Seguimos trayendo a nuestro blog aportaciones varias para trabajar la educación ambiental; unas muy conocidas, otras menos. Abrimos de par en par nuestra Ecoescuela para que entren propuestas didácticas que faciliten el desarrollo de actuaciones escolares que aminoren las dificultades que en este curso 2020-2021 debe sortear la educación formal, especialmente el profesorado y el alumnado que ensayan sin entrenamiento previo nuevas relaciones entre ellos y con los aprendizajes. Por este motivo, convendría que los centros educativos anotasen diariamente en su Agenda escolar lo que ha sucedido cada día, las dificultades que han surgido y cómo las han ido solucionando.
Todo ayuda a la mejora del proyecto colectivo, todo sirve para un curso en el que va a haber que sortear muchas dificultades similares a las que han surgido en la vuelta a las aulas. Queremos pensar, necesitamos creer, que dentro del marasmo escolar en el que estamos inmersos; hacer convivir gestión y educación para que las personas aprovechen lo mejor de sí mismas casi nunca resulta fácil. ¡Qué decir en este curso 2021 que permanecerá en la microhistoria de cada cual y veremos cómo queda reflejado en la Historia del siglo XXI. ¿Servirá la Educación Ambiental de cauce para aprender? Es una hipótesis que habría que investigar, una vez superados los primeros días de vértigo.
Siempre es conveniente conocer reflexiones sobre la Educación Ambiental y experiencias didácticas que se desarrollan en centros diferentes al propio. Pero especialmente cuando se viven momentos tan críticos en las escuelas, se agradece que alguien se pregunte si se pueden mezclar propósitos de aprendizajes positivos que nos sirvan a la vez de lecciones de resiliencia. De lo primero se puede aprender mucho en La Firma del mes de la Carpeta Informativa del Ceneam (Centro Nacional de Educación Ambiental), donde se recogen cientos de aportaciones de reflexión y para el debate. Se puede hacer una búsqueda por autores o por temas. También merece la pena entrar en Recursos para la Educación Ambiental. Allí se aportan muchas ideas prácticas muy útiles en estos momentos.
El título de la presente entrada, y todo lo que viene a continuación es una especie de análisis y a la vez resumen de un interesante artículo de Marta López Abril e Isabel Fernández Domínguez publicado en la Carpeta. Las autoras quieren ejercer el papel de difusoras y lo logran con apuntes generales y detalles finos. Recogen propuestas diversas en torno a problemáticas graves de la actualidad: cambio climático, movilidad, contaminación, alimentación, consumo, etc., relacionadas con la Educación Ambiental pero que integran también cuestiones sociales como cuidados y cooperación. En el artículo se explican, y enlazan, ejemplos de iniciativa social durante la pandemia de los cuales recogemos solamente uno de algunos ámbitos: laboratorios ciudadanos y cartografías de iniciativas ecosociales como ESenRED comentado ya en este blog; sobre alimentación y consumo como #soscampesinado; de transformación comprometida de las ciudades como Paisaje transversal; propuestas de reconexión con la naturaleza como Red de Equipamientos de Educación Ambiental para el Desconfinamiento (REDEEA) de la cual ya hablamos en la anterior entrada de este blog; de apoyo mutuo como la Red Mundial de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores auspiciada por la OMS; sobre creatividad y cultura como El Laboratorio ESCOITASME?; de arte y naturaleza como Naturaleza artificial del Museo Nacional de Ciencias Naturales; cuestiones de desigualdad y nuevo modelo económico como la Guía de iniciativas de economía solidaria frente a la crisis del COVID-19 editada por la Red de Redes de economía colaborativa y solidaria (REAS); entre otras).
Desgranan también y justifican al final algunas reflexiones y aprendizajes para compartir: que gran parte de las iniciativas han surgido de contextos sociales previos, que buscan satisfacer necesidades humanas, que casi todas tienen origen urbano, que buscan la transformación de los modelos de vida, que generan círculos de cuidados, que han sido experimentadas.
En fin, que, como dicen las autoras: “La crisis sanitaria y el confinamiento han mostrado claramente la íntima relación entre nuestro insostenible modo de vida como sociedad, los problemas ambientales y nuestra salud”. A la vez, llaman la atención sobre el hecho de que antes ya nos encontrábamos en una crisis multisistémica que justificaba una Educación Ambiental que mejorase las relaciones entre las personas y de estas con el planeta. Por eso, las acciones positivas para fomentar la resiliencia que han seleccionado merecen una consideración en los centros educativos. Habrá que darles las gracias por semejante aportación.
Carmelo Marcén Albero