Existen más de 114 millones de personas desplazadas en el mundo y una de las causas principales es el cambio climático y sus consecuencias, como terremotos, inundaciones y sequías prolongadas que obligan a la población a tener que huir de sus hogares ante la falta de alimentos, agua, recursos básicos y pérdida de sus casas. Es lo que se conoce como desplazados climáticos, necesitando una ayuda humanitaria urgente.
Según el Centro de Monitoreo de Desplazamientos Internos (IDMC), en 2022, las catástrofes provocaron la cifra récord de 32,6 millones de desplazamientos, de los que el 98 % fueron causados por peligros relacionados con el clima. La mayoría de desplazamientos relacionados con la emergencia climática se producen dentro de las fronteras nacionales. Las personas que pierden sus hogares como consecuencia de huracanes, ciclones e inundaciones tienden a quedarse lo más cerca que pueden de sus casas para poder regresar lo antes posible cuando las condiciones lo permitan. Sin embargo, en muchos casos, el desplazamiento se prolonga y se generan nuevas vulnerabilidades.
Ante este desafío, ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados con más de 70 años de experiencia, insta a los Estados a tomar, de manera conjunta, medidas urgentes para combatir la emergencia climática y mitigar su impacto en la vida de millones de personas, e insiste en intensificar la protección y asistencia a las personas desplazadas por desastres y por los efectos del cambio climático.
En este sentido, el Comité español de ACNUR (EACNUR), que recauda fondos desde el año 1993, se centra en velar por el respeto y la protección internacional de las personas refugiadas, desplazadas y solicitantes de asilo.
En los últimos años, EACNUR ha experimentado un gran crecimiento gracias al apoyo y la solidaridad de miles de españoles y españolas. El 92% de los ingresos proceden de socios y donantes, tanto del sector público como privado, y el 8% restante proviene de la financiación de ACNUR internacional. El 92,5% de las aportaciones de socios y donantes se destinan a programas y proyectos de ACNUR y a emergencias.
Desafíos medioambientales
En materia de medio ambiente, los tres principales desafíos son reducir el impacto en el medio ambiente, atender a desplazamientos climáticos y socorrer a víctimas de desastres naturales cuando los gobiernos afectados lo solicitan.
ACNUR desarrolla desde los años 90 una política de respuesta humanitaria que afecte lo menos posible al medio ambiente y que, además, mejore la vida de las personas refugiadas. Para ello, aboga por la reforestación, las energías renovables, los combustibles ecológicos, el reciclaje y el cuidado del entorno, y la asistencia y protección a desplazados climáticos.
Los cinco países con más población refugiada están también entre los más vulnerables a la crisis climática: Siria, Somalia, Chad, República Democrática del Congo, Afganistán, Etiopía, Sudán del Sur y Bangladesh, entre otros. El 95 % de los nuevos desplazamientos por conflictos en 2020 se produjeron en países altamente vulnerables al cambio climático.
En palabras de Antonio Guterres, secretario general de la ONU, “los impactos de esta crisis son mayores donde la fragilidad y los conflictos han debilitado los mecanismos de supervivencia: donde la gente depende del capital natural para su sustento; y donde las mujeres, que soportan la mayor carga de emergencia climática, no disfrutan de sus derechos”.
El Cambio climático y la infancia
El desplazamiento climático representa un desafío monumental para la infancia en todo el mundo. A medida que aumentan los fenómenos meteorológicos extremos, como huracanes, inundaciones y sequías, millones de niños y niñas se ven obligados a abandonar sus hogares en busca de refugio seguro. Esta migración forzada no solo interrumpe su educación y atención médica, sino que también los expone a una serie de peligros, incluida la explotación, el abuso y la falta de acceso a alimentos adecuados y agua potable. Además, muchos de estos niños enfrentan una incertidumbre emocional devastadora al perder la estabilidad y la familiaridad de sus entornos. El desplazamiento climático no solo amenaza su presente, sino que también socava su futuro, creando una crisis humanitaria que requiere una acción global urgente y coordinada.