Uno desearía que se cumpliese lo que propaga el lema de la XV edición de la Semana del Clima 2023 Climate Week que se celebraba hace unas semanas en Nueva York. El lema de este año decía más o menos: nosotros podemos, nosotros lo haremos. No recuerdo cuál fue el inicio de este tipo de semanas pero adelante si tienen una buena finalidad. Necesitamos a mucha gente pensando algo parecido sobre el cambio climático (en adelante CC). Buena noticia ya es que por todo el mundo surgían iniciativas al amparo del Climate Week.
Este pasado mes de octubre se han cumplido 40 años desde la celebración en Sitges de las I Jornadas de Educación Ambiental. Allí nos reunimos muchas personas de ámbitos muy diferentes para encontrar sentido a diversas iniciativas que tenían que ver con el medioambiente. ¡Cuántas ideas afloraron durante esos días! Seguro que bastantes habrán circulado por la sociedad y los centros educativos, aunque no explicitadas del todo. No recuerdo que allí se hablase específicamente del cambio climático.
Cuarenta años después, y vista la trayectoria educativa, me permito concentrar unas cuantas dudas, aunque figuren como afirmaciones en el listado de más abajo. Me surgen al mirar el quehacer propio y el ajeno, pleno de inseguridades y esperanzas al trabajar clima y cambio climático, siempre dentro del marco escolar. La excusa ha sido mi participación en las II Jornadas Patios por el Clima de Aragón; un tipo de actividades pedagógicas que cada vez realizan más colegios en toda España. Aquí van, sin un orden de prioridades, para que algunas de ellas, salvando la subjetividad de quien esto escribe, se cuestionen en reuniones de grupos del profesorado por la Educación Ambiental o para la Sostenibilidad:
- La prioridad entre abordar lo sencillo –climatizar un patio de recreo- y de ahí ir a lo complejo –climatizar el currículo- no sé si es el camino seguro para progresar en la comprensión del CC en los centros escolares. Quizás el camino vaya en sentido contrario.
- La duda sobre la realidad del CC y su extrema complejidad no debe existir en una sociedad/escuela que vive el presente e imagina el futuro.
- La creencia y el compromiso pueden caminar juntos. El conocimiento solo no sirve de mucho. Es necesario enfrentarse a una situación problemática con actitudes, hábitos y valores propios que puedan preparar para actuar ambientalmente en otros momentos.
- La idea de que el tiempo puntual ya no es solo troposférico, sino un sistema tierra-aire-suelo (vegetación) en interacción, con las personas por medio empujando y sufriendo no logra consolidarse.
- La confusión entre tiempo y clima no desaparece.
- La visión cortoplacista de la vida se mantiene en la educación reglada. Parece que el futuro no se quiere adivinar.
- El sistema climático abierto todavía no consigue hacer olvidar el clima estático.
- La adaptación al CC no es una moda ecologista sino una necesidad vital, individual y colectiva.
- El CC se dice que provoca o es causa de fenómenos meteorológicos adversos. Sin embargo tarda en conectarse. Lo individual ante el CC prevalece frente a lo colectivo.
- La creencia/esperanza de que todo del CC lo mejora la tecnología es una gran mentira largamente cultivada.
- El protagonismo de los negacionistas y retardistas todavía tiene un impacto escolar. También la inacción ante un clima que no se puede tocar con las manos frente al tiempo meteorológico que sí se siente.
- La persistente cultura educativa al tratar lo ambiental prioriza lo estático ante lo dinámico, los elementos antes que las relaciones.
- El cambio climático ha sido acogido en los desarrollos curriculares de la enseñanza obligatoria. Dentro de esta intención hay matices favorables pero persisten ciertas ideas tradicionales que exigen ser despejadas con urgencia.
- El complejo sistema del clima debería entrar con protagonismo en los proyectos educativo y curricular. Tiene tal trascendencia en la vida que merece un lugar preferente. Habrá que resaltar en ellos el papel de las incertezas y la complejidad climática.
- Los proyectos reclimatizadores en los centros deben considerarse como autoformación ambiental y climática del profesorado.
- Los proyectos sirven como eje de unión del profesorado que se incorpora año tras año al centro. Necesitan una lectura compartida del proyecto educativo al principio de curso.
- El protagonismo de toda la comunidad educativa, incluidos alumnado y familias es fundamental. Es muy importante debatir sobre la posición personal del profesorado.
- El hipotético margen del reversibilidad parcial del CC debe ser compartido. La mitigación mediante la acción personal y colectiva tiene un papel principal.
- La sociedad debe acompañar el tratamiento del clima en la escuela. Los jóvenes interactúan con la sociedad a la que pertenecen, que cada vez se preocupa más por el clima.
- El activismo sigue mandando en demasiadas actividades que encuentran en el cambio climático un escenario para que el alumnado aprenda a aprender.
- La urgencia en el tratamiento del CC debería ser una prioridad social y escolar. Tanto en la mitigación como en la adaptación.
- La abstracción simple (estar afectado por un fenómeno) puede a la abstracción reflexiva (extraer conocimiento –sucesión, temporalidad, magnitudes, concatenación, repetición y consolidación del modelo, variabilidad y constantes, etc.- a partir de sus acciones –intenciones o hechos- sobre la realidad sensible y compleja.
- La transición escolar debería recoger más y mejor la trama de la vida ante el CC y dejarse de contenidos curriculares poco útiles (excesivamente epistemológicos).
- Los patios pueden servir de conexión con el entorno. Por algo se empieza o es una consecuencia de algo.
- Las evaluaciones objetivas -no solo impresiones- de la secuencia del CC llevada a cabo año tras año es imprescindible y debe aparecer en la memoria del curso escolar.
- La comunicación de resultados tras la acción CC a toda la comunidad educativa es fundamental. Debería incluirse también en la programación de aula o materia.
Hasta aquí las primeras reflexiones –son simples pensamientos- de un profesor errante cargado de incógnitas e inquietudes sobre la trascendencia de llevar el CC a las aulas y darle un protagonismo especial, trascendente.
Volviendo al lema de la conferencia de Nueva York: nosotros podemos, nosotros lo haremos pero no basta con decirlo, necesitamos un esfuerzo compartido y continuado. La crisis climática no es una instantánea sino una compleja afección global, multidisciplinar.