La vida corriente de cualquier persona, el alumnado también, es un conjunto de estímulos y respuestas entre los seres vivos y sus circunstancias (procesos geológicos, meteorológicos, climáticos, temporales, etc.). Pero este verano nos ha traído a Europa, también hay episodios notables en los países latinoamericanos que nos siguen, suficientes muestras de que la naturaleza y nosotros tenemos muchas relaciones. Estas se expresan a veces de forma no deseada y con magnitudes exageradas. Cuatro han sido las cuestiones principales, hablaremos de más en el proyecto que vamos a sugerir para las escuelas, que los escolares españoles y europeos han vivido: olas de calor, sequías, inundaciones e incendios. En mayor o menor medida, el alumnado las ha soportado y no estaría de más que para el curso 2022-2023 formasen un centro de interés dentro de un proyecto de centro. Tal que buscase reparar el déficit de naturaleza cambiante que se siente desde tiempos inmemoriales en los currículos de la enseñanza obligatoria, de España y otros países.
Repasen la lista de días de olas de calor; en España ha habido en el verano meteorológico (junio, julio y agosto) 42 días de temperaturas máximas, de mínimas tropicales por las noches. La gente se asaba lo mismo en el norte que en el sur, otro tanto sucedía en Europa en donde los grandes ríos Rin, Danubio o Po parecían riachuelos. Estas sequías hidrológicas son normales si no llueve o no ha nevado en invierno. Como una tragedia se pueden calificar los estados de algunos parques nacionales: en España el icono mundial llamado Doñana o las Tablas de Daimiel. Aquí interviene la potente máquina llamada succionadora humana del agua, otros hablan directamente de delitos ambientales por robos de agua a la naturaleza, que es su dueña. A la vez, se daban tremendas inundaciones en las costas mediterráneas o en zonas de interior. ¿Cómo entenderlo? Aquí viene perfecta una reflexión sobre la “regularidad” climática, que muchos informativos todavía confunden con los cambios ocasionales en la meteorología local. Finalmente los incendios: el suelo y las plantas vacías de aguas en sus células son un combustible ideal para llevar las desgracias por todo la península Ibérica, Francia, California o la selva Amazónica; qué decir de Siberia. Las zonas quemadas recuperarán, o no, cierta vitalidad con el paso de los años. Pero los daños provocados, incluso muertes, por las olas de calor, las sequías, los incendios y las inundaciones dejarán una grave marca social. Estas interacciones son las que definen los proyectos educativos “Vida y naturaleza según y cómo”. La aproximación a la comprensión de las incógnitas es una estrategia escolar valiosísima.
El alumnado ha de enriquecer su pensamiento con las escenas de irregularidad en la naturaleza. Los libros de texto suelen fijarse demasiado en lo que se podría llamar quietismo, un conjunto de hechos, datos o seres relevantes que andan por ahí en una convivencia repetida. Se presenta la naturaleza como el paraíso, el fondo de armario para vivir siempre y a la vez se la hiere permanentemente. Dado que la enseñanza obligatoria la ha convertido en un mecano tradicional, muchas veces repetido, resulta más difícil comprometerse con ella. Nuestra misión básica como profesores es generar en el alumnado capacidades para saber interpretarla. Eso que alguien llamó de manera acertada “la permanente tragicomedia de la naturaleza”, por daños sufridos por sus partes o en el todo. Busquemos ejemplos próximos en la biodiversa realidad de la que formamos parte, o nos rodea.
Invitamos a aproximarnos al todo por sus partes, indisolublemente unidas. El todo podía ser la crisis y emergencia climática que estamos percibiendo claramente. Las partes podrían resumirse, aunque en cursos más elevados se amplíe, en los sucesos recurrentes en todo el mundo en donde se ha evidenciado la relación existente entre una naturaleza diversa, siempre cambiante, y las sociedades que viven en interacción con ella. Merece la pena pensar en los que se dice en el artículo “Déficit de naturaleza y las posibles consecuencias de que los niños ya no salten en los charcos ni se manchen las manos”. Basta ya de separar con barreras la una y los otros en los currículos. Constituyen un conjunto que se llamaría “Proyecto vida cotidiana” y sería uno de los ejes básicos del desarrollo curricular de cualquier curso. Si los proyectos curriculares de materias que podríamos denominar socioambientales son algo así como una sucesión de ondas generadoras de las olas marinas, habrá núcleos circulares que se repitan año tras año, como la vida, y otros longitudinales que ayudan a acercarse al arte, la historia pasada, la convivencia reciente, la desigualdad clásica entre regiones o países, los accidentes de los relieves marinos o terrestres, la naturaleza urbana, el complejo mundo vegetal y animal y sus relaciones biofísicas, etc. Visto como una especie de naturaleza que llega a ser continuum vital.
Pero no resultará sencillo, por lo que no hay que generarlo en los primeros meses del curso. El profesorado dispone de estrategias para modificar sus enseñanzas poco a poco, para dar valor a la intención formativa del alumnado en el medio natural, que es al que pertenece. Pero cuidado. En demasiados textos escolares de toda la educación obligatoria se conceptúa la naturaleza como algo exterior a nosotros, que estudiamos para conocer más cosas en donde la belleza, la armonía entre sus componentes (vivos o no), la presentan como un cuadro de los naturalistas holandeses del XVII o si se quiere como una peliculilla, tergiversada, estilo las antiguas animadas infantiles de la Disney. En algunos, pocos, se rompen las imaginarias fronteras y se considera que biodiversidad y espacio físico (tierra, agua y aire) forman un todo revuelto en el que supuestamente nada sobra por más que nos cause incomodidad; solamente irritan en determinados momentos las magnitudes. Me viene a la memoria el concepto de plagas, un desorden molesto que tiene sus causas y consecuencias. Indaguemos en los que nos rodean si recuerdan o han oído hablar de alguna plaga en cierto lugar. Seguro que surge la irrupción mundial de los diminutos virus de la Covid-19, que algunos científicos achacan a la pérdida de la masa forestal y la “liberación” de “bichos” que son capaces de extender por el mundo a velocidad de vértigo. Parece que puede ser una buena muestra del déficit de valoración y comprensión de la naturaleza que la “poderosa” especie humana ejerce sobre el planeta. En la película Contagio de Steven Soderbergh (2014) se cuenta como una mortal enfermedad que surge en China se transmite por contacto, en este caso pueden ser los murciélagos como se dijo de la pandemia actual. Todo conduce a ciudades vacías, aeropuertos cerrados, guantes de látex, mascarillas, etc. Se trata de entender que en el mundo no hay fronteras fuera de las marcadas en los mapas, que todo está interconectado para resaltar la primera cualidad de vida cotidiana y naturaleza: su interdependencia. Se podrían poner muchos más ejemplos de anticipación cinematográfica, pero aconsejamos que el profesorado los visione antes y vea si son adecuados para el alumnado concreto.
En el lado opuesto se encontraría Avatar (2009) donde, al margen de situaciones poco formativas bélicas o violentas, se hace una defensa del medioambiente en general, de la naturaleza y los hábitats frente a la especulación y la destrucción. Qué decir de Ice Age (2002) en donde la evolución y la extinción de especies debido al planeta helado se cuentan de forma graciosa y dan para comentarios diversos, de si se ama lo que tenemos o no. En Wall-e Batallón de limpieza (2008), Óscar a la Mejor Película de Animación en 2009, se relata la historia de un pequeño robot que se dedica a limpiar la basura humana que cubre la Tierra. Tiene su moraleja pues avisa de lo que puede suceder en un futuro más o menos lejano, añadamos la destrucción de aire que en cierta forma vaticina lo que podría pasar si continúan los hábitos insostenibles de ahora mismo. La Princesa Mononoke (1997) describe el periplo del joven Ashitaka para buscar la poción que salve al dios Ciervo de su herida. A lo largo de sus viajes descubre cómo los animales del bosque luchan contra hombres que están dispuestos a destruir la Naturaleza.
En fin, suerte en el comienzo escolar y tomen la tragicomedia de la naturaleza como algo básico del devenir de los tiempos, que hay que conocer y valorar. No la hagan rígida en su presentación y tratamiento. Será aburrida y espantará a quienes se acerquen de esta forma. Sin duda la aproximación pausada será más sanadora. Aquí se puede aplicar aquello que decía Manuel Vicent: “Todo lo que pasa en el mundo sucede ante nuestros ojos, pero ninguna gran tragedia dura más de un minuto en el telediario.”¿Acaso alguien no se ha dado cuenta de que es un universo cultural que siempre nos está llamando? Ayuden al alumnado a acercarse a ella de otra forma, más investigadora hacia sus señales, por más que algunas de estas nos compliquen la vida. Y un acertijo final: ¿Alguien puede modelar las pulsiones de la naturaleza a su gusto? Pues eso, más adaptación y alguna mitigación de actividades humanas nunca vendrían mal. Un mensaje final para el alumnado: aprovechemos las posibles tragedias que nos lleguen por catástrofes naturales para adquirir sabiduría. Así supliremos el déficit de naturaleza en el que muchos estamos instalados.