el movimiento, el sol, el camino de casa al trabajo. Todo o casi todo sometido a un hondo replanteamiento. Y todos —o casi todos— reaprendiendo a vivir.
(Re) Ajustar: Añadía días después Caparrós: «Quizás estos días en que vivimos con tanto menos nos convenzan de que podemos vivir con tanto menos: que la locura de la producción y el consumo en crecimiento constante nos desastra». De repente, todo era más reducido. De golpe, nos adaptamos a una vida con menos espacio (¿con menos tiempo?) y con menos «cosas». Y en esos metros cuadrados donde uno —meses— antes aseguraba vivir (el hogar, la casa, la vivienda) nos encontramos con «el otro» (tan cercano y tan desconocido) y también con nosotros mismos. Mientras tanto, las pantallas nos mostraban un mundo herido y moribundo: hospitales saturados, supermercados vacíos, políticos desorientados, ciudades aisladas, países amurallados. Y otra vez, Martín. El cronista nos recordaba que «hay muchos países donde el confinamiento no es un sacrificio sino un privilegio». El viaje que viene es un periplo de ajustes y de reajustes.
(Re) Inventarse: Me contaba ayer Pere Ortín, impulsor junto a Pep Bernades de Altaïr –la mejor librería de viajes (¿del mundo?)– y director del magazine Altaïr, que dedicaba estos días a leer, escribir y ordenar (datos e ideas). Y especialmente a imaginar escenarios. «Pelearemos hasta el final y, si todo va mal –me contaba–, pues haremos otras cosas que sabemos hacer». No se lo dije esta vez (sí otras), pero su librería –con más de 60.000 títulos y especializada en guías, mapas y documentación para viajes– es el espejo donde mirarse. No solo por el lugar. También por la filosofía del equipo humano que integra esa librería convertida ora en biblioteca; ora en punto de encuentro; ora en foro de reflexión e ideas. Su forma –rigurosa, ética y creativa– de entender el viaje constituyen un buen ejemplo en estos tiempos donde el viaje será otra cosa. A todos los que integramos –desde posiciones, tareas y roles muy diversos– el mundo de los viajes y el turismo nos toca reinventarnos.
(Re) Aprender: Para volver a empezar tendremos que reaprender. Escuelas, universidades, medios de comunicación, agencias de viajes, guías, librerías, editoriales, hoteles… Todos son actores decisivos. Y necesitamos, entre todos, impulsar una gran iniciativa formativa que divulgue, sensibilice y enseñe –otra vez– a nuestros conciudadanos la esencia y las propiedades del viajar. Lo explicó bien Thomas Stearns Elliot: «Recorrer muchas carreteras. Volver a casa. Y verlo todo como si fuera la primera vez». Cultivar la curiosidad, la capacidad de asombrarse y el arte de mirar. El reto ahora no puede ser coleccionar países. Necesitamos ir más allá. Después de la tormenta, nos espera el kilómetro cero.
Partiendo de estos desafíos, desde el Gabinete de Comunicación y el Máster en Periodismo de viajes, impulsa el proyecto “Los caminos del encuentro. Cartografía de rutas temáticas para la recuperación del patrimonio histórico de las confesiones religiosas de España – Un viaje del ayer al hoy” (código PC-21-0084), impulsado por la Fundación Pluralismo y convivencia. La iniciativa tiene como objetivo principal producir una cartografía de rutas temáticas destinadas a la recreación de itinerarios culturales a partir del patrimonio histórico de las confesiones religiosas y comunidades del territorio peninsular. La iniciativa concibe el viaje como una herramienta y una plataforma divulgativa, sensibilizadora e informativa vital para promover el conocimiento y el acomodo de la diversidad religiosa en un marco de diálogo, fomento de la convivencia y lucha contra la intolerancia y el discurso de odio. Las rutas propuestas conectarán con lugares, edificios, personajes históricas y episodios de gran valor formativo. Desde el pluralismo religioso, el legado histórico y cultural, la empatía y la alteridad, creemos que el diálogo es también un viaje (cada vez más necesario y urgente).
Posdata: Texto desarrollado a partir de las reflexiones de Santiago Tejedor recogidas en el Anuario de viajes: Tendencias del sector turístico. Jóvenes, redes sociales y nuevas formas de viajar.