Hace unos días compartimos una mañana de reflexión con las familias de la asociación “Neurodiversos Castilla La Mancha”, una nueva oportunidad para pensar dónde estamos y dónde queremos estar en relación al derecho a una educación inclusiva.
Marta arrancó compartiendo la realidad de su centro, ASPRONA en Almansa, una escuela de educación especial que sabe bien que la inclusión no es proyecto paralelo ni un aula al margen. Lo expuso con claridad: los centros de educación especial son segregadores y no son la respuesta a esta apuesta por la inclusión que defendemos. La inclusión significa estar, aprender y participar juntos y juntas, en el contexto común, en el aula ordinaria, con los apoyos allí donde se requieran, y no al margen como opción para algunos o algunas.
Después se proyectó el documental “Quererla es Crearla”, de Cecilia Barriga, y Marisensi condujo un círculo de reflexión. En él compartimos, escuchamos, nos emocionamos. Fueron muchas las miradas que cambiaron. Y afloraron nuevas preguntas: “Después de escucharos: yo que estoy pidiendo recursos para el cole, ahora me doy cuenta que tengo que exigir derechos”. “Yo, que estaba reclamando un aula específica, ahora entiendo que eso no es lo que quiero para mi hija”. Frases de familias que comenzaban a mirar con otros ojos, oídos que escuchaban por primera vez términos como “capacitismo” o “adultocentrismo” desde los que se concibe la escuela actual, o conceptos como “modelo social de la discapacidad”, que nos muestra el camino del nuevo paradigma que nos ayuda a concebir una realidad en la escuela más justa y equitativa.
Quizá nos dimos cuenta de que hay familias que acaban de aterrizar en este mundo de la maternidad o de la paternidad y se encuentran con la necesidad del apoyo mutuo, de acompañarse, de salir de la soledad, del miedo, de la frustración. Que han iniciado asociaciones, redes, recursos… orientados por profesionales con una mirada concreta que intenta construir un espacio para los niños y niñas y sus familias que la comunidad les está negando. Dan sus primeros pasos intentando conquistar ese espacio “especial”. A lo largo de la mañana fuimos tomando conciencia de que crear lugares sólo para niños nombrados por la discapacidad es, paradójicamente, alimentar el problema de la exclusión. Y ahí está el reto: ¿cómo acompañamos ese tránsito? Familias que hoy gritan por recursos y apoyos individuales, guiadas por discursos anclados en un paradigma del déficit y de la terapia, mañana deberían poder gritar para que cambie el entorno de la escuela, dejando de pedir “para mí” y empezando a incidir en “para todos y para todas”.
Se trata, en definitiva, de salir del paradigma que reduce la discapacidad a un problema personal, de cada niño y niña, de cada padre o madre, para transitar a un modelo del mundo que nos permita ver que el reto de respetar la diversidad y construir espacios para todos y todas, implica revisar desde dónde estamos pensando las cosas, desde dónde construimos esos recursos que reivindicamos. No, el problema no está en la persona, como bien nos muestra el modelo social. Por lo tanto, el foco debe estar en el contexto, en el espacio, en su diseño, en las relaciones que se dan en ese lugar, si son equitativas o desiguales, si permiten la participación real y si fomentan la pertenencia; si, en definitiva, todas las personas que forman parte de ese contexto tienen agencia para construirlo. Y todo esto cobra máxima importancia cuando hablamos de la escuela, por ser el espacio de transformación social más importante.
Fue emocionante comprobar cómo, en ese gran círculo, se tejía una comunidad. Reconocimos que las familias, pueden estar en distintos momentos del proceso, pero todas están en marcha. Algunas con plena conciencia del derecho a la inclusión, otras apenas empezando a cuestionar lo que les han hecho creer. Desde la escucha y el diálogo podemos generar los cambios reales que esta escuela y esta sociedad nos demanda para que todos y todas podamos convivir.
Al terminar, sentimos que conectamos profundamente con las familias de Neurodiversos Castilla La Mancha. Que algo nuevo había nacido en cada persona, como lo describió Almudena Serrano, responsable de redes de la asociación: “El cambio cultural, social, de paradigma, ese del que hablan las ponentes, está quizá un poco más cerca, nos tocaron el alma y nos pellizcaron el corazón”.
Gracias, familias, profes y orientadoras, por haber estado. Y gracias a la asociación por convocarnos, por creer, por ofrecer el tiempo y el espacio para que se levante este impulso. El camino es largo, pero lo estamos andando. Y lo estamos haciendo juntas.

