Las escuelas han sido consideradas, tradicionalmente, instituciones donde se encontraba la fuente de conocimiento de la que todo el alumnado, de forma homogénea, tenía que nutrirse. Además, las familias siempre estaban en segundo plano.
A día de hoy, esta percepción está cambiando. No solo las escuelas al ser reflejo de la sociedad actual son altamente diversas y heterogéneas sino que, además, cada una de las personas que componen una comunidad educativa puede ser fuente de conocimiento. Por tanto, todas las escuelas tienen un gran potencial, siempre y cuando se tengan en cuenta todas las voces que la componen.
Este es el caso del CEIP Andrés de Ribera en la localidad de Jerez de la Frontera (Cádiz). Somos un centro muy pequeño, pero muy diverso y, por tanto, muy rico. Desde hace un par de años, tomamos como referente el artículo 24 de la Convención sobre los Derechos de las personas con discapacidad, y nuestra visión de la educación cambió.
A lo largo de este poco tiempo que llevamos, hemos articulado una serie de mecanismos en el centro, para asegurarnos de que estamos desarrollando el proceso de inclusión, y que estamos llevando a cabo una educación lo más inclusiva posible. Entre estos mecanismos, podemos destacar el desarrollo de políticas inclusivas a través de los documentos del centro, de manera que cualquier miembro de la comunidad educativa pueda saber los principios pedagógicos sobre los que se sustenta esta escuela.
Hemos cambiado, y seguimos en ello, las prácticas dentro de aula. Conociendo la diversidad de nuestro contexto es inevitable cuestionarse muchas de las prácticas tradicionales que no incluían a todo el alumnado y, por tanto, no son válidas.
Hace falta un equipo motor que evidencie la necesidad de cambio, y empuje en esa dirección
Por último, otro aspecto sobre el que hemos incidido es la cultura inclusiva, el cambio de mirada. Sin duda, este es el aspecto más complejo de cambiar en una comunidad educativa, ya que los valores y las creencias que se han tenido durante muchos años, están profundamente arraigadas en las personas.
Estos tres pilares, que en principio parecen fáciles de cambiar, resultan a veces inamovibles en ciertas comunidades educativas. Hace falta un equipo motor que evidencie la necesidad de cambio, y empuje en esa dirección. En este punto, los Equipos Directivos juegan un papel fundamental, ya que tienen la capacidad para favorecer los cambios, o rechazarlos y cortarlos de raíz. En nuestro caso, nosotros apostamos por un liderazgo inclusivo caracterizado por la colaboración, participación, valores democráticos y transformación hacia una escuela cada vez más inclusiva. Este tipo de liderazgo ofrece un ambiente seguro para poner en valor la diversidad de nuestro contexto, favorece la participación de toda la comunidad educativa, e impulsa la equidad en el centro.
En nuestro centro, evidenciar la necesidad de cambio fue muy fácil ya que debido a la alta diversidad que tenemos, estaba muy claro. Dentro de las aulas es donde primero se constata la necesidad de cambio, ya que en un entorno muy variado, el desarrollo de las clases como tradicionalmente se ha venido desarrollando, no funciona. Había que cambiar las prácticas para que acogieran a todo el alumnado. Estos cambios en las prácticas de aula no podían ser hechos aislados, y que dependieran de la buena voluntad de un docente, sino que tenían que estar sistematizados en todas las aulas, además tenían que ser conocidos por toda la comunidad educativa. Es aquí cuando los cambios en las prácticas y la atención a la diversidad de todo el alumnado, quedan recogidos en los documentos oficiales del centro, siendo vinculantes para toda la comunidad educativa. Por supuesto, ningún cambio se produce si no se piensa sobre su necesidad, por lo que además de los aspectos antes mencionados fue muy relevante la reflexión sobre la atención a la diversidad desde el enfoque de los Derechos Humanos, y cómo hacerlos efectivos en la escuela.
Había que cambiar las prácticas para que acogieran a todo el alumnado
Por tanto, había que empezar a cambiar más aspectos de los que ya habíamos cambiado. Por eso, el curso pasado solicitamos formar parte de la Red Internacional de Escuelas por la Inclusión y la Equidad. Pensamos que podría ser otro paso más de nuestra escuela en el proceso de inclusión.
Este curso, con el inicio de mi Proyecto de Dirección, hemos comenzado una Investigación Acción Participativa (IAP) acompañados por la Universidad de Málaga, y ya hemos desarrollado nuestro primer diagnóstico con nuestra comunidad educativa. Este primer diagnóstico es un punto referencial, ya que ofrece la visión de toda la comunidad educativa sobre los temas preguntados. Además, es el punto de partida, ofreciendo una idea de la dirección en la que irán los posibles cambios en el centro.
Para organizar esta actividad en el centro empezamos analizando nuestro contexto. Generalmente, son siempre las mismas familias las que colaboran y acuden al centro para realizar actividades, pero esta vez necesitábamos que el mayor número de familias posible pudieran venir. Es fundamental aumentar el número de personas implicadas, de esta forma el primer diagnóstico tendrá sentido, ya que recogerá las ideas de una gran parte de las personas que constituyen la comunidad educativa, ofreciendo así una visión mucho más completa de la realidad de la escuela.
Es entonces cuando decidimos enfocarlo como una convivencia, un espacio distendido en un contexto distinto al que están acostumbrados, y donde todo el mundo se pudiera expresar libremente.
Al comienzo de la mañana, decidimos empezar con una dinámica de mesas. Para llevarla a cabo, utilizamos cuatro papelógrafos con una pregunta cada uno, y post-it de colores donde las diferentes personas participantes iban contestando. Las preguntas que contestó toda la comunidad educativa fueron:
¿Cómo es la escuela que tenemos? ¿Cómo se enseña y cómo se aprende en ella? ¿Cómo es la relación con tus compañeros/as y profesores/as? ¿Cómo es la escuela de tus sueños?
Lo siguiente que tuvimos en cuenta fue la distribución de los espacios en el centro. Creamos cuatro diferenciados, tres destinados al alumnado, y el último destinado a familias y claustro de profesores.
Fue muy gratificante ver cómo entre todo el alumnado colaboraba para que todos pudieran participar
Para la distribución del alumnado, tuvimos en cuenta que todos los grupos fueran heterogéneos, y contaran con estudiantes desde los tres años hasta 6º de Primaria. Aquí tuvimos la ayuda de tutores y tutoras, que facilitaron los agrupamientos teniendo en cuenta las características individuales del alumnado. Intentamos que este se sintiera cómodo con los agrupamientos. Su heterogeneidad es un punto importante, ya que favorece la colaboración entre iguales y la cooperación. Este, en toda su diversidad, se siente acogido y partícipe. Estos agrupamientos favorecen la interacción social y permiten desarrollar una serie de habilidades como la empatía, tolerancia y trabajo en equipo.
En cada espacio del centro, incluimos cuatro mesas con un papelógrafo cada una, y un grupo de docentes que iban dinamizándolas. El alumnado más mayor ayudaba al pequeño. Fue muy gratificante ver cómo entre todo el alumnado colaboraba para que todos pudieran participar.
En el caso de los adultos, su ubicación fue en la sala de profesores, y contaban con la Dra. Ana Zarzuela de la Universidad de Cádiz (UCA), que facilitó y dinamizó la jornada. Este grupo de adultos era muy heterogéneo, pero ante las diferentes preguntas de los papelógrafos, consiguieron ofrecer diferentes puntos de vista, y mediante un diálogo distendido llegaron a diversos puntos en común.
Una vez recogida la información en los diferentes espacios, pasamos a hacer comunidad mediante un desayuno compartido entre todas las personas asistentes en el comedor del centro. Se ofreció un espacio y contexto diferentes a la comunidad educativa para poder desarrollar relaciones horizontales.
Seguidamente, organizamos la reunión de expertos constituida por una persona del claustro, de las familias y del alumnado por cada grupo; además, también, estaba el equipo directivo y la docente de la UCA. Cada grupo analizó las respuestas de sus cuatro papelógrafos y sacaron ideas principales.
La comunidad educativa demandaba más actividades de convivencia, donde nos pudiéramos relacionar todos y todas
Estas ideas fueron expuestas en la Asamblea General por los portavoces, de la que salió un documento que recogía una síntesis global de los grupos. Quienes asistimos dimos nuestros diferentes puntos de vista respecto a las ideas planteadas, y argumentamos sobre qué aspecto priorizar.
En nuestro centro, no surgieron demasiados conflictos a la hora de establecer objetivos, ya que todos los grupos coincidieron en muchos aspectos. Una necesidad importante es el mantenimiento de las infraestructuras. Tenemos muchas carencias en estos aspectos, por eso hubo unanimidad en los grupos. Por otro lado, las familias dieron ideas muy interesantes, como la creación de clases de español para adultos en horario de tarde, ya que en nuestro centro las diferencias lingüísticas suponen una barrera comunicativa muchas veces. En general, la comunidad educativa demandaba más actividades de convivencia, donde nos pudiéramos relacionar todos y todas, pasando un rato agradable y socializando.
En mi opinión, este primer diagnóstico ha sido muy productivo ya que hemos podido establecer las fortalezas, pero también las debilidades en torno a diversos aspectos del centro, que seguiremos trabajando para mejorar. La comunidad educativa mostró su agradecimiento por la realización de este tipo de actividades, ya que se sintieron escuchados. No cabe duda, tal como decía Freinet, que enseñar exige saber escuchar.