La lectura del mundo actual tiene que ser forzosamente ecosocial para entender lo que en él acontece. Las múltiples interacciones entre las personas y el lugar donde viven es lo que constituye el medioambiente: un espacio sin fronteras espaciales ni temporales, multidimensional, por donde circulan afectos y compromisos, encuentros y competencias, desidias y acciones positivas.
Ese medioambiente sin fronteras es también emocional, pues transfiere y aporta llamadas a los sentidos que empujan a la gente a ser y actuar de una u otra manera, en cualquier lugar del mundo. Por eso, cómo los grupos sociales gestionan sus intereses, sus deseos e incertidumbres, supone un argumento principal. En este artículo, dedicado a mirar la educación de calidad en el mundo, intentamos llamar la atención sobre el hecho de que esa forma parte indisoluble del medioambiente del futuro. Con ese mismo sentido se concreta en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), un sueño que necesita mucho de todos para servir de algo a casi todos. Por eso, le abrimos aquí la puerta de la escuela de par en par.
En la anterior entrada hacíamos alusión a la reciente publicación del Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo por parte de la UNESCO. ODS núm 4. Educación de calidad. Decíamos que se detiene de forma especial en cinco escenarios fundamentales para conocer qué debemos hacer en nuestro ámbito si queremos mantener la esperanza educativa global: acceso, equidad, aprendizaje, calidad y financiación. Habíamos abordado la lectura de lo que dice con respecto al acceso y la equidad. Recomendábamos su reposado análisis a quienes tienen competencias en los departamentos o ministerios de Educación, aquí y en Latinoamérica, para estudiar la forma de mejorar resultados en los ámbitos que les correspondan. Añadíamos que desde estas páginas íbamos a realizar un resumen de lo que a nosotros nos parece más importante.
Subrayábamos lo fundamental que era hablar de los ODS en estos momentos tan convulsos a escala planetaria que cuestionan casi todo en al ámbito social, económico y ambiental. Proponíamos hacerlo tanto en los cursos de formación del profesorado como dentro de los equipos educativos o consejos escolares de cada comunidad educativa. Animábamos a llevar a cabo una lectura comparada entre lo que en el informe se dice de España y la Unión Europea y el resto de los países; hay que leer con atención los datos de América latina y el Caribe. Otro de los capítulos del informe se dedica al aprendizaje. Recogeremos de él simplemente algunos detalles para no hacer prolija la entrada. Dice el informe que en uno de cada cuatro países del África Subsahariana, la mitad de los alumnos que terminan la primaria no supera el nivel medio de competencia lectora. La meta 4.1.4. de los ODS para el año 2030 apostaba porque el 100 % de los niños y niñas del mundo alcanzase un nivel mínimo de competencia en los primeros grados.
Sonroja leer que en Zambia o Mali apenas se llega al 2 %, mientras que en Letonia, Países Bajos o Noruega se alcanza el 99 %; en España el 97, como en Portugal, Chequia o Singapur. Merece la pena revisar los gráficos sobre este asunto que incluye el informe y relacionarlos con otros ODS como la justicia social, el derecho a un trabajo digno, la eliminación de la pobreza, la potenciación de las alianzas, etc. En América Latina y el Caribe en torno al 75 % sí aprenderán; hay que fijarse en las diferencias entre las distintas repúblicas. Escalofriante esta afirmación del informe: “En algunos países, muchos niños no pueden leer ni una sola palabra después de varios años de escolaridad”. Seguro que nos preguntaremos de qué mundo estamos hablando cuando ni siquiera seis años de escolaridad garantizan la alfabetización. ¿Sorprende que haya tantos jóvenes dispuestos a jugarse la vida y gastar la economía de sus familias en cruzar África o América exponiéndose a perder a múltiples vejaciones y peligros para llegar al mundo rico para buscar educación para sus hijos en donde se dan tasas cercanas al 100 %? Se debe hablar de estas desigualdades, y más de una vez, en nuestras aulas.
Pero claro, en esto de educación hay que fijarse también en los adultos; así lo hace el informe (meta 4.6.2. de los ODS). Copiamos textualmente algunos párrafos para que sean aprovechados en el debate escolar y social:
- Entre 2000 y 2018, el porcentaje de adultos alfabetizados aumentó del 81% al 86%, mientras que el de jóvenes alfabetizados pasó del 87% al 91%.
- A pesar de estas mejoras, el analfabetismo sigue estando generalizado en muchos países, especialmente entre las mujeres. En América Latina y el Caribe, el estancamiento de los progresos a niveles relativamente altos es un indicio de que existen grupos profundamente desfavorecidos «difíciles de alcanzar».
- En 37 países de África Subsahariana, más de la mitad de las mujeres no sabe leer.
El futuro del mundo se escribe de muchas formas; una de las más importantes es situar la igualdad educativa a todos sus habitantes. Esta “quimera” reduciría considerablemente una parte de las pulsiones demográficas, sociales, bélicas y económicas; acercaría mucho más a la paz social que tantas veces se nombra. Era el año 1996 cuando Jacques Delors coordinaba un equipo que escribía el informe “La educación encierra un tesoro”. Muchas cosas han sucedido desde entonces. Un buen tema de diálogo para los cursos superiores en nuestros colegios, institutos y facultades; también para las Asociaciones de Madres y Padres, para esas jornadas culturales en las que no se sabe qué hacer. La escuela de los ricos tiene que mirar fuera de sus estrechos contornos y darse una vuelta por el mundo, para ver si palpita o no, para verse reflejada en los otros.
Carmelo Marcén Albero