Fue el mundo al revés en el despacho Oval. Una exhibición de los ‘hechos alternativos’ que practica el trumpismo. La víctima, el presidente del país invadido, fue acusado por Trump de “jugar con la tercera guerra mundial”. VolodímirZelenski, en lugar de optar por un silencio diplomático, plantó cara y señaló que el presidente de Estados Unidos hacía suyos los argumentos de Vladímir Putin.
La invasión de Ucrania se inició el 24 de febrero del 2022, con un gobierno demócrata en la Casa Blanca, un gobierno comprometido con la defensa de la democracia y de Europa, y consciente de la necesidad de combatir el expansionismo de Vladímir Putin. Ahora el cambio es radical. Trump apuesta por una alianza con el régimen autoritario ruso y por dar la espalda a Ucrania. El tablero geopolítico ha cambiado de forma dramática.
La guerra de Ucrania significó el conflicto entredos concepciones del mundo: un sistema basado en la globalización económica, pero también en la democracia y los derechos humanos; y otro orden mundial, representado por Vladímir Putin, gobernado por regímenes autocráticos que rechazan la democracia y la libertad en nombre del pueblo nación, una moral única, una supuesta eficacia económica y unos poderes sustentados en la propaganda y la represión. Y la gran, y trágica, novedad es que el presidente de Estados Unidos se alinea ahora con esta segunda concepción del mundo.
Este combate de los dos mundos también se decide dentro de Occidente, entre los partidarios de los derechos y las libertades, y quienes, ya sea por desencanto o por convicción, defienden un modelo social autocrático y cerrado; entre quienes creen en la cooperación internacional para afrontar retos globales, como el cambio climático, y los que quieren volver al modelo de Estados soberanos que luchan por su supremacía. Movimientos reaccionarios estadounidenses, como el que encarna Trump, y las extremas derechas europeas tienen mucho más en común con la actitud de Putin que con la defensa de los valores democráticos.
En el nuevo escenario, no sabemos si Rusia va a ganar en el campo de batalla, pero sí podemos asegurar que ha perdido en todos los demás frentes. Ha favorecido que se cohesionen sus supuestos enemigos (incluso que Suecia y Finlandia se adhieran a la Alianza Atlántica) y haperdido, quizás para siempre, toda conexión emocional con la población ucraniana. Hasembrado un odio que va a durar generaciones. Su única victoria se la acaba de dar Donald Trump.
¿Qué nombre merecen Putin y Trump?
Adam Michnik, el prestigioso periodista polaco, ganador del premio Princesa de Asturias de Humanidades de 2022, avisaba, ya en 2016, de que “Putin es un fenómeno nuevo que aún no tiene nombre. De la misma forma que, cuando surgió el fascismo, tampoco tenía nombre”. En los años treinta entraron en conflicto las grandes ideologías: las democracias liberales frente al nazismo; el nazismo frente al comunismo. Todos sabemos cuál fue el desenlace. La democracia venció. Pero los gérmenes antidemocráticos han seguido ahí. Ocho décadas después de la Segunda Guerra Mundial, las democracias se ven atacadas de forma política, militar y económica por parte de un régimen totalitario. Lo más grave es que, en estos momentos, el gobierno de Estados Unidos no figura en el mismo lado de la historia. Como si hubiera cambiado de bando.
¿Y lo que representa Trump, tiene nombre? Lo ocurrido en el despacho Oval es una expresión nítida del trumpismo, término que, en el fondo, es la forma de dar un nombre contemporáneo a los fenómenos políticos que van desde el populismo hasta la extrema derecha, e incluso nos enlazan con el fascismo. Trump es una versión moderna de pulsiones muy antiguas, pero reciben su nombre por el hecho de haberlas expresado desde el despacho más poderoso del planeta.
La verdadera amenaza reside en lo que el sociólogo Pierre Rosanvallon ha denominado como una democradura. Esto es, una forma de gobierno que hibride la democracia y la dictadura por aclamación popular, debido a la sensación de que las sociedades occidentales son ingobernables, y de que el caos nos amenaza ante la incapacidad de la política de gestionar eficazmente las catástrofes que nos asedian.
Zelenski planta cara
Ante la ‘encerrona’, a que fue sometido, Volodímir Zelenski podía haber optado por el silencio. Sin embargo, plantó cara. ¿Por qué? David Leonhardt, columnista de The New York Times, escribió poco después de la invasión un retrato del personaje que encierra una posible respuesta: “Cuando Rusia invadió Ucrania, Volodímir Zelenski se convirtió en una figura digna de Churchill, la encarnación personal de la negativa de su país a ceder ante un autoritario asesino”. Esta comparación fue ganando peso a medida que Ucrania conseguía plantar cara al ejército ruso.
El mismo Zelenski, en un conmovedor discurso en el Parlamento británico (8/3/2022), prometió que los ucranianos lucharían contra los invasores rusos «en los bosques, en los campos, en las costas, en las calles», repitiendo las palabras que el propio Winston Churchill pronunció durante la Segunda Guerra Mundial para dar ánimo a los suyos ante la amenaza nazi.
Zelenski siempre ha sido muy consciente de que su figura encarnaba una resistencia simbólica y por eso recurre con frecuencia a episodios de la historia. El presidente ucraniano pronunció un discurso ante el Congreso de los Diputados español (5/4/2022) y evocó un episodio de la Guerra Civil muy semejante a lo que han sufrido las ciudades de su país: la destrucción de Guernica bajo las bombas de las aviaciones alemana e italiana. “Estamos en abril de 2022, pero parece que estamos en abril de 1937, cuando el mundo se enteró del ataque a vuestra ciudad”, proclamó.
Adam Gopnik describió en la revista The New Yorker (13/3/2022) la actuación de Zelenski en las primeras horas de la invasión: “nadie olvidará la imagen de Zelenski hablando, dentro de los límites de la transmisión clandestina de internet, para su gente y su causa. Algunas de sus líneas improvisadas fueron memorables, como su rechazo a una oferta estadounidense para sacarlo a salvo de Kiev: Necesito municiones, no un plan de huida”.
En opinión de Gopnik, lo que alimenta la admiración por Zelenski, antiguo actor cómico, es “que la dignidad está al alcance de aquellos que sonríen ante la adversidad, y que el coraje y la comedia tienen una relación transitiva. El que está dispuesto a degradarse a sabiendas, como hace un payaso, es el que después es más capaz de actuar con dignidad”. Estas palabras cobran todo el sentido después de la escena vivida en el despacho Oval de la Casa Blanca.