Desde hace tiempo, los ciudadanos en general y los docentes en particular, estamos siendo zarandeados: una bomba de relojería a punto de explotar. Se da por hecho que el ser humano es, actualmente, incapaz de enfrentarse a un montón de amenazas: superbacterias, ciberataques, virus mutantes, asteroides errantes, cataclismos, troles… El shock del futuro a la vuelta de la esquina. Alguien a punto de apretar el botón del pánico. El tiempo se ha cumplido, vamos a contrarreloj. El tiempo pasa de ser una dimensión física de medida, a una metáfora de nuestra existencia histórica apremiante y sin sentido transcendente. Deprisa, deprisa, sin sentir el presente. No hay narrativa, solo momentos desconectados. Las redes sociales son un ejemplo genuino.
El miedo, la incertidumbre y el relato del caos
El pesimismo cósmico, ideología que legitima significado actual de progreso, lanza un mensaje amenazante: el mundo está en peligro, la máquina de la democracia y sus censores nos quieren quitar la libertad de expresión. Las fake news completan la tarea. Todo a gran velocidad y con mucho ruido. Justo lo contrario que necesita la educación: pensar despacio (Kahneman).
Se nos arenga, desde todas las direcciones: el futuro, terra ignota y distópico, es el horizonte inminente que se va a imponer en el presente. Los fabricantes del caos han impuesto, de forma lapidaria, su relato y sus planteamientos apocalípticos. El horizonte es nihilista, vacío existencial. La decadencia, surgida de la modernidad, de los valores absolutos.
De un plumazo se olvida que las sociedades, siempre, han respondido a circunstancias parecidas con religiones, con mitos y ritos, con ideologías y filosofías… con conocimientos y ciencia. Esta ha sido la forma de resolver su relación, siempre problemática, con las circunstancias históricas propias de cada época.
En este momento, las amenazas se centran en el mundo de la TecnologÍA. Consideramos este término como algo global: incluye todo el aparataje digital, su uso, sus argumentos legitimadores, sus poderes asociados, sus horizontes ideológicos y científicos.
La respuesta, individual y colectiva, a esta situación, buscada por los poderes fácticos, es el miedo. Hay una “cultura del miedo” que abarca todos los campos de la vida social. La incertidumbre se entremete en la urdimbre en nuestras vidas y en nuestros trabajos, y provoca inestabilidad en nuestras relaciones sociales.
La educación ante la aceleración tecnológica y la cultura del miedo
En el mundo de la educación hay una carga más de culpabilidad. Mientras que la vida social está avanzando a un ritmo vertiginoso, la educación está cada día más desfasada, incapaz de seguir el ritmo que la sociedad necesita. La educación es acusada, siendo consecuencia, de ser causa de la situación de falta de adaptación y conocimientos sociales necesarios para hacer frente a los tiempos que nos va a tocar, necesariamente, afrontar.
El futuro es algo desconocido, pero la educación tiene que conseguir adivinar y formar al alumnado: la innovación como fetiche. Nos encontramos en una situación compleja: la incertidumbre del futuro provoca el miedo en el presente e impide la reflexión que resolvería esta situación amenazante. El miedo provocado por los creadores del caos es un miedo paralizante… Revertir esta dinámica es el trabajo docente. Compromiso vs. desarraigo. Aceptar el vacío sin sucumbir a la desesperación.
Educar en el caos: ética, conocimiento y compromiso humano
Si definimos el caos no como un desastre organizativo, sino como un sistema en el que una pequeña variación provoca enormes efectos, nos encontramos con el papel de la educación: seleccionar, entre todos los factores presentes en la sociedad, aquellos que deben prevalecer (Tucídides). Hoy, con los big Data, esta tarea se complica exponencialmente. Un argumento más para que el profesorado reflexione. Además el conocimiento no puede quedarse en el software (programa que interprete, correlación de datos y conclusiones), es necesario que se incluyan valores, individuales y sociales emergentes, no solo ganancias económicas y número de votantes como ha ocurrido recientemente. Hay que analizar el funcionamiento de los algoritmos, los valores que representan, los sesgos que crean. El futuro es una construcción social que requiere esfuerzo, creativo y subversivo, reflexión y acción en el presente.
La realidad, la física cuántica lo ha axiomatizado, no es objetiva, atemporal ni estable. Otra dificultad añadida al trabajo docente. La realidad se nos presenta en conflicto constante con nuestras formas que estamos acostumbrados a contemplar. Todo un reto. Compromiso necesario: beber los vientos de nuestra profesión y agarrar el timón con determinación.
La ilusión de la positividad y la pérdida de sentido
La positividad tóxica, mantenerse constantemente optimistas, incluso ante el sufrimiento, la incertidumbre, la adversidad, es otro factor interviniente: la felicidad como producto que necesariamente se tiene que adquirir de forma individual.
El ser humano busca el sentido, nihilismo activo como propuesta, como forma de afirmar la dignidad humana en un mundo desprovisto de certezas. Es preciso definir el nuevo papel del ser humano en un sistema cada vez más dominado por máquinas.
La innovación tecnológica, como herramienta, también tiene aspectos positivos: mejora las comunicaciones, aporta soluciones médicas, desarrolla la creatividad, aumenta exponencialmente el conocimiento, mejora la calidad de vida…
Aunque somos “una caña pensante” (Pascal), poseemos la capacidad extraordinaria de darnos cuenta de nuestra propia insignificancia. Los recursos tecnológicos también pueden ayudarnos a tomar esta conciencia de esa realidad compensando nuestra vulnerabilidad potenciando la imaginación, la empatía, la conexión con la naturaleza, los cambios en la visión del cosmos.
La educación tiene una tarea ardua, la búsqueda de la verdad, superando las prerrogativas que Nietzsche denunciaba: la verdad como una forma de poder, de imposición del orden aleatorio en un mundo caótico. El conocimiento, la búsqueda de la verdad tiene sentido. La TecnologÍA puede ser una compañera de viaje en este proceso creativo ayudando a descubrir aspectos desconocidos hasta ahora.
Otro reto educativo es revertir el sentido actual de la “sociedad conectada” (aquella en la que la persona es constantemente mostrada, evaluada y consumida (Byung-Chul Han). Las redes sociales como problema: construir el “yo auténtico” vs el “yo performativo”. Potenciar, con la TecnologÍA, conexiones auténticas frente a conexiones efímeras.
Preguntas urgentes para una educación ético-crítica
Algunas preguntas más concretas: ¿Qué significa ser persona en un mundo donde las máquinas realizan tareas cognitivas y creativas? ¿Cómo enfrentamos a la posibilidad de que la TecnologÍA reemplace no solo nuestras funciones, sino también nuestras aspiraciones y significados? ¿Podemos defender una TecnologÍA que tome decisiones determinantes para el futuro de la humanidad? ¿Cuál debe ser nuestra postura ante la posibilidad de que las máquinas inventen un lenguaje artificial que solo ellas entiendan? ¿Cómo podemos defendernos del mal uso de las TecnologÍA? ¿Quedará obsoleto el lenguaje humano? ¿Podemos, los educadores, predisponer a las nuevas generaciones para habitar un mundo desprovisto de un sentido inherente y definido? ¿Qué debemos hacer en nuestras aulas para que el alumnado salga preparado y se pueda enfrentar, con éxito, a la incertidumbre en un contexto moral diverso? ¿Cómo preparar al alumnado en el “amor incierto”, en la “estética del vacío”? ¿Qué lugar ocupará el ser humano en el cosmos cibernético que está aflorando en el mundo actual del conocimiento? ¿Qué papel debe asumir el cuerpo humano teniendo en cuenta los avances biotecnológicos y neurológicos? ¿En este mundo individualista, tiene sentido formular una norma ética común? ¿Qué se debe hacer para que la TecnologÍA no se convierta en una herramienta de control y dominación? ¿Qué contenidos deben tener las orientaciones laborales en este contexto?
No hay mucho recorrido. Los espacios/tiempos son muy cortos. No podemos procrastinar. Nos queda el conocimiento, nos queda la palabra (Blas de Otero).
La respuesta, no tenemos otra, es afrontar el riesgo con el desarrollo del conocimiento. Alguien dijo: si el conocimiento es peligroso, prueba con la ignorancia. El profesorado debe conocer estos contenidos. No hay tiempo que perder. La ciencia y la acción política correspondiente como soluciones. En este contexto os emplazamos a palabrear, a crear significados, preguntas y respuestas y a implicarnos en organizar un marco de reflexión que pueda concluir en un congreso de “Educación y TecnologÍA: una visión ético-crítica”.

