Todo proceso de cambio escolar es lento, a veces imperceptible. Lo hemos comprobado en la aplicación de las siete últimas leyes educativas. A la vez toda transición educativa lleva tiempo reflexivo. Más que nada porque la resistencia puede ser implícita –migrar cuesta en una institución secular que basa en la transmisión de contenidos su eje vertebrador- o explícita –no gusta a amplios sectores del profesorado que no le encuentran el porqué o para qué-. Este grupo puede oponerse de forma gratuita o hacerlo porque los distintos cambios legislativos lo han lastimado.
Se ha escrito con continuidad, se ha debatido en muchas jornadas educativas, que la escuela española necesita una transición que la acerque a las nuevas potencialidades/capacidades que la vida exige. Porque, querámoslo o no, para enseñar y aprender hoy no sirve lo mismo que se empleaba, sin cuestionarse siquiera, hace casi 50 años, cuando irrumpía la EGB. Esa tentativa de apartar del camino a las leyes franquistas y los modelos de educación tradicionales, casi invariables desde que la educación pasó a ser obligatoria.
Esta necesidad de transición es demandada por buena parte del profesorado, que aunque animado encuentra muchas dificultades en su propósito, o a veces el camino se le llena de obstáculos. Será porque buena parte de los materiales educativos dirigidos tanto al profesorado como al alumnado no se despegan del marco tradicional que siguieron durante mucho tiempo. Pero otros sí.
Conocemos experiencias interesantes impulsadas por colectivos varios. Hoy vamos a comentar aquí la propuesta de FUHEM para 4º de ESO, un nivel con especiales dificultades provocadas por las características del alumnado y por las singularidades de los cada vez más complicados conocimientos que deben aprender, mejor capacidades que deben saber aplicar. Porque en el momento de la verdad no aciertan. Lo volvió a señalar hace un mes Andreas Schleicher, creador de PISA: Los estudiantes españoles son buenos reproduciendo contenidos, pero no aplicándolos. El mismo Schleicher que unos años atrás, en 2021, había animado a la educación española a soltar lastre: La educación española prepara al alumnado para un mundo que ya no existe. Y tres años antes suscitó la polémica con aquello de que “los profesores españoles parece que trabajan en una cadena de producción”.
Todos estos mensajes de quien ha estado a los mando de los evaluativos informes PISA de la OCDE no deben ser tomados como una crítica despiadada al sistema sino como puntos de inflexión crítica para seguir adelante, y acompasar la enseñanza y el aprendizaje a la compleja existencia de los nuevos tiempos. Tal intención vemos en las tres últimas propuestas de FUHEM para 4º de ESO. Todos presentan situaciones de aprendizaje dignas de ser experimentadas. Los títulos ya avanzan la intención transformadora: La evolución, para entender la biología; De la Modernidad a la Globalización, para mirar la historia desde dentro, y Software libre que presenta interactuando ámbitos como la atención educativa, la tecnología y la educación en valores cívicos y éticos.
Los materiales aquí comentados no dejan desvalido al profesorado para interpretar las complejas instrucciones que se le dan en materia educativa. Aportan, en consonancia con la Lomloe, una mirada ecosocial de la vida. Buscan las pertinentes transiciones, del profesorado para enseñar y del alumnado para comprender, que dibuja la compleja situación en la que vivimos. Por eso manifiestan de entrada que es ahí, en el centro de la crisis mutidimensional (económica, social y ambiental) donde quieren situar al alumnado y al profesorado. Expresan con claridad, lo que a mi entender es una apuesta valiente y necesaria, que no creen en la neutralidad educativa, que prefieren una educación sin manipulación a partir de situaciones de aprendizaje.
Puede que haya docentes que las miren desde la distancia. Acérquense a sus propuestas sin prejuicios. Las ayudas al profesorado figuran en un lugar principal. Los materiales exponen su flexibilidad en su redacción o en los apoyos de su aula virtual. No se quedan ahí. Justifican unas metodologías basadas de la construcción colectiva del conocimiento y en metodologías activas. Tienen siempre presente la atención a la diversidad.
Con estos postulados, concretan la situación de aprendizaje mediante la exposición de las competencias específicas, los saberes básicos y los criterios de evaluación. Detallan los objetivos competenciales y las actividades en las que se trabajan. Concretan, aquí se hace más visible que en cualquier otro lugar, la diversidad asociada a cuatro niveles de desarrollo competencial.
El profesorado de educación secundaria ha visto con reticencias el planteamiento de la Lomloe. Estos materiales los pueden guiar en el camino adecuado; no dejan nada al azar. Incluso si parecen en algún caso excesivamente minuciosos, siempre se está a tiempo de adaptarlos al grupo concreto con el que se trabaje. Tan importante como las situaciones de llegada son las de partida. Por eso vienen concretadas las escalas de valoración de los niveles de logro.
Sin duda, los recomendamos pues en todos ellos se nota que han sido elaborados por profesionales en activo. Sin duda sirven para las escuelas de FUHEM, pero si se miran con detalle se verá que son aplicables en la mayor parte de los centros, en ese complejo nivel que es 4º de ESO. En él los estadios madurativos del alumnado coexisten, y no siempre con acierto, en la antesala del Bachillerato. Por eso, hay que alabar algo más que se propone en la propuesta FUHEM: observar las situaciones de aprendizaje desde dentro y en relación con los demás, enfatizando el valor del compromiso. Seguro que los escolares formados con ellos desmentirían algunas de las apreciaciones del señor Andreas Schleicher sobre los estudiantes españoles.