Hay gestos que, pese a su simplicidad, son universales y esconden un gran tesoro. Gestos que benefician tanto a quien los hace como a quienes los reciben. Ya lo decía Cicerón: “La gratitud no es solo la mayor de las virtudes, sino la madre de todas las demás virtudes”. También Séneca afirmaba que “es necesario hacer todo lo posible para aumentar nuestra gratitud”. Estos dos sabios, que vivieron hace más de 2.000 años, comprendían bien el poder transformador de ese valor.
Cuando la gratitud se practica de forma consciente y regular, es decir, cuando opera en nuestro interior un sentimiento profundo de agradecimiento, tenemos una visión más optimista de la vida, somos más resilientes ante las dificultades, reforzamos las relaciones con los demás y mejoramos nuestro bienestar emocional. Podemos decir que nos hace sentir más felices. Así lo demuestran diferentes estudios científicos que apuntan a que, cuando expresamos y recibimos gratitud, el sistema de recompensa del cerebro libera neurotransmisores del “bienestar”, como la dopamina y la serotonina, que aumentan la sensación de placer y regulan los estados de ánimo, y la oxitocina, que promueve el afecto y reduce la ansiedad.
La gratitud se relaciona con muchos otros valores que se expresan y transmiten a través de los proyectos de aprendizaje-servicio (ApS), como el altruismo, la empatía y el compartir. Dice Torralba (2013) que agradecer es un acto de conciencia y que comienza cuando uno se da cuenta del valor de los demás y de la necesidad que tiene de ellos. El agradecimiento, tal y como lo entendemos, por lo tanto, es mucho más que una emoción espontánea. Es un ejercicio consciente que nos lleva a reconocer y valorar el apoyo, el esfuerzo y la colaboración de los demás. Por eso, para que los niños, niñas y jóvenes puedan aprender a interiorizar las experiencias que viven desde la gratitud, es importante poner intención en el cultivo de este valor en los proyectos de ApS. Veamos un par de ideas:
La primera idea se refiere a los momentos de reflexión. Este dinamismo impregna el proyecto en todas sus fases, lo que supone una oportunidad única para considerar la valoración de los aprendizajes adquiridos desde la mirada de la gratitud. Es bueno recordar que reflexionar sobre las cosas por las que nos sentimos agradecidos nos ayuda a conocernos mejor y a apreciar nuestros propios esfuerzos y logros. También nos hace más conscientes de las aportaciones de los demás, lo que evita caer en posiciones paternalistas o asistencialistas.
En la práctica, dedicar tiempo a la reflexión individual, donde cada niña, niño o joven pueda pensar en cómo el proyecto le ha influido y en las cosas por las que se siente agradecido, puede ayudar a fomentar una actitud de agradecimiento. La redacción de diarios personales, una actividad frecuente en los ApS, es una herramienta excelente para integrar estas cuestiones. Los diarios permiten a los niños expresar sus pensamientos y sentimientos de forma estructurada, ayudándoles a procesar sus experiencias y a reconocer el valor de las contribuciones propias y ajenas. También pueden utilizarse técnicas como las rondas de gratitud, donde cada niño o niña expresa públicamente su agradecimiento. Esto fomenta un ambiente de apoyo mutuo y estimula que los miembros del grupo aprendan unos de otros.
Una segunda idea se relaciona con la etapa del reconocimiento y celebración de los proyectos que, aunque resulta fundamental para integrar el valor de las experiencias, no siempre se prioriza suficientemente. Son espacios colectivos que permiten agradecer y dar visibilidad a las contribuciones de todos los actores implicados en el proyecto: los niños, niñas, el profesorado, las organizaciones sociales de la comunidad y otras personas que hayan colaborado. Compartir sentimientos de agradecimiento públicamente tiene un efecto muy significativo, porque fortalece los vínculos interpersonales y fomenta una cultura de gratitud y solidaridad, tan importante en los proyectos de aprendizaje-servicio.
Algunas herramientas prácticas para amplificar el valor de la gratitud en estos espacios son la escritura de cartas de agradecimiento o la creación de murales donde todos puedan escribir o dibujar sus expresiones de gratitud de forma personal y creativa. El medio digital, como las redes sociales, los boletines u otros soportes, es muy útil para difundir estos sentimientos y prolongar su impacto. Además, la publicación de historias de agradecimiento y reconocimiento en estas plataformas permite llegar a un público más amplio, inspirando a otros a seguir el ejemplo.
Por último, el contacto con las necesidades y la diversidad de realidades que los niños, niñas y jóvenes descubren a través de los proyectos, que pueden ser muy diferentes a las propias, actúa como un catalizador para la gratitud. Puede ayudarles a valorar más lo que tienen y a reconocer la importancia de cosas que a menudo dan por hechas.
Sea como fuere, la gratitud es un valor a tener muy en cuenta en las experiencias de aprendizaje-servicio, ya que no solo enriquece el desarrollo personal de los niños, niñas y jóvenes, sino que también contribuye a fortalecer el sentimiento de comunidad.
- Batlle, R. (Coord.). Guías prácticas. Evaluación de los aprendizajes en los proyectos de aprendizaje servicio. Centro Promotor Aprendizaje Servicio. https://aprendizajeservicio.com/guies-practiques/
- McCullough, ME, Kilpatrick, SD, Emmons, RA y Larson, DB (2001). ¿Es la gratitud un afecto moral? Psychological Bulletin, 127 (2), 249–266 . https://doi.org/10.1037/0033-2909.127.2.249
- Torralba, F. (2013). Un mar de emociones. Ángulo Editorial: Barcelona.