Digamos de entrada que hablar del calor en este enero invernal, máxime cuando muchas aulas deben permanecer hiperventiladas para evitar la transmisión del coronavirus a la vez que fuera se miden temperaturas cercanas a los 0 ºC, alguien lo considere un entretenimiento absurdo. Seguro que el “despreocupado” climático que gobernó los EE.UU. los últimos cuatro años estaría entre ellos. Pero no. Hay que informar al alumnado de que olas de calor y los episodios fríos forman parte de un conjunto que se llama cambiante clima global.
El aumento de la temperatura –señal inequívoca de calor– es uno de los más certeros indicadores de que la dinámica climática ha cambiado, pero no solo. El ilustrador Ramón, un gran defensor del medioambiente en sus tiras “Hipo Popo Pota y Tamo” lo ilustra a menudo. Hablen sobre ellas y disfruten; no deben perderse sus ilustraciones en las que explica lo del cambio climático, se encuentran con cualquier buscador. Su viñeta sobre la actual ola de frío tiene una explicación científica que se puede enmarcar en lo que llamamos vórtices polares. Por causas que no vienen al caso, se ha producido un calentamiento repentino de la estratosfera (SSW, por sus siglas en inglés), sobre el polo ártico a unos 30 km de altura, en poco tiempo. En apenas unos días se ha roto, ha alterado la archiconocida “Corriente en chorro”, y uno de su pedazos se ha desplazado hacia el sur; ha generado en la troposfera el desastre de nieve y temperaturas que tanto nos ha afectado en Europa. Ya soportaron episodios similares en la costa este de EE.UU. en 2005 y 2013-14. La dinámica continuará revuelta. Aunque carguemos un poco los enlaces aquí va otro que reanaliza constantemente la dinámica global; lo gestiona y dinamiza el “Climate Change Institute” de la Universidad de Maine.
El alumnado es parte activa de la vida en común. Por eso, debe conocer las causas y consecuencias de episodios como los que estamos viviendo, de todo lo que hay alrededor del aumento global de las temperaturas, para aventurar lo que puede suceder si las cosas siguen como ahora; un ejercicio sumamente recomendable si se busca información veraz y se razona bien. Quizás, si los escolares ven el clima como un escenario de interrelaciones entre lo físico y lo social podrán reconocer la importancia de lo que cada cual haga para revertir las tendencias que ahora se observan y llevar ese interés a sus familias. Es solo una hipótesis. Acaso podríamos preguntarles aquello que se le atribuye al humorista americano Steven Wrigth: ¿Si vieras una ola de calor la saludarías?
Insistimos una vez más en que la escuela se presta a muchas actividades que tienen relación con la vida cotidiana, y para las cuales el desarrollo del pensamiento colectivo es una buena estrategia. Pensar también es educación, más todavía si se razona lo pensado y se comparte con alguien. Imaginemos que cualquier día de estos comenzamos la clase preguntando si el día concreto, a una hora determinada, hace más o menos calor, si la sensación es de mucho o poco frío, si la vestimenta de cada cual está más o menos adaptada a la situación, cómo se entiende ese día en relación con los anteriores. Este frío retorno de las vacaciones sirve especialmente. Puede que existan unanimidades o desacuerdos, habrá que razonarlos; incluso sería conveniente volver a plantearse lo mismo cuando hayan transcurrido varias semanas desde la ola de frío. Pidan al alumnado que diga si le parece bien la temperatura de ese día concreto y por qué razón. En este simulacro se mezclan sensaciones, impresiones y quizás conocimientos: unos aprendidos en la escuela y otros relacionados con la historia personal vivida, que sin duda estos días estará mediatizada por la reciente ola de frío y los efectos de la borrasca Filomena. La percepción del calor es algo más que la constatación de la medida de las temperaturas; quizás por eso se nos escapan los efectos a medio y largo plazo de las olas de calor. Pero no olvidemos aquello que aseguran que dijo Aristóteles: La salud es la justa medida entre el calor y el frío. Ahí vamos.
Más de una vez hemos aconsejado desde este blog la entrada en la Web de la Aemet (Agencia Estatal de Meteorología). Se ha renovado y ofrece múltiples espacios de interés. No hablamos solamente del conocimiento de varios parámetros del tiempo real, con datos muy recientes, en muchas estaciones distribuidas por toda España sobre las cuales se pueden llevar a cabo diversos ejercicios prácticos; tampoco de las predicciones por localidades sino de otras muchas informaciones que proporciona. Las referencias de esta página deberían ser utilizadas a menudo en clase para revisar el día a día y anticipar el futuro, a corto y largo plazo. Temperaturas, precipitaciones, viento o presión atmosférica son los más vivibles compañeros (condicionantes) de la vida cotidiana; cambian a menudo y conforman lo que el alumnado debe entender como tiempo meteorológico, al margen de la subjetividad de cada cual. La naturaleza, y las personas también, se ven influenciadas a menudo por el ritmo de las variables meteorológicas, en este caso por las olas de calor. Por eso es algo básico que se debería trabajar en todos los niveles educativos. Busquen en Pinterest o Google ilustraciones del dibujante “El Roto” que hablan sobre las olas de calor y cambio climático y coméntenlas en clase. Sirven de motivación y dan para mucho.
Pero, ¿sabemos realmente qué es una ola de calor? También se nos escapará la caracterización científica de la actual ola de frío. Recientemente, la Aemet recogía que las olas de calor en España se habían duplicado en la última década, que el verano de año 2020 había supuesto el de mayor estrés térmico en el sur peninsular. Copiamos textualmente: «Durante este último decenio, que termina en 2020, prácticamente se han duplicado tanto el número de olas de calor como de días al año en los que se registran estos episodios extremos en relación a décadas anteriores. El verano de 2020 registró temperaturas más altas de lo normal por sexto año consecutivo, se produjeron dos olas de calor». Nueve de los diez veranos más cálidos desde 1965 han tenido lugar en el siglo XXI. En otra entrada del mes de junio afirmaba que los cinco primeros meses del año habían sido los más cálidos desde que hay registros. Así mismo destacaba que el fenómeno del aumento de las temperaturas afectaba también a Europa. Sobre lo previsible en América Latina alertaba la OPS (Organización Panamericana de Salud).
En una ecoescuela abierta hay que entender lo que pasa por el océano del tiempo y el clima, por las olas de calor o las de frío, que viajan por los aires pero se quedan también en las aguas y en el suelo. Es más, la multidiversidad que puebla el planeta se ve muy afectada. Esta escuela tan compleja que nos toca vivir, con clases semipresencialidades y diversas estrategias de supervivencia se presta a una actividad novedosa para saber qué está sucediendo realmente en las últimas décadas, en la Unión Europea al menos. Se puede invitar al alumnado de los últimos cursos de primaria, a toda la secundaria y, por supuesto, a bachillerato y los ciclos de FP a que lo haga a través de Global Climate Change. En el mapa interactivo que proporciona se busca la localidad propia o cualquiera que interese, para enterarse de cuánto se ha incrementado la temperatura media en los últimos años. Una vez hecha la búsqueda, además de la cantidad, se detalla «saber más» en donde se ve por años cómo ha ido evolucionando desde 1960 a 2018; se pueden adivinar tendencias consolidadas e imaginar las razones para que sucediera tal cosa.
Pero ojo, detrás de lo cuantitativo -por ejemplo, los 1,9 ºC que se ha incrementado tanto en una localidad tradicionalmente cálida (Leciñena, en España en una zona semidesértica como Los Monegros) como en otra que siempre había sido muy fría (Helsinki, en Finlandia)- se esconde lo cualitativo. Con el alumnado de los cursos superiores hay que dialogar sobre cómo afectará a la vida cotidiana de los dos lugares un mismo suceso. Pero además los hechos y cifras de la página se prestan a más ejercicios; como, por ejemplo, una escalera de máximos incrementos. Si se comenta en clase, al margen de los datos, se trabaja la localización (más al norte o al sur de la UE, al este que al oeste, o no hay una secuencia uniforme), si los gráficos de varias localizaciones muestran las mismas tendencias, si las vidas social o económica se verán afectadas, etc. La relación entre territorios y repercusiones del cambio climático se mueve dentro de postulados de materias como Ciencias de la Naturaleza, Sociales y ayuda a leer de manera crítica la vida global. La entrada “2050. Una década de veranos infernales” de National Geographic servirá para quienes deseen ver la posible afectación a España del tiempo futuro.
Muestren al alumnado de secundaria y bachillerato que nos encontramos dentro de un maremoto de las temperaturas. En “Temperature anomalies by country” se ilustran mediante círculos, tamaños y colores (del frío azul al cálido rojo) la evolución (anomalías) de las temperaturas medias en muchos países entre 1880 y 2017. Interesa también que el alumnado comprenda que tras un año de aumento puede venir otro de disminución, pero lo que es importante es fijarse en tendencias consolidadas. Especial atención a lo que sucede, se generaliza, a partir de los años 80 del siglo pasado. Del visionado pueden brotar nuevas escenas e ideas para entender las olas de calor y el cambio climático, pero hay que dedicarle tiempo. Si se ha organizado un proyecto de trabajo sobre el tema merece la pena estar al corriente de las anomalías, este concepto merece una dedicación especial, de temperaturas, gases atmosféricos y otras que presentan la NASA o la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, por sus siglas en inglés).
El océano de calor, más bien la distorsión climática en general, es una realidad ya. Tras el visionado de esta animación sobre la pérdida de la masa del hielo en el Ártico 1979-2016 se debería invitar al alumnado a que proponga acciones –propias o de otros como gobiernos y empresas- para mitigar estos efectos o pensar las adaptaciones que serán necesarias si las cosas siguen así. Como siempre, invitamos al profesorado a que abra las ventanas de las aulas para que entre la vida real: el cambio climático y el aumento de las temperaturas por todo el mundo ya son una parte de nosotros mismos, por acción u omisión. Desde aquí una seria proposición: hagan de la relación olas de calor y salud un tema permanente de análisis y trabajo en sus clases; busquen un lugar prioritario en los Proyectos Educativos de Centro al cambio climático y sus emergencias. Reflexionen dentro del equipo pedagógico si sería conveniente poner en marcha uno o varios proyectos sobre estos temas o acerca de lo que dice el informe 2019 de The Lancet Countdown sobre “Salud y cambio climático: garantizar que la salud de un niño nacido hoy no esté definida por un clima cambiante”. Redefinan sus currículos para adaptarlos a lo que de verdad importa para entender el día a día. Seguro que el alumnado se lo agradece.