Contar lo que ocurre en determinadas ecoescuelas abiertas es un placer para quien escribe sobre educación real, la cual supera ampliamente los postulados que pueden marcar los desarrollos educativos. Es algo así como penetrar en el espíritu motriz de experiencias educativas que investigan sobre sí mismas. A la vez utilizan ese entendimiento propio para generar compromisos con el entorno próximo y lejano, ponen en contacto sus pequeñas escuelas de pueblo, donde verdaderamente se siente la comunidad educativa, con otras del mismo tramo educativo pero muy diferentes, en contextos realmente difíciles como son los enclaves desérticos donde las y los saharauis resisten el paso del tiempo y mantienen sus esperanzas. Es este caso alcanza mucho más: concierta, investiga, concluye en grupos heterogéneos y comunica retroalimentando la práctica curso tras curso.
Somos conocedores de otros proyectos similares pero nos apetecía dejar constancia aquí de lo sublime de lo pequeño, de la grandeza de colegios pequeños por el empeño que pone toda la comunidad educativa, abrir una ventana para mirar en el mundo global antes que en los grandiosos proyectos de renombradas editoriales. En fin, homenajear al arte de educar con compromiso.
Hablamos de proyectos en el contexto de actuación de la Cátedra de Cooperación para el Desarrollo de la Universidad de Zaragoza, que cuenta con su propio Observatorio. Actualmente en él se desarrollan diferentes actuaciones entre las que destacan: ODS Rural Labs y Escuelas Transformadoras. En el marco del Observatorio también se llevan a cabo jornadas, seminarios, congresos, conferencias y acciones de investigación.
Se priman las alianzas, principio rector de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) por más que se le asigne el número 17. Comparten objetivos de búsqueda la Universidad de Zaragoza –en especial la Facultad de Educación-; la FAS (Federación Aragonesa de Solidaridad); Unaquí (Espacio para la Educación para el Desarrollo y la Ciudadanía Global); el Departamento de Educación del Gobierno de Aragón; varios centros de educación primaria y secundaria y algunas comunidades educativas de los pueblos en los que están enclavados; y de forma protagonista la Diputación Provincial de Zaragoza que se implicó en aquel maravilloso proyecto Global Schools.
En una de las primeras reuniones se concretó la Declaración Global Schools Zaragoza, elevada al pleno de esta institución y aprobada por unanimidad el 13 de junio de 2012 “en apoyo de la Educación para el Desarrollo y la Ciudadanía Global (EpDCG) como materia educativa con la que conseguir una sociedad justa, solidaria y comprometida”. Comenzaba la aventura de entender y proteger la Ciudadanía Global que, haciéndose eco de las tragedias que las guerras activas entonces en Palestina, Siria, Yemen, Sudán del Sur, Irak, R.D. del Congo, etc., manifestaba su compromiso con la defensa de los Derechos Humanos, particularmente de la infancia y adolescencia.
Pero es que además, en el contexto de esta experiencia, o como motivación, se llevan a cabo investigaciones como las que nos presentan las profesoras Coma-Roselló, Blasco-Serrano, Dieste y Sobradiel (2023). Han llevado a cabo una investigación cualitativa sobre la acción educativa para caminar hacia una escuela basada en la Educación para la Ciudadanía Global, en relación con la Agenda 2030. Como conclusiones más aprovechables en otros grupos de escuelas cabe anotar:
- El proceso de construcción de una escuela transformadora es un recorrido de compromiso construido en diferentes fases, con ritmos diversos, con pasos hacia adelante y hacia atrás.
- El intercambio dialógico entre colegas y con otros agentes de la comunidad, las metodologías participativas, la reflexión y la investigación son aspectos clave.
- El papel del equipo directivo es fundamental.
- La interacción con las familias y con otros agentes externos como ONGD, asociaciones e instituciones públicas potencia el día a día y alienta las acciones.
- El profesorado encuentra limitaciones en aspectos organizativo-didácticos (la aplicación rígida y memorística del currículo, la escasa presencia en él de la Educación para la Ciudadanía Global (ECG), la falta de flexibilidad en los horarios, la no existencia de momentos prefijados para coordinarse, reflexionar y reorientar su práctica docente). También en los propios agentes educativos y la administración educativa (la resistencia al cambio, la escasa implicación de parte del profesorado, la inestabilidad de las plantillas, la deficiente formación en estas temáticas)
- A pesar de las limitaciones señaladas, el profesorado ha cuestionado su cultura pedagógica, ha logrado activar la toma de conciencia que apoye un desarrollo sostenible y para reducir la desigualdad e injusticia social.
- Como líneas de futuro, sería interesante ampliar la investigación a otras escuelas para abrir un camino de reflexión, que sirva de base para orientar nuevas formas de comprometerse socialmente.
Pero volvamos a la realidad escolar protagonista del proyecto. La mayoría son escuelas pequeñas que emprenden la aventura conjunta de transformación hacia la ciudadanía global. Así, en el CEIP Santa Engracia de Tauste y el CEIP Joaquín Costa de Pradilla de Ebro investigaron sobre la vida, la educación y los campamentos de refugiados saharauis y se intercambiaron cartas y vídeos con el colegio Bohla de Smara. Se muestran tal como son y viven, los unos a los otros, informan de su cultura.
El CEIP Los Albares de la Puebla de Alfindén tiene en marcha un proyecto de innovación social. La escuela ejerce su papel transformador en la sociedad a la que pertenece, para entender la complejidad de la vida actual. Es un proyecto ecosocial que busca el fortalecimiento de toda la comunidad educativa.
Por su parte, el IES Zaurín de Ateca se aplica en entender los conflictos bélicos de los siglos XX y XXI desde una perspectiva más humanista y de paz, en lo que denomina la «Historia empática”. Lo consolidan mediante el diálogo presencial con el director del cortometraje Europa, Sergio Duce y su protagonista Mohamed, un joven refugiado sirio que pasó por experiencias vitales penosas hasta llegar aquí. Para hacerse una idea cabal de lo que esto supone los y las estudiantes han podido estudiar, documentarse e investigar sobre los conflictos bélicos desde la complejidad de los contextos vitales de las personas que sufren las guerras y empatizar con las personas refugiadas que llegan a nuestro país.
El Centro Rural Agrupado (CRA) Luis Buñuel lo forman escuelas pequeñas de pueblos pequeños. En sus reuniones acordaron centrarse en impulsar valores de solidaridad, cuidado del medioambiente, respeto a la diversidad, acercarse a la justicia y a la equidad a través de diferentes temáticas. En un curso anterior trabajó el desarrollo sostenible a través del proyecto «Conociendo Aragón». En el que está ahora terminando, trabajan la interculturalidad y el respeto al medioambiente a través de las diferentes disciplinas artísticas. En este proyecto, denominado «Somos artistas», participa alumnado, profesorado y toda la comunidad educativa. Como producto final del proyecto, se propone la realización, de manera colaborativa, de un corto y su presentación a la comunidad educativa en lo que será “La gala del Cine del CRA Luis Buñuel”.
Dentro de esta iniciativa singular, un equipo de investigadoras y docentes de la Facultad de Educación de la Universidad de Zaragoza (Unizar) –mediante un convenio financiado por la Diputación de Zaragoza y gestionado por la Cátedra de Cooperación para el Desarrollo- colabora desde 2019 en la formación continua de maestras, equipos directivos y orientadoras y orientadores de los campamentos de refugiados saharauis.
Sirvan estas anotaciones particularizadas -aquí se relatan solamente algunos de los proyectos del grupo por cuestiones de espacio- como una representación de este proyecto, como una ejemplificación del poder de las alianzas. Seguro que habrá cientos de ecoescuelas que intentan abrirse cada día más al mundo que las rodea, a pesar de los malos ejemplos globales, plenos de contiendas absurdas.