Como afirmaba recientemente un profesor universitario: “Es un enorme contraste cómo se movilizaron en los 60 y 70 las universidades contra la guerra de Vietnam, como apuntaron algunas maneras contra la guerra de Irak y cómo, finalmente, se han plegado hoy a las presiones para defender —o callar, que es incluso más penoso— el genocidio israelí en Palestina en este invierno de 2023. (…) Para que la universidad esté a la altura del ideal científico que se presupone a los docentes, investigadores y estudiantes [y al que acompaña el personal de adminitración y servicios (PAS) para hacerlo posible] necesitamos un mayor compromiso con los problemas reales de nuestras sociedades”.
No podemos asistir indiferentes ante este nuevo holocausto y genocidio, sin precedentes en el siglo XXI. El silencio nos hace cómplices, ante la barbarie desatada por el gobierno ultraderechista de Israel tras los ataques de Hamás. Por orden del presidente Benjamín Netanyahu y su gobierno ultra, y con el apoyo militar de Estados Unidos y la Unión Europea que le suministran armamento y apoyo, cuando están a punto de cumplirse dos meses de la invasión terrestre de Gaza, el ejército israelí ha asesinado a más de 21.000 palestinos y palestinas, de los que dos tercios son mujeres, niños y niñas. Ha destruido el 70% de edificios en el norte de la Franja de Gaza, un porcentaje superior al que causó el bombardeo de Dresde en la Segunda Guerra Mundial, hoy considerado un paradigma de los crímenes de guerra. Ha destruido las tres universidades de Gaza. También ha bombardeado de manera deliberada hospitales, mezquitas y escuelas.
Ante esta campaña de castigo colectivo, 1,7 millones de gazatíes –más del 80% de la población– han sido desplazados forzosamente a la frontera con Egipto, donde las condiciones empeoran cada minuto y no hay infraestructura para acogerlos ni garantía alguna de que estén a salvo, en campamentos improvisados en pleno invierno (han asesinado también personal de la ONU: 101 muertos, el mayor número en la historia de la organización). Se suceden las imágenes insoportables día tras día. Ver miles de niños y niñas entre los escombros, cómo tropas israelíes entierran en grandes hoyos a quienes asesinan y concentran a heridos de un hospital en el patio mientras sueltan a los perros para mutilarlos. Sin embargo, el silencio de la Universidad y otras instituciones y movimientos educativos ante la continua violación del derecho internacional y los derechos humanos por parte de Israel y la connivencia y colaboración de los gobiernos occidentales, está siendo ensordecedor.
Ante la situación de emergencia humanitaria que vive Palestina no podemos permanecer imparciales.
No obstante, hay esperanza. Cientos de profesores y profesoras de la Universidad de Granada han exigido una respuesta institucional contra el genocidio en Gaza, firmando y leyendo un manifiesto durante el claustro de la Universidad, reclamando a la Universidad que rompa “relaciones con las instituciones israelíes y pedir públicamente el alto el fuego para frenar esta masacre”. El texto expone que “ante la situación de emergencia humanitaria que vive Palestina no podemos permanecer imparciales” y exige a la Universidad que realice “un pronunciamiento explícito de solidaridad con el pueblo palestino, solicitando públicamente el alto el fuego para frenar esta masacre y romper de forma inmediata las relaciones institucionales y los convenios firmados con instituciones israelíes”.
Las reivindicaciones del profesorado, personal y académicos de la Universidad de Granada se engloban en la campaña #NotinmyUniversity, de la red interuniversitaria española de solidaridad con Palestina, a la que se han adherido ya más de 2.200 profesores y profesoras de instituciones educativas superiores de todo el estado español. Una campaña que llama, a toda la comunidad universitaria estatal a “que reflexione sobre el hecho de que la violación de los derechos nacionales y humanos del pueblo palestino en su conjunto, la violencia y la insoportable cotidianidad y falta de futuro que padecen los palestinos y las palestinas de Gaza, Cisjordania, Jerusalén Oriental y los campamentos de refugiados del Líbano, Jordania y Siria, solo alimentan la violencia y el extremismo. Cada nueva generación de niños y niñas crece sometida a carencias básicas esenciales, también la del derecho a la educación y un futuro digno, con las consiguientes secuelas físicas y psicológicas que sufrirán de por vida. Tenemos que impedir que esta situación se siga perpetuando hasta la exterminación, y por ello, animamos a todo el colectivo universitario a tomar cuantas medidas esté en su mano para presionar a instituciones y gobiernos”.
En consonancia con los principios que defendemos de la paz, la justicia y la dignidad de todos los pueblos, que son asimismo la base de nuestra vida educativa.
No podemos ignorar, silenciar y olvidar que el pueblo palestino es víctima de décadas de sufrimiento, de una política sistemática de expulsión, desposesión, apartheid y aniquilación por parte de Israel, cuya causa original se sitúa en la negación de su existencia desde hace 75 años. Debemos luchar contra el miedo a significarse a favor de la causa palestina o a levantar la voz contra los crímenes de guerra que se están cometiendo en Gaza, que permea la vida intelectual en casi todos los sectores educativos a nivel mundial, ante la presión cada vez más potente del lobby sionista que denuncia y abre expedientes por antisemitismo y por discurso de odio a quienes apoyen la causa palestina, tratando de convertir a las víctimas en victimarios, con el objetivo de prohibir cualquier discusión pública sobre el genocidio que el Estado de Israel está perpetrando en la franja de Gaza.
Por eso, como miembros de la comunidad universitaria y la comunidad educativa, nos unimos a esta campaña de #NotinmyUniversity exigiendo a las autoridades de nuestras universidades e instituciones educativas españolas una declaración pública y explícita de apoyo al pueblo palestino, en consonancia con los principios que defendemos de la paz, la justicia y la dignidad de todos los pueblos, que son asimismo la base de nuestra vida educativa. Exigiendo al Gobierno español que rompa relaciones con el Estado Israelí, se enfrente a la política norteamericana de apoyo explícito a Israel y suministro de armas, y desde la presidencia de la UE obligue al alto el fuego inmediato del gobierno de Israel y le aplique las medidas que se impusieron a Sudáfrica por su apartheid hasta que no cese en su campaña de exterminio del pueblo palestino y aplique las resoluciones de las Naciones Unidas de forma inmediata.
Como dice otro profesor universitario “nadie que mire la realidad de lo que está sucediendo con objetividad y decencia puede negar que en Gaza se está produciendo una limpieza étnica. Como han expresado reconocidos expertos en el Holocausto y el estudio histórico de los genocidios, el momento de actuar para frenar esta masacre es ahora. No podemos refugiarnos en fórmulas alambicadas ni permanecer en silencio, como hacen tantos dirigentes europeos cargados de razones ante otros conflictos, pero enmudecidos ante la comisión de flagrantes crímenes de guerra contra el pueblo palestino. Será imposible justificar ante la historia el haber mirado hacia otro lado”.
Por eso, como académicos y académicas, profesorado de diversos niveles, movimientos de Renovación pedagógica, comprometidos con el bien común y que forman parte del Foro de Sevilla, pedimos el alto el fuego inmediato y permanente en Gaza y Cisjordania, que se investiguen (derecho a la verdad) y sancionen los crímenes de guerra cometidos (derecho a la justicia), la reconstrucción de todo lo destruido y la reparación por las víctimas causadas (derecho a la reparación del daño), el reconocimiento del Estado Palestino, el fin del apartheid de facto al pueblo palestino y una solución duradera de acuerdo a las numerosas resoluciones de la ONU, incumplidas sistemáticamente por Israel.
Mientras, seguiremos participando en las manifestaciones en apoyo al pueblo palestino, en la campaña de boicot, desinversión y sanciones (BDS) a empresas como McDonalds y Zara que apoyan a Israel (apoyando a todas aquellas que, como Puma, retiran el patrocinio a este gobierno de Israel y sus representantes) y en la exigencia a nuestras universidades que se involucren activamente para que se consiga definitivamente una paz justa en la zona, dejando de ser cómplices silenciosos y pasivos de este nuevo genocidio.