Pensar los viajes
Desde el Máster en Periodismo de viajes (http://www.gabinetecomunicacionyeducacion.com/es/formacion/master-en-periodismo-de-viajes) que organiza el Gabinete de Comunicación y Educación de la Universidad Autónoma de Barcelona trabajamos en la búsqueda de nuevas miradas hacia el viaje, el viajero y la formar de mirar el mundo. ¿Podemos contar el mundo desde otras miradas más éticas, críticas, sostenibles y comprometidas con la divulgación cultural? Partiendo de ello, hemos impulsado el proyecto “Los caminos del encuentro. Cartografía de rutas temáticas para la recuperación del patrimonio histórico de las confesiones religiosas de España – Un viaje del ayer al hoy”, financiado por la Fundación Pluralismo y Convivencia (https://www.pluralismoyconvivencia.es/), que tiene como objetivo principal producir una cartografía de rutas temáticas destinadas a la recreación de itinerarios culturales a partir del patrimonio histórico de las confesiones religiosas y comunidades del territorio peninsular. La iniciativa concibe el viaje como una herramienta y una plataforma divulgativa, sensibilizadora e informativa vital para promover el conocimiento y el acomodo de la diversidad religiosa en un marco de diálogo, fomento de la convivencia y lucha contra la intolerancia y el discurso de odio. Las rutas propuestas conectarán con lugares, edificios, personajes históricas y episodios de gran valor formativo. Además, tendrá un doble retorno: por un lado, servirá para fomentar un turismo cultura a partir de la religión a través de rutas reales y, por otro, fomentará el conocimiento y la divulgación de la riqueza histórica e interreligiosa del territorio peninsular. En la esencia de la iniciativa palpita la gran pregunta: ¿cómo contar el mundo? ¿qué ingredientes han de presentar los contenidos turísticos?
Los 7 pilares de los contenidos turísticos
El anterior desafío nos permite conectar con el Manual para la creación de guías de viaje. Cómo contar el mundo en la era Covid-19, donde reflexionaba sobre siete ámbitos decisivos en la ideación de las futuras guías de viajes. Los llamé los siete pilares. Son estos:
- La seguridad
- La sostenibilidad
- Los destinos
- La mujer
- El relato
- La responsabilidad
- El transmedia
La seguridad
La Unión Europea apostó por la información. El portal Re-Open EU ofrecía (ofrece) una visión general de la situación sanitaria en cada país. Y lo hace con actualizaciones constantes y en 24 idiomas. A partir de los datos del Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC), los ciudadanos pueden acceder a datos sobre la evolución del virus, su impacto en el territorio europeo, las restricciones de cada país, los requisitos de cuarentena, las pruebas demandadas a los viajeros y las aplicaciones móviles de rastreo y alerta. El objetivo: “Ayudarte a planificar tu viaje por Europa, al tiempo que te mantienes seguro y saludable”. Primer vino la enfermedad del virus. Luego, la de la información. La pandemia generó una infodemia. Y la necesidad o, mejor, la urgencia de poder acceder a contenidos certeros y de calidad.
Las guías viajeras deberán responder a un triple desafío en el ámbito de la seguridad: informar, sensibilizar y convencer. La información precisa sobre las particularidades sanitarias —con el coronavirus como tema principal— será imprescindible (informar y además informar con datos actualizados, lo cual refuerza el maridaje entre lo analógico y lo digital. Las guías conectadas a la Red). Además, tendrán enfatizar la importancia de seguir ciertos preceptos, normas y hábitos (sensibilizar). Y, finalmente, persuadir. Esto es: ante el temor y las incertezas, las guías serán un material idóneo para persuadir a los viajeros —sin trampa y con buenos argumentos— que podemos caminar el mundo con seguridad (convencer). La pandemia ha cambiado (y cambiará) muchas cosas. La forma de viajar y aproximarse a un destino será una de las transformaciones más evidentes.
La sostenibilidad
El cambio es hacia la sostenibilidad. Las guías viajeras deben apostar por viajes que potencien la igualdad, la inclusión desde un modelo más sostenible a nivel económico, social, ambiental y cultural. Junto a la huella ecológica existe una huella cultural. La Organización Mundial del Turismo (OMT) ha colocado la sostenibilidad entre sus prioridades. ¿Y qué hacer? El tipo de hoteles, restaurantes y medios de transporte recomendados y reseñados desempeñan un rol crucial en esta apuesta por lo sostenible. Pero también las actividades que promovemos. Los lugares que recomendamos. Y la forma de recorrerlos que promueven las guías viajeras. Y hay algo más, si una guía informa y forma, las historias que seleccionemos, esto es, las que contemos y cómo las contemos serán decisivas para acariciar más y mejor al planeta, sus lugares y sus caminos.
La mujer
Un estudio de la Universidad de Texas, en Austin, demostró que olvidar es más complicado para el cerebro que recordar. Sin embargo, parece que hemos olvidado algunos preceptos demasiado importantes. La mujer posee un rol protagónico en la historia del verbo viajar. Desde el periodismo a la ciencia, pasando por la pulsión de la aventura, muchas mujeres recorrieron el planeta. No obstante, poco nos contaron de ellas. La perspectiva de género es uno de los grandes desafíos. La estrategia ha de ser holística. Sin duda, impulsar más proyectos ideados por mujeres. Y para un público femenino. Pero hay algo más: las historias de nuestras guías han de conferir un rol protagónico a las mujeres. Las que hacen el viaje y las que viven en los lugares transitados. Y han de ser historias que rompan los clichés. Hemos de visibilizar a mujeres líderes, activas y transformadoras de cambios. Quizás, tod@s, al escribir nuestras historias y, especialmente, en el proceso de edición y cierre de las mismas deberíamos revisar que hemos cumplidos algunos criterios: 1) temáticas: analizar si tratamos asuntos que afectan de manera distinta a hombres y mujeres; 2) presencia: verificar si la guía incorpora voces de mujeres; 3) roles: comprobar que las mujeres que aparecen en la guía son sujetos activos y no solo víctimas; 4) referencias: precisar de forma completa las fuentes para eliminar asimetrías sexistas; 5) enfoque de género: seleccionar fuentes que garanticen un enfoque de género; 6) aportes: incluir historias que visibilicen el trabajo y los aportes de las mujeres en dos dimensiones: en espacios concretos y como piezas decisivas de la sociedad; 7) datos: filtrar y constatar que la guía aporta datos desagregados por género, además de por otros ejes de discriminación: edad, origen, etc.; 8) visualizar: buscar y narrar historias que escapen de los lugares comunes, especialmente, las que no son contadas habitualmente y las que directamente son silenciadas; 9) aproximación: aproximarse a las personas con respeto, honestidad, sinceridad y empatía; 10) lenguaje no sexista: revisar que el lenguaje usado es no sexista e inclusive; 11) escapar: huir de los clichés, las frases hechas y lugares comunes que tradicionalmente han rodeado al relato de las mujeres; 12) imágenes: validar que el uso de los contenidos visuales respeta a las personas protagonistas, representan a mujeres y a hombres en su diversidad; 13) ética: eliminar la victimización y el morbo en los contenidos incorporados en la guía (textuales, visuales, etc.).
Los destinos
Lo importante no es el destino. Lo importante es el itinerario. Esta enseñanza no viene del coronavirus. La COVID-19 nos ha recordado algo que ya sabíamos, pero que la anterior pedagogía viajera no lograba imponer con contundencia. Queríamos viajar muy lejos. Lo exótico (en su acepción de desconocido) estaba —o eso creíamos— a miles de kilómetros. Fue un error. Y ahora el coronavirus lo ha enmendado a la fuerza. Tony Wheeler, funfador de Loney Planet, lo escribe en su libro En defensa del viaje: “Está bastante claro que vamos a viajar y hacer mucho menos turismo durante un largo tiempo, y es harto dificultoso determinar con exactitud de qué manera retornará el sector a la normalidad. (…). Es opinión generalizada que al principio los viajes serán principalmente de ámbito local, porque nuestra confianza no dará para alejarnos demasiado de nuestros países. Se habla mucho de las ‘vacaciones de proximidad’ y los viajes por carretera como los primeros pasos que se darán cuando se empiece a viajar de nuevo” (Wheeler, 2020). El rol de las guías es decisivo. Han de contar historias cercanas y romper ese prejuicio que decía que los destinos cercanos son letárgicos, ridículos y vacíos de contenido. La solución, de nuevo, está en las historias y en nuestra capacidad para saber contarlas. Y, otra vez, al contenido (qué) y al enfoque (cómo) de nuestras guías viajeras se une la importancia de escoger el destino (dónde) partiendo de varias premisas: sostenibilidad, seguridad, proximidad y relato.
El tema de los destinos está ligado a la apuesta por la profundidad. Cuando a finales del siglo XVIII, Xavier de Maistre fue confinado en su habitación. Decidió escribir un viaje muy profundo sin salir de su alcoba. Pasó en Turín. Atravesaba un duelo. Fueron 42 días encerrados. De aquel “confinamiento”, nació Viaje alrededor de una habitación, un libro —convertido en mito literario— que explora la inmovilidad. La recorre en profundidad. La viaja con minuciosidad. No se trata de ir muy lejos sino de sumergirse muy profundamente. Lo próximo, lo local y la cercanía serán la gran apuesta editorial del sector de los viajes. También de las guías. Staycation, lo llaman. Los “obesos de los viajes”, esas personas que han estado en todas partes, de las que habla Tony Wheeler, han de adelgazar a la fuerza, irremediablemente, muy a su pesar. Los coleccionistas de banderas tendrán que comenzar a colocar en sus perfiles de redes y muros sociales, banderas de pueblos, ciudades y autonomías. O entender que no se trata de cuántos destinos has pisado sino de cuáles realmente has conocido (y cómo). Siempre pensé que lo mejor de un viaje era el volver: Y entender que todo está todavía por mirar. Que el destino ha cambiado y que nosotros tampoco somos los mismos.
El relato
La guía se convierte en relato, narración o cuento. Y lo hace aprovechando herramientas del periodismo y de la literatura. Pero también de la cartografía y la taxonomía científica. La hibridación es una maravillosa aliada: el género epistolar, la bitácora viajera (que la guía ofrece incompleta para que el usuario vuelque allí su yo narrativo), las entrevistas, la crónica, el reportaje, la opinión, la noticia y el breve informativo o la foto editorial. Y también la fábula y, por descontado, la poesía. Y con ella el haiku. Todo vale. Y todo sirve. La guía de viajes muta desde la descripción enciclopédica (que no desaparece) al relato periodístico y literario (separados y revueltos) que se mueve entre eso que —a veces, con muchas dudas— llamamos realidad y aquello —tan estimulante y sugerente— que, con más con seguridad, catalogamos de ficción.
La responsabilidad
La guía de viajes informa, forma y entretiene. El rol formativo es clave. Reside en la guía una responsabilidad que va desde lo que cuenta a cómo lo cuenta. A la apuesta por un viaje sostenible y respetuoso con el planeta y sus habitantes, se une la necesidad de dar voz a los invisibles (Galeano los llamó, en un texto exquisito, los nadies), personas y territorios. Y en este compendio de quehaceres urgentes, la inclusión de una perspectiva de género es importante y crucial. La OMT ha enfatizado la importancia de generar y promover contenidos actualizados y fiables que permitan la recuperación y el renacimiento del sector turístico. Esta solicitud se produce en un escenario marcado por la proliferación de bulos informativos y fake news. El crecimiento de este tipo de contenidos durante la crisis generada por el COVID-19 ha sido exponencial, recuperando el concepto de infodemia. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define este concepto como una sobreabundancia informativa de contenidos falsos que se propagan con rapidez entre personas y medios. Expertos han llegado a señalar que la desinformación sobre el coronavirus podría ser lo más contagioso del mismo. La OMT también lo sabe. E insiste diciendo que “contar con información actualizada y fiable es más importante que nunca, tanto para los turistas como para el sector”. Las guías de viajes pueden (y deben) contribuir a ello.
El transmedia
El papel sigue peleando con solvencia. Aguanta, pero los envites son cada vez mayores. La necesidad (especialmente, por la COVID-19 y futuras pandemias) de acceder a datos actualizados invitan a un maridaje de los soportes tradicionales con las posibilidades del ciberespacio. Ese puente, de lo analógico a lo digital, puede venir de la mano de los códigos QR (que la pandemia literalmente ha resucitado) o de otras vías de conexión. La clave es amalgamar. El concepto supera un único entregable. La guía puede seguir siendo el elemento nuclear. Pero aludimos a un mapa más amplio, a todo un entramado. La narrativa transmedia (Tejedor et al., 2020) se despliega en diferentes medios y plataformas apostando por una participación activa de los usuarios. Este concepto, acuñado por Henry Jenkins, invita a construir una visión de conjunto a partir del recorrido y la interacción con los fragmentos que componente un mismo ecosistema. La eclosión tecnológica de lo digital (y en gran medida el confinamiento planetario) ha impulsado el consumo de ocio y entretenimiento a partir de plataformas ciberespaciales que, en el ámbito de los viajes, ofrecen contenidos muy diversos: podcasts, crónicas textuales, cápsulas audiovisuales, mapas interactivos, reportajes 360º, tours y visitas virtuales.
El mundo de los viajes necesita contenidos. El periodismo puede ser una gran herramienta para alcanzar el hito de generar historias atractivas, sugerentes e inspiradoras. Las viajer@s del futuro han de ser personas comprometidas, solidarias, colaborativas y dispuestas a aprender y, especialmente, a desaprender.