Hoy traemos aquí una recopilación de lecturas que nos invitan a cambiar el sentido o la dirección del mundo ecosocial. Se trata de una selección de narrativas ambientales que han elaborado entre el RECIDA y la Red de Bibliotecas Ambientales. Todos los títulos se han publicado entre 2022 y 2024. Entre ellos hay novelas/ficciones, ensayos/no ficciones, cómics, poesía, clásicos y un conjunto de resaltados recientes.
Me he entretenido en ligar sus títulos porque entre ellos se aventuran otras formas de pensar, como si se pudiera pensar la vida de corrido. ¡Vaya atrevimiento! Veo a la naturaleza correr y crear nexos por las bibliotecas de los centros educativos: alimentar viajes, incrementar visiones, justificar deseos. Podría valer como publicidad emocional, y además entretenida. Nada es fijo en la naturaleza ni en lo escrito sobre ella porque la interpretación de quien lee explora o crea mundos nuevos, llenos de agua y naturaleza, a veces sin ellas. En la interpretación de lo ligado con la naturaleza puede haber pautas pero no conclusiones, pues intervienen lecturas previas o experiencias vividas o imaginadas; nada surge porque sí.
La siguiente relación es incompleta. Debo explicar que la he construido para hacer una película sin imágenes. ¡Qué pretensión tan absurda!, dirá alguien. El escrito que sigue utiliza títulos de libros de la magnífica selección del RECIDA y CDAMAZ (Centro de Documentación del Agua y Medio Ambiente del Ayuntamiento de Zaragoza). Aparecen citados en el orden que se encuentran en la selección citada. No figuran los autores y autoras de los libros ya que algo se dice de cada cual que se hace de cada título que se resalta (en cursiva). Diría más o menos así:
La flor de la sal es en realidad un trozo de tierra, a veces en la raya del infinito. Algo así como una nueva tierra salvaje en la que habitan fieras familiares, a la vez que mi familia, las aves y otro mundo mejor. También se puede admirar el lenguaje de las flores, camuflado, o no, en la piel del lobo o buscando directamente en la selva, acaso en la lejana Tasmania, por más que siempre estará primero el mar, o su más amplia percepción oceánica. Por allá viaja la turista, mientras todo arde, puede que incluso el planeta. Tanto es así que estamos asistiendo a la última migración, en busca del camp cero. Algo parecido debió encontrar una mujer afortunada que era médica rural. Más bien se trataba de un planeta invernadero que pone en riesgo una parte de la infancia del mundo, a la que no puede llegar la última llamada. O solo aquí, pero siempre reinará el desconcierto. Aunque es posible que se camufle algo de felicidad en la tierra seca. No resulta sencillo encontrar un lugar seguro, por más que haya mujeres que mueven montañas, a las que siempre acompañan las huellas del sol.
Emboscadas enfrente del Wasteoceno: la era de los residuos. Pero tambiénde La Amazonía, la revolución conservacionista, o para descubrir en la planta sapiens: la inteligencia secreta de las plantas. Y por lo cual, dar gracias a la vida: la naturaleza indispensable. Sin dejar de preguntarnos qué significa Contra la sostenibilidad: por qué el desarrollo sostenible no cambiará el mundo (y qué hacer al respecto) o qué quiere decir eso de Molinos y gigantes: la lucha por la dignidad, la soberanía energética y la transición ecológica y eso otro de Cambio climático y ecoansiedad: De la preocupación a la acción. También entender el planeta silencioso: las consecuencias de un mundo sin insectos, porque además hay que educar para la sostenibilidad de la vida: una mirada ecofeminista a la educación. Acaso veamos algunas claves en el estornino de Mozart y empecemos a entender las necesidades de ante la crisis ecosocial. A partir de ellas, llegar a Fitópolis, la ciudad viva o sumergirnos en el Ebro, que sin duda forma parte del Atlas literario de la Tierra: paisajes de palabras lo mismo que la sed: una historia antropológica (y personal) de la vida en las tierras de lluvia escasa. Entre todos conseguir la regénesis: alimentar el mundo sin devorar el planeta basándonos en parte en la revolución de la proximidad, por más que no queden lejos los ponis de los confines de la Tierra. Seguro que nos será más sencillo sin conseguimos hablar balleno, incluso en las horas de invierno o cuando las montañas bailan. Quizás una rana en el zoo de Durrel nos facilite El arte de contar la naturaleza. Es más, saber por qué necesitamos la naturaleza de la naturaleza. Será debido a que somos Humanimales: abrir las fronteras de lo humano pero nos falta demasiado para apreciar la filosofía ante la crisis ecológica. Una propuesta de convivencia con las demás especies: decrecimiento, veganismo y rewilding. Nos servirán para lograrlo la recivilización: desafíos, zancadillas y motivaciones para arreglar el mundo, también Cultura fósil: Arte, cultura y política entre la Revolución Industrial y el calentamiento global y, cómo no, La inmensidad del mundo: una historia de cómo los sentidos de los animales nos muestran los reinos ocultos que nos rodean.
A partir de aquí vendrían cómics recomendados, poesías que engrandecen el alma naturalista, y algunos clásicos que han hecho acrecentar el número de personas interesadas, el activismo ambiental y la cultura ecosocial. Seguro que quienes animan las bibliotecas escolares sabrán continuar con este relato ligado de títulos de las obras.
Por otra parte habremos de agradecer a todas las personas implicadas en hacer esta gran (de grande y excelsa) selección, siempre incompleta porque hay muchas formas de entender la ecodependencia. Se han llevado a la escritura o imagen tantos intentos literarios que no cabrían aquí, pero su relación completa le restaría fluidez a la estupenda selección, que no enciclopedia.
Así pues, aquí tiene el profesorado un estupendo muestrario de libros para leer, y para empujar al alumnado hacia el descubrimiento de la pujanza literaria de lo ecosocial. Bastantes de las obras aquí nombradas merecerían ser objeto de interpretación colectiva en los clubes de lectura de los colegios e institutos.