El arte de formular preguntas esenciales, así se titula el libro de Linda Elder y Richard Paul. Según sus autores, “la calidad de nuestro pensamiento está en la calidad de nuestras preguntas”. Pero ¿sabemos preguntar? ¿Nos gusta preguntar? ¿Incide nuestro sistema educativo en la importancia de articular interrogantes incómodos e incisivos? Me contaba el colega y amigo Omar Rincón que, al iniciar una de sus clases, comentó a su estudiantado: “Hoy vamos a pensar”. La respuesta llegó al unísono: “No profe, pensar otra vez, no”. Pensar es demandante y exigente. ¿Es aburrido? ¿Debería de serlo? Es -o parece- más cómodo no hacerlo. Crear buenos interrogantes exige pensar. O mejor: saber pensar. Y quizás por eso caminamos hacia una educación y un periodismo sustentados más en respuestas que en preguntas. Otro colega y amigo, Martín Caparrós, escritor y cronista, titulaba hace un tiempo una de sus columnas “Contra el público”. Y argumentaba que los medios deberían abordar los temas importantes que no siempre son los que demandan los usuarios (lectores, lecto-autores, usuarios, destinatarios, audiencia, ¿clientes?).
El periodismo en México
México se ha convertido en el país más peligroso del mundo para el ejercicio del periodismo. A lo largo de 2022, más de cinco reporteros fueron asesinados. Según los estudios, este año puede convertirse en el más grave en mucho tiempo. Desde el inicio de este siglo, según informa El País, 147 periodistas (son las cifras registradas) han sido ejecutados a manos de sicarios vinculados con el crimen organizado. La situación del periodismo en México demanda de acciones urgentes. Lanza preguntas y exige que nos formulemos más y más interrogantes.
Según el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), un total de 142 profesionales de la información fueron asesinados en México desde el año 1992 hasta 2022, convirtiéndose así en el país más mortífero del mundo para esta profesión. La CPJ etiqueta a México como el país con el mayor número casos de asesinatos en total impunidad desde que empezó el registro. En 2021 fue el sexto país con más crímenes sin resolver. Desde que tomó posesión Andrés Manuel López Obrador han fallecido 51 periodistas. En esta misma línea, la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa (2021) elaborada por Reporteros Sin Fronteras (RSF), situó a México en el puesto 143, sobre un total de 180 países.
Ser periodista en México entraña riesgos elevados. Esta problemática alcanza datos más graves en los estados fronterizos del país. A ello se une la consideración social y la valoración por parte de los y las jóvenes de esta profesión. En el estado de Baja California, donde se sitúa la ciudad de Tijuana, las carreras más demandadas en los últimos dos años han sido las de Derecho (6.630), la de Administración de empresas (3.710) y la de Psicología (3.330). La de Periodismo no aparecía en la lista. Un informe de 2021, contabiliza siete periodistas mexicanos asesinados en 2021 y un total de 47 muertos en cinco años. El informe es terminante y lapidario: México es, por tercer año consecutivo, el país más peligroso del mundo para la prensa. A lo anterior se suman las dramáticas cifras, según cuenta Carmen Morán en El País (18 febrero de 2022): “10 mujeres asesinadas al día de media, un policía diario y decenas de jóvenes, sobre todo, relacionados o no con el crimen organizado”. En este contexto, los periodistas de México y, en concreto, los que trabajan en la ciudad de Tijuana, en el estado de Baja California, que posee uno de los pasos fronterizos (San Ysidro) más transitados de todo el mundo, han insistido en la importancia de recibir formación y de generar espacios de reflexión en aras de poder desempeñar su trabajo de forma más adecuada.
Parar, reflexionar y preguntar(se)
Desde la Universidad Autónoma de Barcelona, hemos impulsado el proyecto Frontera Crónica: Taller de periodismo transfronterizo y co-creación para el fomento de la mirada crítica y la construcción de otras narrativas sobre violencia, mujer y migraciones, desarrollado por el Gabinete de Comunicación de la UAB con el apoyo del Fondo de Solidariada de la Convocatòria d’ajuts de Cooperació per a la Justícia Global XXXIX Convocatòria de la Fundación Autónoma Solidaria. Este proyecto, que busca reflexionar sobre la narrativa de la violencia, las migraciones y la mujer en el territorio fronterizo, se ha ideado desde la necesidad imperiosa de aprender a hacer y hacerse preguntas. Es un desafío para los que se mueven buscando historias y jugándose la vida. Y, especialmente, para la ciudadanía que ve (más que mirar), escucha o lee. Pero: ¿cómo hacerlo? La media literacy nos debería invitar a la duda, a la desconfianza y la búsqueda permanente de más y más respuestas. Necesitamos periodistas y usuarios que cuestionen, y que lo hagan desde la ética, el contexto y, en la medida de lo posible, las soluciones. Para ello, el trabajo articulado y sistémico entre universidades, medios, asociaciones y entidades gubernamentales y civiles será clave. También, las redes supranacionales. En un contexto agitado por la violencia, el hito es tan difícil como urgente.
Las máquinas responden
La meta de aprender a hacer y hacerse preguntas colisiona con una coyuntura donde las máquinas se tornan cada vez más protagónicas. El ChatGPT nos sorprende con la capacidad de los robots para aprender, replicar y generar estructura lingüísticas de enfoques, géneros y estilos diversos. Y lo que viene será más contundente en todos los ámbitos de nuestro día a día, personal y profesional. Por eso, es vital fomentar -aunque cueste y exija esfuerzo- el pensamiento crítico. Esto es: la capacidad de pensar. Todo ello demanda sosiego, tiempo y una tranquilidad que las pantallas y las redes nos han arrebatado. Ya hay quien asegura que “la inmediatez de las redes sociales genera problemas de ortografía, gramática y coherencia textual”.
El proyecto “Identificación, Verificación y Respuesta. El Estado democrático frente al reto de la desinformación interesada (Ref. SPLEC2100C008176XV0)”, desarrollado conjuntamente por RTVE y el Gabinete de Comunicación y Educación de la UAB, trabaja por fomentar procesos de verificación que conviertan a la ciudadanía y, especialmente, a los profesionales del periodismo en actores dotados de herramientas y recursos para validar la información que circula por el ciberespacio. La melodía informativa se ha tornado ruido digital. Y en ese escenario marcado por acelerados procesos de infoxicación, otra vez, se necesita la capacidad de inquirir, indagar, cuestionar. Esto es: de hacer y hacerse -otra vez- buenas, renovadas y filosas preguntas.
El pensamiento crítico
Las preguntas y el pensamiento crítico se necesitan. La media literacy los conecta. Un equipo integrado por el Gabinete de Comunicación de la UAB, la Universidad Nova de Lisboa, la Universidad de Viena y la Universidad de Ámsterdam, impulsa el proyecto OMEDIALITERACY: Overview of the challenges and opportunities of media literacy policies in Europe (Ref. FCT-20-15624), respaldado por la European Media and Information Fund. El objetivo es identificar el conocimiento existente sobre los efectos de la desinformación en Europa. Y, de alguna manera, ordenar y sistematizar los estudios que, desde hace varias décadas, inciden en la importancia de fomentar un pensamiento crítico, esto es, la importancia de hacer y hacerse preguntas (aunque nos cueste). Lo explicó Tagore: “Hacer preguntas es prueba de que se piensa”. Insistió en ello Einstein: “Lo importante es no dejar de hacerse preguntas”.