Está por ahí, compone un todo con muchas partes. En él, algunos habitantes atraen nuestra atención por su grandeza o espectacularidad, cual si fueran dinosaurios modernos. Los bichos diminutos, desconocidos transitan por el planeta sirviendo de sustento e impulso material a los grandes; abundan más pero brillan menos. La rica vida natural pide ayuda a las escuelas, de múltiples formas aunque no utilice nuestro lenguaje. Ese conjunto extraordinario que llamamos Planeta vivo es multiforme. De un tiempo a esta parte empieza a adquirir cierto protagonismo; acaso vemos en él esa libertad que nos gustaría disfrutar. Cada vez está más presente en la cultura social. Seguramente a resultas de la ingente labor que desarrollan tanto los investigadores como organizaciones ecologistas que nos explican con grandes cifras y detalles sencillos el estado de las cosas y, a la vez, presionan ante los gobiernos para hacerles entender que la biodiversidad ya no es como antaño. Una buena parte del territorio en España, Europa y el mundo tiene la catalogación de reservorio del planeta vivo. Si lo dejamos perder contraeremos una grave deuda biológica y social. Lo viene denunciando la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) mediante acciones continuadas y sus listas rojas. De estas, la última actualización es de 2019 y lleva en su titular “una llamada urgente a la acción”
El Planeta vivo ha entrado también en la educación obligatoria. La biodiversidad es un tema escolar tanto en primaria como en secundaria, si bien se presenta a menudo en formatos clásicos, como un sumatorio de especies y biomas. No debe extrañar al profesorado que en contadas ocasiones se asimile con acierto. Lo de caracterizar la biodiversidad como espacio común de un planeta vivo, del cual las personas formamos parte para bien y para mal, es una ilusión que alcanza a pocos libros de texto. Invitamos al profesorado, a las familias que tienen hijos en edad escolar, a que identifiquen/piensen los rasgos que definen esa biodiversidad que hay que aprender: si es estática o dinámica, si priman los elementos o las relaciones, si plantea una línea de pervivencia en el tiempo, si se alude a las causas y consecuencias de su mantenimiento o pérdida, si la perspectiva cultural incorpora propuestas de actuación personal o colectiva, si habla a la vez del escenario global y de los lugares concretos, si magnifica lo exuberante y esplendoroso o se fija en territorios menos vistosos, si se reduce al medio natural o también se presenta en la ciudad, si aparecen los seres vivos de siempre o pululan por ahí invertebrados, pequeñas plantas y musgos o también las bacterias, etc. Un consejo: eviten llevar a las escuelas documentales de los clásicos como las migraciones del Serengueti, la estrategias de leones y elefantes y tanta ballena, o el oso perdido en el flotante hielo ártico. Aprovechen más las muchas grabaciones que encontrarán sobre la vida y adaptaciones de los diminutos, o menos bellos, para entender la relación con su entorno.
La rica vida natural pide ayuda a las escuelas, de múltiples formas aunque no utilice nuestro lenguaje
En el año 1998 WWF publicaba su primer informe sobre este planeta vivo; van ya 13 ediciones. La biodiversidad planetaria la componen múltiples formas de vida, en ambientes diferentes, con desempeños diversos, interaccionando unas y otras hasta formar un conjunto. Este cambia constantemente, casi al segundo pero se aprecia mejor durante una sola jornada, día tras otro y según las estaciones, a lo largo de los años; por no poner medidas del tiempo más largas que complican su comprensión. Una observación: buena parte de los cambios suelen ser determinantes, excepto en esos lugares recónditos que se salvan de severas transformaciones. El concepto de cambio interrelacionado es un asunto que se suele obviar en los libros de texto; pasa lo mismo con la irreversibilidad de determinadas transformaciones o pérdidas biológicas y ecológicas. Los dos aspectos merecen un lugar destacado en el aprendizaje escolar, en la cultura social.
Los informes continuados sirven para ver el friso histórico, para llevar a cabo una comparativa: antes y después. Así podemos hacernos idea del estado general o de asuntos parciales, esos que afectan a enclaves concretos o a determinadas especies. Aseguran WWF y la Sociedad Zoológica de Londres (ZSL) en su reciente informe de 2020, por extraer solamente unos pocos datos referenciales, que entre 1970 y 2016 las poblaciones de especies de vertebrados en el mundo han retrocedido una media del 68%. También resalta que la biodiversidad está disminuyendo a diferentes ritmos en lugares concretos, con las mayores pérdidas en áreas tropicales; en especial América. Los seguimientos muestran una rapidez asombrosa y continuada en las menguas continuas en el número de insectos, sus distribuciones en zonas y el peso colectivo que aportan a la biomasa. El informe recoge que el cambio del uso del suelo y prácticas agresivas en la agricultura son la parte más visible de las perturbaciones antropogénicas -retroceso de praderas, sabanas, bosques y humedales; sobreexplotación de especies; cambio climático e introducción de especies exóticas- en todo el mundo. Además, el informe alerta de que el riesgo de extinción de plantas –observaciones documentadas- es el doble que en el caso de mamíferos, aves y anfibios combinados. Es más, una evaluación de una muestra de miles de especies representativas de la amplitud taxonómica y geográfica de la diversidad vegetal mostró que uno de cada cinco plantas (22%) está amenazada de desaparición, la mayoría de ellas en los trópicos. Este suceso debe observarse no solo en la dimensión de los seres vivos, sino en su papel en el cambio climático, por la pérdida de sumideros de carbono y la reposición del oxígeno del aire.
¿Qué lectura se podría llevar a cabo en la escuela sobre lo que algunos titulan como la sexta extinción masiva?; también se lo pregunta la FAO. El profesorado debería identificar qué dicen los programas curriculares y cómo lo presentan. A partir de ahí, deberían llevar al alumnado la llamada de atención de WWF, dura poco más de un minuto. Después dar a conocer, a grandes rasgos, el estado actual de la biodiversidad, su tendencia, sus causas y consecuencias, aprovechando infografías del informe. No vendría mal organizar un debate con el alumnado seleccionando las propuestas individuales y colectivas que se podrían poner en marcha a escala local. Finalmente, considerar si merece la pena el compromiso individual para preservar el Planeta vivo. Todo en el contexto de un proyecto de centro que tenga su continuidad a lo largo de varios cursos escolares. En él nunca debe faltar la atención hacia las pérdidas cercanas. Porque la biodiversidad, troceada o formando un conjunto es una de las temáticas importantes, tanto en primaria como en secundaria, para el fomento de las capacidades del alumnado, reúne ideas y afectos. Para animar todas estas sencillas prácticas y muchas más completas, el profesorado debe conocer propuestas didácticas que ya existen en la Red. Por ejemplo, el estupendo trabajo La biodiversidad en el centro educativo del Centre d’Educació Ambiental de la Comunidad Valenciana, que se puede descargar en PDF. Merece una reposada mirada y la replicación de algunas de sus actividades, pues habla tanto del medio rural como urbano.
Carmelo Marcén Albero