En las ecoescuelas abiertas el ejemplo de unos pocos puede impresionar a muchos. En realidad, a veces, y si no cuesta demasiado esfuerzo. Pero en otras ocasiones sí, con una fuerza y compromiso que por la razón que sea ilusiona a toda la comunidad educativa. ¿Serán los mensajes o los mensajeros quienes enganchan a la gente? La transformación educativa se dirige en unos casos a cuestionar si la escuela lleva a cabo una correcta gestión ambiental; en otros se hace más hincapié en los compromisos generados en torno a aspectos que afectan más a los convivientes. La escuela es eso: una interacción de convivencias que se fija en cuestiones de la vida real, a veces con discontinuidades.
En esta entrada vamos a hablar de vida saludable, un asunto en sí complejo y totalmente imprescindible en el mundo actual. Todo esto viene a cuento de que nos hemos enterado de una convocatoria del Ministerio de Educación y Formación Profesional que quiere distinguir con un sello a aquellos centros que lo merezcan según el proyecto que presenten. Aquí las bases. Me imagino que el detonante de la convocatoria será invitar a la reflexión sobre los estilos de vida con la pretensión de formar ciudadanía crítica que colabore en la disminución de ciertas afecciones ecosociales a las que ahora nos conduce la vida poco saludable.
Cualquiera que lea la pretensión de la convocatoria no puede estar más de acuerdo: reconocimiento público de los centros docentes, tanto públicos como privados sostenidos con fondos públicos y privados; que todos fomenten el aprendizaje de la salud en el ámbito educativo; así como la asunción de prácticas de vida saludable y una educación física que permita el adecuado desarrollo personal y social a lo largo de la escolarización de los alumnos. Ahí es nada: el viaje hacia la vida saludable mediante prácticas acordes del ejercicio físico y, suponemos, la alimentación en los comedores, el cuidado del cuerpo y la higiene debida. La cosa no es nueva pues ya hubo convocatorias en los años pandémicos que tan urgente tenían esa asunción de hábitos de vida saludable y de competencias para evaluar las situaciones de riesgo que entonces se daban. La verdad es que muchos centros tuvieron especial cuidado en crecer como colectivos saludables. Vaya desde aquí nuestro reconocimiento a su inmensa labor, no exenta de riesgos y decepciones.
Desde aquí demandamos más espacio físico en la red para conocer qué hacen y por qué estos centros y si continúan o no con el proyecto pues saben que las acciones puntuales se desvanecen cuando el estímulo falla. Porque la finalidad de la convocatoria no será poseer el sello sino que supondrá el punto de partida para que todo el centro rebose vida saludable y la pueda exportar a la comunidad educativa. También debería ampliarla a otras dimensiones saludables de la vida en común: cuestiones de desigualdad, relaciones con pobreza o no, interacciones con el cambio climático, etc.; gestiones ante los poderes públicos y las administraciones responsables. No deben faltar demandas para que se eliminen de las televisiones, en horario infantil y juvenil, todo aquello que va en contra de una vida saludable. Así como desmontar ciertos artilugios publicitarios que nos hacen olvidar que más de las tres cuartas partes de los alimentos que vemos hoy en un supermercado no existían hace unos 80 años. ¿Cuáles salvaríamos en una lista de 50, con 10 en la reserva? En resumen, un centro educativo que toma la vida saludable como punto de partida para interrogarse cómo sería una sociedad más saludable, también un planeta y sus criaturas con menos achaques y manipulaciones varias. A partir de ahí…
Cuando estaba redactando estas líneas me llega un enlace de Teachers for Future Spain, que aunque ya cuenta con un escaparate en este Diario de la Educación merece ser renombrado por la encomiable labor que realizan estos profesores y profesoras en torno a la lectura ecosocial que supone la vida saludable. Me traen a la memoria actividades y propuestas bien fundamentadas sobre el uso de recursos, la producción de residuos, acciones por el clima, ecoauditorías, la energía que va y viene, y más asuntos socioambientales que preocupan en las escuelas, aunque parezca que no es así. Merece ser destacado su propuesta de mociones que aborda energía, entorno escolar y emergencia climática. Como me da la impresión de que son muy nombrados pero menos conocidos, y lo merecen, les hemos dedicado aquí un homenaje especial.
Bueno, en realidad la entrada que antes he nombrado trata sobre de «¿Cuánto cuesta el menú sostenible y saludable de una escuela de 0-3 años?», que cuenta un estudio del consumo de alimentos ecológicos llevado a cabo en colaboración entre la Sociedad Cooperativa Garúa. Saberes y proyectos ecosociales y el Cerai (Centro de estudios rurales y de agricultura internacional) en escuelas de la Red Municipal de Escuelas Infantiles de Madrid. Merece la pena leer su Estudio de viabilidad económica. Hay que pensar si se puede llevar a cabo en el centro, en todo el servicio de comedor, razonando con los mayores por qué se hace así, llevando parejo un plan de formación para el profesorado y el alumnado, propiciando debates con organizaciones que entren más en detalle, haciendo partícipes a las familias, colaborando con los productores y comercios de proximidad, elevando un memorándum a la administración educativa, etc. En resumen, cómo y por qué de una alimentación saludable para acercarnos a un mundo saludable que acoja al planeta y sus criaturas.
La escuela no debería tener tantos muros infranqueables, como denuncia Ana María Freire Araújo en este artículo que traemos aquí para el debate sosegado dentro y fuera de los centros educativos sobre la salud ecosocial, que indudablemente tendrá una importante carga ética, no solamente del bienestar personal. Ahora mismo me sugiere buscar una relación con el aprendizaje servicio, vía Roser Batlle.
Volviendo a lo de los sellos. Me preocupo de qué va el asunto y veo que nacen de una Orden MECD/2475/2015, de 19 de noviembre (BOE del 24 de noviembre) por la que se crea el distintivo de calidad de centros docentes Sello Vida Saludable. Además me entero de que en una Resolución de 14 de diciembre de 2017, de la Secretaría de Estado de Educación, Formación Profesional y Universidades, se establece el procedimiento para la concesión del distintivo de calidad Sello Vida Saludable. Leo en el BOE de la concesión de los sellos en 2021 (BOE» núm. 157, de 2 de julio de 2021, páginas 79206 a 79207) y en el BOE la de 2022 (núm. 165, de 11 de julio de 2022, páginas 97641 a 97642). Pero allí apenas se ve un listado. Me pregunto qué han hecho, cómo lo han logrado, qué piensan realizar tras el primer año, cómo mantendrán con dignidad el sello. En fin, un montón de preguntas sobre la pedagogía de lo posible: llevar la vida diaria a las escuelas, para ver si así se siembran compromisos en otras estancias; intentar hacer realidad las escuelas ecosociales y abrir sus puertas de par en par. Otra duda más: ¿De qué manera se podrían organizar estos proyectos para incluirlos dentro de la esfera ecosocial llamada ODS o Educación para la Sostenibilidad? ¿Qué tienen de aprendizaje servicio? Me gustaría saber si estos centros tienen alguna relación con la campaña HealthyLifestyle4All que puso en marcha la Comisión Europea, que también tenía sus premios #BeActive.
En demasiadas ocasiones, las aventuras educativas a las que tanto esfuerzo dedican algunos centros, que en su entusiasmo transformador se apuntan a casi todo lo educativo que se les ofrece desde fuera, desaparecen tras la tapia social de la indiferencia. A veces, una vez concedido el sello nos impide ver lo que hay detrás, o al otro lado de la calle, o en las televisiones atiborradas de cosas nada saludables. Así se mermarán compromisos o acaso faltarán incentivos para seguir adelante. Dice una máxima pedagógica que tan importante como lo que se hace es explicar las razones y razonar los compromisos heredados de tal o cual proyecto. De lo contrario, las escuelas seguirán siendo islas de intenciones de cambios ecosociales que chocan demasiado con la realidad que las circunda, poderosa y con muchos focos distractores. Por eso necesitan un escaparate social en Internet, que si lo tienen no he encontrado. Atentos porque la nueva ley Lomloe en sus bienintencionadas proclamas puede originar algún traspié en escenarios similares a este (Vida saludable como recorrido formativo escolar), y esto refuerza las posiciones de los inmovilistas pedagógicos, que los hay en demasía, o aparta a los timoratos ante cualquier cambio profundo.