Victoria es parte involuntaria de la Asociación ASPRONA porque no eligió ser miembro del club, lo decidió por ella la administración educativa. Esta Asociación de familias para la atención de personas nombradas por la discapacidad de la provincia de Albacete intenta estar a la altura realizando su propio viaje como entidad desde la década de los años 60, entre las luces y las sombras, hasta la actualidad, donde asume como propio el modelo educativo de Plena Inclusión: “La educación que queremos”, que en el marco del Art. 24 de la Convención de los Derechos de las personas con discapacidad, mantiene una apuesta decidida por la Escuela Inclusiva a través de un proceso de transformación para devolver a Victoria aquello que le pertenece.
Los tres Centros de Educación Especial de ASPRONA están inmersos en un proceso de transformación cuyo horizonte es una escuela para todos y para todas, en la que los recursos de la Educación Especial estén en los centros educativos ordinarios. Nos comprometemos por tanto, con la tarea de dejar de escolarizar en nuestros centros a alumnado con discapacidad y dar el paso a desaparecer como lo que éramos, centros de exclusión educativa, y convertirnos en un centro de apoyo y recursos para la escuela ordinaria, donde nuestros recursos técnicos y experiencia se pongan al servicio de los equipos docentes para construir juntos y juntas espacios educativos inclusivos de verdad.
Este proceso de transformación se rige por estos cinco principios:
Principio 1: La educación inclusiva es posible
Hay evidencias de los factores que determinan su éxito y experiencias exitosas que lo avalan. A través del plan de formación anual, comprometidas con Victoria, cambiamos para mejorar la respuesta educativa en nuestras aulas, cada vez más escasas y con menos alumnado, para apoyar a la escuela ordinaria a través de las actuaciones del SAAE. Así, Victoria y todas las personas que estamos con ella, tenemos la oportunidad de aprender a comunicar desde el enfoque de Lenguaje Natural Asistido (LNA) y enseñar a los compañeros y compañeras del aula de 2º de la ESO en su instituto, que existen otras maneras de ser, de estar y de comunicarse, tan válidas como las que conocíamos hasta ahora.
Principio 2: La Educación Inclusiva requiere la presencia en el entorno educativo ordinario
Los Centros de Educación Especial (CEE) no son centros inclusivos. Su contribución al logro de una escuela inclusiva pasa por la incorporación progresiva de los recursos específicos de estos centros en el sistema ordinario. El SAAE se convierte así en la palanca de cambio: de segregar en la escuela específica a facilitar procesos de transformación en la escuela ordinaria. Victoria tiene una modalidad de escolarización combinada — una modalidad segregada—, que está sirviendo para romper con la idea de que el alumnado con grandes necesidades de apoyo no puede estar en contextos de escuela ordinaria. Sus maestros y especialistas la acompañan al centro ordinario y colaboran con el profesorado de allí para crear entornos más inclusivos: impulsando cambios en la organización del aula, en la metodología y en las prácticas, con la esperanza de que su presencia cuestione modos y creencias, e impacte de alguna manera en las culturas y las políticas de su centro. Con pequeños pasos, a veces incluso retrocediendo, pero sin “bajarnos de la burra”, sin desistir, porque nos amparan los derechos, la ciencia y la práctica. A través de experiencias compartidas con sus iguales, están teniendo la oportunidad de construir una escuela diferente a la que yo misma he vivido, con la confianza de que Victoria sea la última de las alumnas que tenga que ser excluida.
Principio 3: Es necesaria una transformación de todo el sistema educativo
Una transformación hacia un nuevo modelo de escuela para que la inclusión sea posible. Y utilizamos nuestro propio proceso de transformación, de mirar el déficit y aplicar la educación especial, a mirar el contexto y generar redes de apoyos para todo el alumnado desde el marco de los derechos humanos, con herramientas como: el apoyo activo y la planificación centrada en la persona y la familia, que va más allá de los contenidos curriculares para centrarse en el Plan de Vida del alumno o de la alumna y su familia; el modelo de Calidad de Vida de Shalock y Verdugo; creando redes de colaboración y alianzas locales y globales entre los propios centros educativos ASPRONA, Plena Inclusión, EQUIDEI, Quererla es Crearla, grupo de Alterevaluación y otros centros como el CEE Joan Mesquida de Mallorca; con base en principios éticos, democráticos y de participación individual y colectiva, que están generando un camino de trasformación de nuestro centro de educación especial a centro de recursos para la escuela ordinaria.
Y de esta manera contribuimos a la escuela inclusiva, fuera de nuestros muros, para que ninguna alumna más, como Victoria, tenga que ser excluida del sistema educativo. Acompañamos a los centros a mejorar sus respuestas educativas para todo el alumnado y facilitamos cambiar el foco de atención de lo individual, de lo que le pasa al alumno o la alumna, a lo colectivo: qué pasa en el contexto y qué recursos hemos de activar para hacer educación sin exclusión.
Principio 4: La defensa del derecho a la Escuela Inclusiva es uno los irrenunciables de la Asociación.
Las acciones para promoverla deben ir más allá de las actuaciones desde los centros de educación especial. El SAAE apoya y colabora con las familias, y también con los equipos de orientación y docentes de los centros ordinarios, para dar soporte en sus reivindicaciones desde nuestro enfoque centrado en la familia. Lo hace a través de prestar apoyos en formación, asesoramiento y acompañamiento en diferentes momentos de la escolarización del alumnado para garantizar sus derechos como en los cambios de etapas, en cambios organizativos y metodológicos en el aula o en la evaluación psicopedagógica y los dictámenes. La colaboración de las asociaciones y entidades con la escuela se torna importantísima y garantiza que los derechos sean respetados en la búsqueda de respuestas educativas ajustadas que atiendan a todo el alumnado.
Principio 5: Es urgente un avance decidido hacia una Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y una formación profesional inclusivas
Victoria y sus compañeros de Transición a la Vida Adulta, estudiantes apartados del sistema “por su propio bien”, son ejemplo vivo de que es posible generar otras respuestas. Que el sistema tiene los recursos y puede hacerlo, con experiencias de éxito que lo avalan.
Nuestro centro apuesta por el Servicio de Asesoramiento y Apoyo Especializado como oportunidad para su transformación progresiva hacia Centro de Recursos, y organizamos el centro teniendo como eje la atención a la escuela ordinaria para que Iván, Nico, Dani, Lara, y varias decenas más de estudiantes tengan la oportunidad, como sus familiares y vecinos de educarse juntos y juntas y no tengan, como Victoria, que “pelear” su sitio en la escuela. Porque si no excluyes, no tienes que incluir.
En nuestro marco de trabajo, la participación de la familia en el proceso educativo y en la vida del centro es esencial, así como la apertura de la escuela y la participación activa en su entorno social y en la comunidad educativa de referencia, porque necesitamos crear red, porque las personas nos necesitamos las unas a las otras como seres interdependientes que somos.
En la escolarización de Victoria muchas personas parece que están implicadas. Algunas han de comprometerse de una manera más contundente, diaria, estar expuestas, poner en juego sus conocimientos, experiencia y esfuerzo. Otras, expectantes, muestran la mejor de sus predisposiciones sin saber muy bien qué han de hacer, con un mundo inexplorado lleno de cuestionamientos por delante. Otras, las que están más lejos, en despachos, observan en la distancia y exigen papeles que les sirvan de escudo por si alguien en el proceso osa pedir cuentas.
Damos pequeños pasos observando el día a día y empiezan a surgir los retos. Hay momentos quizás incómodos: “No sé cómo acercarme a ella…” “¿Me oye?” “¿Me ve?” “¿Me entiende?” “¿Entiende?” “¿Cómo hago para llegar a ella?” Parece que como apenas ve… apenas habla… grita, no se puede mover… ¿Cómo podría aprender? ¿Cómo sabe? Se asume que la escuela es para aprender y mostrar lo aprendido. Eso se demuestra escribiendo, hablando, creando… “¿Cómo lo hará ella?” “¿Cómo sé que está aprendiendo?” Como si la única preocupación en la escuela fuera demostrar que uno sabe, que uno es capaz, para poder estar en ella, como condición para pertenecer a ella, perdiendo por el camino, en esa manera de ver la escuela, su verdadera esencia. Hay que demostrar que te mereces estar ahí, no sirve con ser persona, alumno, alumna. Hay que demostrar que mereces estar allí a través de tus capacidades. Y pareciera que en ocasiones la escuela solo espera que estés, no que seas, porque si has de ser, tienes que ser de una manera concreta, específica, sobre un patrón delimitado y aceptado. ¿Qué pasa entonces cuando no entras dentro de ese patrón, cuando te sales por los márgenes, por arriba, por abajo o por los lados? Se están rompiendo patrones para muchos colectivos, se está enarbolando banderas para la defensa de esos márgenes en los géneros, en las culturas, en los orígenes… ¿Y para cuándo para aquellas personas nombradas por la discapacidad?
Victoria mira, lo que puede, escucha atenta cada sonido, cada voz y cada risa, sobretodo cada risa, diciéndonos en todo momento, o así lo interpretamos quienes la conocemos, que aquél es el lugar en el que quiere estar. Lo expresa con su cuerpo: relajado cuando se deja hacer, y lo hace también con su cuerpo tensado cuando aparece la excitación por algo o alguien que capta su atención, con gritos inesperados desde lo más profundo de ella, con sus llantos cuando el dolor y la tensión le fuerzan desde afuera, como cuando se sostiene sobre sus pies en el bipedestador para favorecer posturas, o cuando lo que sucede en el aula lo hace sin ella. Porque es entonces cuando vive, cuando es, como cualquiera de sus compañeros y compañeras de clase que sueña, que espera, que quiere gritar; que es, que está. Quienes la rodeamos interpretamos sus movimientos, ejercitamos nuestra empatía y suponemos qué puede estar sintiendo o pensando: ¿qué quiere un adolescente en una clase de 2º de la ESO? ¿Le hemos preguntado? Los testigos en el aula vemos cómo sus compañeros y compañeras son con ella y aprenden juntas a ser y estar, con desafíos constantes en los que aprendemos a ser y estar juntos, creando y habitando una misma realidad.
A veces, muchas, diría yo, Victoria cierra los ojos, reposa la cabeza, suspira y se da por vencida, aburrida, desmotivada, invisible, rindiéndose al igual que lo hacen otros compañeros y compañeras de clase. La escuela es aburrida, muy aburrida. Ejerce violencia cuando ignora, cuando no escucha, cuando obliga. Nadie piensa que lo hace, excepto quien la sufre, el alumnado y las observadoras privilegiadas que les acompañamos desde aquí. La escuela es “café para todos”, no hay donde elegir; si quieres bien, y si no, también.
Es hora ya, es urgente que transformemos esta realidad que estamos creando entre todos y todas, este absurdo que excluye, que nos obliga, que nos violenta, que nos aburre, que nos silencia a alumnado, familias y docentes. Es hora ya de cuestionar abiertamente lo que hacemos y pasar a la acción, asumir la responsabilidad que cada cual tiene cuando cruza las puertas de la escuela, y comprometernos con la tarea de construir espacios acogedores, respetuosos y emocionantes donde aprender a vivir.