Resulta difícil encontrar una lección en los libros de la enseñanza obligatoria que dedique un puesto estelar al oxígeno. Y, sin embargo, es uno de los comodines de la vida como el agua y unas pocas cosas más. Está por todos los lados, cual deidad omnipresente, y su poder se nota en bastantes reacciones químicas apreciables. También tiene un papel importante en buena parte de las actividades de la vida diaria. Otro tanto pasa con el agua, pero de esta se habla más. Hace cientos de años que se sabe que son parientes. Para resumir decir que tienen en común que el uno se escriba O2 y la otra H2O. Es decir, que los dos llevan oxígeno. El uno no se ve pero la otra permanece en nuestra alimentación, en los tejidos corporales, en los supermercados, etc. En resumen, está presente en muchas actividades humanas.
En una escuela pequeña de un pueblo de los que nunca se nombran, en los que apenas sucede nada reseñable porque están ocultos en la España vaciada y olvidada, su maestra se empeñó en desarrollar un proyecto educativo sobre el oxígeno. Era una de las tres clases de la escuela. En ella había chicos y chicas de distintas edades, de 3º a 5º de primaria. Abundaban quienes no tenían ni idea de lo que era el oxígeno. El agua, por el contrario, era muy conocida. De ahí que casi todos hubieran preferido trabajar sobre el agua, pero ese proyecto ya lo habían desarrollado durante el año anterior.
A la maestra le costaba poner el proyecto en marcha; en realidad se trataba de un trabajo casi mágico: hacer visible la compañía de algo invisible, que el alumnado comprendiese una parte de sus efectos en la vida cotidiana. A muchas cosas y elementos que intervienen en nuestra vida también se les niega el papel de protagonistas; las plantas y algas, por ejemplo. En este esfuerzo de dar valor a lo invisible que nos une se emplea a fondo la Educación Ambiental. A todos esos enigmas que nos sostienen la vida nosotros los llamamos los intangibles ambientales presentes en el olvido. Los hay en el aire, mayormente son gases pero también muchas contaminaciones, en este caso las partículas más grandes.
Se abrieron las ventanas de la clase y se dejó entrar el aire, alguien se atrevió a pronosticar que llevaría oxígeno. Lo había oído en algún lado y lo ponía en el libro. Maestros y maestras utilizamos muchas veces los preámbulos de historietas para llamar la atención del alumnado sobre hechos concretos. Como se hacía en aquella antigua serie televisiva francesa de “Érase una vez…”. Dedicaba un capítulo al cuerpo humano en el que el oxígeno era el protagonista principal. Han transcurrido bastantes años desde que Televisión Española, la 1 actual, programaba Juego de niños. Consistía en que los adultos, y los televidentes, adivinase qué era eso que trataban las explicaciones de los niños. Recuerdo haber organizado y grabado en 2004 un remedo de aquel programa televisivo. En él pedía a chicos y chicas de primer ciclo de secundaria que, por equipos, definieran con sus cualidades el asunto asignado: el agua, el aire, el oxígeno y el dióxido de carbono; el nitrógeno no lo eligió nadie. Las respuestas fueron variadas. Entre las que recuerdo: un aire, un gas, algo que comen los peces, algo que se fabrica, lo que se come la contaminación, lo que resucita a las personas, lo que fabrica un bosque, algo que nosotros comemos pero no comemos, etc. Cuando un equipo interpretaba, el resto de la clase debía adivinar de qué se trataba. Las descripciones eran interesantísimas. Pero lo mejor sucedía cuando proyectaba en una clase diferente, de otro pueblo, lo grabado en otra.
Vista la importancia del asunto intentamos conocer cuándo se enterarían los humanos de la existencia del oxígeno. No supimos encontrar respuestas convincentes. Preguntamos otra vez qué pensaban que era el oxígeno. Todavía quedaban dudas. Previnimos con algo que parecía un acertijo o adivinanza: verían sus efectos antes de ser capaces de reconocerlo. Alguien miró en Internet; ninguna foto encontraron. Aunque una niña que había ojeado los periódicos digitales encontró un titular sorprendente: Dos goles de X dan oxígeno al equipo de fútbol Z. El titular no aclaraba mucho, si bien alguien de la clase B supuso que tenía que ser muy importante, o que el oxígeno metió el gol de la vistoria. Por eso nos decidimos a dibujar un gran O2 en la pizarra, sin más explicaciones ni decir del 2 pequeñito que había abajo, por más que varios alumnos se preguntaban la relación entre los goles y el oxígeno. A partir de ahora así se nombraría, como si fuera un héroe de una película cibernética. Como había curiosidad les hablamos de la importancia de la aparición del oxígeno en el aire del planeta Tierra hace millones de años, ligado precisamente a la vida. Como demandaban más información los remitimos a Meteored.
Contamos algo de la historieta de sus descubridores. Casi siempre hay controversia en el protagonismo de desenmascarar lo oculto o desconocido, como sucede en el caso del “descubrimiento” de América por ejemplo. También se comentó que, en ocasiones, el hallazgo es accidental, y que casi nunca es obra de una sola persona. En el caso del oxígeno, fue un científico sueco Carl Wilhelm Scheele (1772) el primero en aislarlo pero la ciencia dijo durante muchos años que había sido Joseph Priestley (1774). La gloria se la llevó este último porque patentó antes el resultado. El nombre definitivo parece que se lo puso el agudo químico francés Antoine Lavoisier (1778) porque utilizó el griego antiguo en donde vio oxis (algo así como ácido) y geno (más o menos la capacidad de generar); y él mismo apuntó ese porcentaje del 21 % de oxígeno que lleva el aire que hay cerca de nosotros. A esto queríamos llegar: el oxígeno tiene la capacidad de generar, ayudar, en muchos cambios que ocurren en nuestra vida diaria, en el planeta, en las aguas del mar, en la atmósfera que nos rodea, cuando algo se oxida, especialmente en la troposfera; y en los seres vivos. Aunque parezca un poco rollo toda está introducción, la incluimos para que las maestras y maestros lo conozcan y aprovechen lo que mejor les vaya.
Pero los estudiantes han de saber que no todo el aire es oxígeno, ni es su principal componente. Cuestión que se confunde muchas veces, como cuando alguien dice que va al bosque/parque a llenarse los pulmones de oxígeno. Y eso que en la lección sobre el aire hay un gráfico que deja a las claras que la proporción de nitrógeno es más de tres veces la de oxígeno. Precisamente por las ideas erróneas que tiene el alumnado, el público en general también, hemos de llevar el oxígeno a la escuela, conocer bien ese 1 % de composición variable del aire variable que tanta influencia tiene en el cambio climático y muchas actividades de los seres vivos. Por eso, alguna vez hemos programado para clase “la aventura de encontrar oxígeno en la escuela”, más que nada por dar valor a la importancia de los intangibles que nos proporcionan vida.
En otra ocasión, colocamos unos paneles en el vestíbulo del instituto en los que se invitaba que quien quisiese expresase lo que entendía por oxígeno. El comentario de las respuestas dio para mucho en la clase de Ciencias de la Naturaleza. Pero expresaban mucho mejor los errores conceptuales presentes en la ciencia ciudadana. En un mural anexo, la pregunta se refería a la proporción en la que se encontraba en un espacio abierto, y si en una clase cerrada habría más o menos o si era invariable. También si se conocía en qué proporción habría disminuido pasadas dos horas con ventanas y puertas cerradas. Las respuestas aquí fueron todo y nada. En el comentario posterior al menos les animamos a la duda. Posteriormente nos conectamos a la web de Aquae y por allí anduvimos un rato nadando en la sopa del aire contaminado. Nos gustaría repetirlo ahora con el argumento global de la ventilación pandémica.
Aquí lo dejamos para no olvidar que no solo el aire es el lugar natural del oxígeno, sino también el agua, las plantas, etc. Por no extendernos mucho nos quedaremos en la relación oxígeno/agua porque favorece la biodiversidad de nuestros ríos y mares; a la vez nos procura vida a todos. Porque el alumnado debe valorar la importancia del oxígeno disuelto en el agua. ¿De dónde ha salido se preguntará más de uno? Simplificando mucho diremos que de los pequeños o grandes saltos que realiza el agua de ríos y torrentes que, al pasar por el aire, “se les pegan” moléculas de O2. También del aire que mueve la superficie del agua en mares y otros lugares, pero sobre todo de la fotosíntesis de las algas cercanas a la superficie acuática. Lo saben bien los peces y otros muchos animales marinos. Estos son más abundantes en las aguas poco profundas, allí hay pocas posibilidades de fotosíntesis. La ciencia ha descubierto que entre un tercio o hasta la mitad del oxígeno del aire “ha salido” de los mares y océanos. Los animales marinos buscan también las aguas frías. Porque estas contienen más oxígeno en proporción. Cualquiera hemos hecho más de una vez la prueba de verter el líquido de un refresco frío en un vaso y ver lo que sucede. Vemos burbujas que suben hacia arriba y explotan. Son gases liberados, no oxígeno, que desaparecen cuando el agua se calienta. Eso más o menos sucede en mares cálidos y fríos. De qué, si no, iban a realizar las grandes migraciones marinas los cetáceos y otras especies de animales del mar.
Todo esto que parece sencillo no lo es. Si el agua sigue calentándose por efecto del cambio climático “liberará” una buena parte del oxígeno que puede contener, con lo que la vida marina se complicará para muchos seres. El ejemplo lo tenemos cerca, en el progresivo calentamiento del mar Mediterráneo. Además, si la superficie de mares y océanos está contaminada por vertidos líquidos o plásticos, llega menos luz a las algas y no realizan bien la fotosíntesis. Luego, habrá menos liberación de oxígeno al aire y posibilidades de vida. Con lo cual todos estaremos expuestos.
Y llegó el momento de hablar de las diatomeas. Tienen formas y colores variados, aunque solo se ven con el microscopio. Su tamaño es mínimo, su valor máximo. En una cuchara de las de sopa, 10 ml más o menos, de un mar vivo se podría encontrar decenas de especies de diatomeas. Pero además, estos microorganismos realizan la fotosíntesis. Y aquí está su principal valor: capturan el dióxido de carbono del agua -del cual el mar es un gran recolector- y, en cambio, “sueltan” oxígeno. Por eso se les ha llamado los pulmones del planeta. Forman parte importante del fitoplancton. Todo lo anterior sirve para ilustrar la enorme interdependencia y ecodependencia que construye o destruye la vida. Este es uno de los argumentos importantes a los que queríamos llegar.
La moraleja es que los humanos no podemos hacer lo que queramos con relación al aire y al agua, todo está conectado y nosotros somos un eslabón fundamental para que las cosas vayan en una dirección o en otra. Si las “sopas aire y agua” están contaminadas o con menos oxígeno lo notaremos bastante, mucho más las diatomeas del agua. Por cierto, hemos leído cosas asombrosas sobre ellas, como que la primera se descubrió hace unos 240 años. Eso es, más o menos, lo que hemos querido ver en el proyecto “Sembrando oxígeno”, basado en la plantación de árboles productores de oxígeno y captadores de otro gas perjudicial, el dióxido de carbono que citamos únicamente como otro de los invisibles, en este caso, dañino, que circulan por nuestra vida. Algo parecido se puede encontrar en la Fundación Oxígeno. No cuesta nada echarle un vistazo. Por más que el alumnado no deba aprender mucha química en en el primer ciclo de secundaria sí que puede responder en dónde será mejor la calidad del aire: en la ciudad o en el campo. Después toca encontrar las razones. Una pregunta para plantear al alumnado de secundaria: ¿Qué pasaría si disminuye mucho a escala global la calidad del aire en las ciudades?, si es que se produce. Ver aquí en tiempo real. Aquí un resumen y relación detallada.
¡Ah!, se nos olvidaba. A lo largo de esta pandemia que tanto nos ha enturbiado la vida, las ventanas han estado abiertas para que entrase aire. ¿Por qué? Por cierto, en algunas clases se han instalado medidores de CO2. Dado que el alumnado de estos cursos no necesita saber mucho del asunto no aconsejamos explicar mucho más. Si es caso, aludir a la respiración de las personas en búsqueda del oxígeno salvador que se contrapone con el dióxido de carbono.
Es el momento de dar un papel revelador al oxígeno en las aulas. Pues la Lomloe relaciona más de una vez el aire y la salud. De paso, no estaría de más informarles que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha propuesto un Pacto Global de la calidad del aire, como explica muy bien la doctora María Neira (Directora de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS) en esta entrevista.
Al final durante el proyecto hemos mezclado respiración humana, con plantas y algas además de la contaminación. Una sopa de saberes que puede llegar a ser un Proyecto de centro. Aquí acaba por ahora la trascendencia de lo invisible. Un tema de entre los muchos que se pueden abordar para adentrarse en el medioambiente. Por cierto, por ahora sigan dejando abierta la Escoescuela, y no solo por la COVID-19. Continuaremos con otro intangible que tanto se nombra ahora y que debe estar en el meollo de la invasión rusa de Ucrania y en la destrucción material y humanitaria que está causando. Hablamos, claro está del gas natural, para mejor nombre metano.