Actualmente nos hallamos frente a una crisis ecosocial con efectos evidentes a nivel medioambiental, social y económico y generada por múltiples causas. Aspectos como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, el agotamiento de los recursos o el incremento de las desigualdades, claramente ligados unos con otros, están destruyendo las condiciones de vida en nuestro planeta y es urgente que les hagamos frente. Si seguimos creciendo a este ritmo, la falta de energía y materiales será un hecho y está claro que el futuro será diferente del pasado y del presente.
Ante esto, la educación se muestra como un elemento clave para lograr un futuro más sostenible, equitativo y justo. Esta idea no es nueva, ya se apuntaba a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente de Estocolmo de 1972, y sigue estando presente en la última ley educativa aprobada. La Lomloe apuesta por la educación para la transición ecosocial, una formación con criterios de justicia social como contribución a la sostenibilidad ambiental, social y económica marcada por la Agenda 2030 y los hitos de los 17 ODS.
¿Y cómo debe ser esa educación para la sostenibilidad o la transición ecosocial? Hasta ahora, se ha optado por fomentar buenos hábitos entre niños y jóvenes: respetar la naturaleza, reciclar, utilizar el transporte público. Estos «ecogestos» son evidentemente necesarios, pero sólo actúan sobre la punta del iceberg ya menudo se inculcan en las escuelas más que se razonan o se explica por qué son necesarios. Tanto los problemas ambientales como las soluciones se trabajan desde una mirada reduccionista, considerando de forma aislada los aspectos básicos y sin profundizar en las causas primeras que los generan o en las relaciones entre ellos. De esta forma, además, se incide sobre todo en la acción individual como solución a la crisis socioambiental.
Esta crisis es multidimensional y no podemos seguir educando como si nada estuviera cambiando. Es necesaria una educación transformadora que implique cambios en la forma de pensar y de actuar.
Pero esta crisis es multidimensional y, por tanto, no podemos seguir educando así, como si nada estuviera cambiando. Es necesaria una educación transformadora que suponga cambios en la forma de pensar y de actuar de la sociedad. La experiencia indica que, para que exista una formación comprometida con los temas ambientales, es necesario incorporar un enfoque global que permita al estudiante desarrollar una visión crítica y compleja sobre el desarrollo sostenible, que incorporen competencias como el pensamiento sistémico, la capacidad de colaboración, la resolución de conflictos o la creatividad. Para conseguir estos objetivos, la educación para la sostenibilidad debe nutrirse de pedagogías transformadoras que enfrenten al alumnado con la realidad y le permitan entender la situación crítica en la que nos encontramos. Debemos conseguir que el alumnado se indigne ante la crisis socioambiental, se dé cuenta de los problemas y analice sus causas, pero al mismo tiempo hacerles ver que está en sus manos buscar soluciones y llevarlas a la práctica. Si se genera indignación pero no se le da salida, esta puede desembocar en desilusión y que se acabe pasando del tema con la sensación de no poder hacer nada, o bien puede generar una preocupación muy intensa al no ver solución posible y que ésta acabe en episodios de ecoansiedad. Por tanto, la indignación no es suficiente si no va acompañada de la sensación de que hay margen para la solución y que ésta pasa por sus manos. Debe hacerse partícipes del cambio a niños y jóvenes, darles herramientas para transformar la situación en la medida de las posibilidades de cada uno.
Y aquí entra en juego el aprendizaje servicio (ApS) que, gracias a su capacidad de conectar al alumnado con la comunidad y el entorno, se muestra como una metodología muy adecuada para incorporar la sostenibilidad en el ámbito educativo. El ApS permite que niños y jóvenes sean conscientes de su papel dentro de la comunidad, analicen su entorno inmediato y se den cuenta de las cuestiones y problemáticas que afectan directamente a su realidad, intentando proponer soluciones prácticas. Estamos generando un activismo ambiental crítico e informado.
El aprendizaje-servicio es una estrategia educativa transformadora que puede integrar la sostenibilidad en el proceso de aprendizaje, incorporando la complejidad y el pensamiento crítico y holístico.
Hay varios ámbitos en los que se puede concretar un proyecto de ApS ambiental: procesos de limpieza ambiental, plantación de árboles, campañas de reciclaje o iniciativas de concienciación sobre el cambio climático o sobre la prevención de enfermedades, entre otros muchos. Este tipo de actividades permiten trabajar la sostenibilidad y a la vez aprender sobre responsabilidad social, colaboración y resolución de problemas, pero para que sean verdaderamente efectivos en este paradigma de la transición ecosocial y no queden en meros gestos o acciones anecdóticas, siempre hay que acompañarlas de un proceso de reflexión intensa que vincule las acciones que se llevan a cabo con aspectos como:
• El ecocentrismo y la neCast ApS y sostenibilidadesidad de situar a la naturaleza en el centro y entender que los humanos somos una especie más y todas somos interdependientes.
• Los límites planetarios, entendiendo que hay una serie de límites ambientales que no se pueden superar y al mismo tiempo existen unos límites sociales con unas necesidades que deben alcanzarse y respetarse.
• La incertidumbre y la necesidad de creatividad para enfrentarla.
• El desarrollo como persona y como comunidad, dando importancia al tejido social como motor de cambio y valorando la empatía, la resiliencia y la necesidad de cuidar unos de los otros.
• La justicia social entendida como la capacidad de satisfacer las necesidades en un marco de conservación de la naturaleza y analizando el origen de las múltiples desigualdades actuales.
Así pues, el aprendizaje servicio puede convertirse en una estrategia educativa transformadora con un papel importante en la integración de la sostenibilidad en el proceso de aprendizaje siempre que vaya acompañado de una reflexión intensa que incorpore la complejidad y el pensamiento crítico y holístico. De esta forma el ApS podrá contribuir de forma efectiva a formar ciudadanos responsables y comprometidos con la construcción de un mundo más sostenible y justo para todos.