Acabamos de conocer el último informe AR6 Cambio Climático 2023 publicado por el IPCC (Panel Intergubernamental sobre el cambio climático). Se ha elaborado un resumen que merece la pena leer y comentar en los centros educativos. Lo primero que debería hacer el profesorado es visionar y dialogar sobre qué significan para la realidad y la vida escolar estas imágenes que tantas alertas suscitan a quienes se preocupan por el estado del mundo, que en realidad es una aldea global.
Aquí se pueden encontrar los informes de los grupos de trabajo I. Evidencia científica del IPCC. Vamos a comentar las diferentes entradas de ese documento pues deberían ser el argumento de trabajo para los centros educativos, desde infantil a la universidad, con una participación acorde del alumnado según edades. Se trata de una lectura apresurada, incompleta por tanto, pero la publicamos dada la cercanía de difusión del informe y de los ecos que quedan aún en la sociedad.
Esta entrada va dirigida especialmente al profesorado, que como persona siente de maneras diversas el cambio climático, lo piensa o lo descarta, se orilla ante sus consecuencias o se implica con el alumnado. El profesorado como hacedor de política educativa es fundamental. Sin embargo nunca se habla de esto. Se supone que una buena ley, unos currículos adecuados, hacen la vida educativa. Sí y no. El profesorado los interpreta por más que siga un libro de texto determinado. La política educativa de base administra los momentos, predica con el ejemplo, se implica en reconocer el papel del alumnado, lamina las pretensiones absurdas de bastantes currículos, organiza e impulsa el clima participativo de la clase, está atento a lo que sucede en la realidad para someterlo a debate en el aula, y muchas más labores de las que hemos sido testigos durante nuestra carrera profesional. También empuja o retiene la perspectiva socioambiental con el alumnado. En esta ecoescuela abierta que sueña con cambiar la mirada nos inclinamos por ver las cosas desde esa dimensión. Por eso nos atrevemos a proponer que en cada nivel educativo se dedique un tiempo suficiente a abordar el cambio climático desde la evidencia científica y construir a partir de ahí un proyecto de trabajo/investigación desde una mirada interdisciplinar.
En algunos centros se lleva a cabo una actuación en torno a cada uno de los núcleos que detallamos a continuación, sin perder nunca la percepción de la globalidad e interdependencia. El profesorado activo y comprometido se reparte la tarea de llevar los datos y pormenores de información más relevante y diseñar, o adaptar, experiencias basadas en la ciencia. El profesorado tiene el deber moral, como agente educador -como persona “poliética” de base- de conocer lo mejor posible una crisis climática y de hacerla llegar a su alumnado, sin mesianismos pero tampoco con obstrucciones negacionistas. Decimos esto porque no sirve comentar las lecciones que sobre el cambio climática manda el desarrollo curricular o los libros de texto. La crisis actual hay que verla en su conjunto, y abordarla con políticas educativas comprometidas. Además el alumnado de ahora acumula efectos climáticos y llegará a la madurez con inciertos futuros. Ver el gráfico de climática.lamarea, adaptación del que trae el 6º Informe del IPCC.
Anotemos varios títulos del informe 2021 para abrir caminos:
- El estado cambiante del sistema climático.
- Influencia humana en el sistema climático.
- Clima global futuro: proyecciones basadas en escenarios e información a corto plazo.
- Carbono global y otros ciclos biogeoquímicos y retroalimentaciones.
- Forzadores climáticos de corta duración.
- El presupuesto energético de la Tierra, los comentarios climáticos y la sensibilidad climática.
- Cambios en el ciclo del agua.
- Cambios del nivel del océano, la criosfera y el mar.
- Vinculando el cambio climático global con el regional.
- Fenómenos meteorológicos y climáticos extremos en un clima cambiante.
- Información sobre cambio climático para impactos regional y evaluación de riesgos.
Todos deben ser vistos desde una multiperspectiva. Hay que conocer las variables (el clima cambiante) y a la vez considerar la manera en que la ciudadanía las vive; ambas se delimitan en los dos primeros puntos. En la misma página se pueden descargar muchos datos y unos atlas para no perderse. Hay un resumen –también en español– dirigido a los responsables de políticas, en cierta manera los profesores y profesoras lo somos porque en nuestros centros hacemos ciertas adaptaciones de los currículos, y más ahora que la Lomloe lo permite. Quienes vivan inmersos en excesos de trabajo pueden apoyarse en este excelente resumen de Eduardo Robaina en climática.la marea.
Quienes digan que es sencillo llevar el cambio climático como protagonista a la escuela miente, porque viene cargado de política y ética formativas. Claro que siempre tenemos la duda de si urge más la educación sobre el clima o para el cambio, como bien expresaban Pablo Meira y Edgar González en “Educación para el cambio climático: ¿educar sobre el clima o para el cambio?”. La tarea solo puede ser eficaz si media la política educativa comprometida; en ese caso nos inclinaríamos por proponer situaciones de aprendizaje sobre el cambio. Para conseguirlo se cuentan por centenares los materiales que hablan de llevar el cambio climático a las aulas. Pero previamente a su utilización, el profesorado en conjunto debe componer la ética climática para su centro. Una simple búsqueda por internet nos lo confirmará, de entre todos los materiales los hay atrevidos e indiferentes, que presentan el cambio climático como una foto fija. Huyamos de ellos, revisemos críticamente si las veces que aparece el cambio climático en los currículos de primaria o secundaria de la Lomloe lo hace implicándose en la transición climática que se formula en los informes del IPCC y que tanta urgencia tiene.
Hace ya bastantes años que este tema se trabaja en las escuelas, suena en los medios de comunicación, parece que se hace política del cambio climático. Suponemos, nada es cierto en la compleja existencia que es la realidad, que en un tiempo muy cercano una buena parte del profesorado habrá realizado su travesía hacia la transición perceptiva climática y está dispuesto a su “poliética”. Atentos a los estados emocionales porque el cambio climático los recompone o distorsiona, como se detalla en este artículo de elDiario.es.
Nos reafirmamos en que la escuela debe hacer política de base frente al cambio climático. Pero no al estilo de Groucho Marx: La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados. Hay que resolver aquella contradicción de la que hablaba Francis Bacon sobre que la política y la moral son difícilmente compatibles. En la escuela deben serlo. No se puede ser profesor o profesora sin tener una conciencia política, mucho menos sobre la crisis climática. ¡Ah!, y basarse en evidencias científicas.