La expresión optimización de recursos no suele ser bien recibida en los claustros, probablemente porque continúa asociándose a los tan temidos recortes que, a menudo, golpean la escuela pública. Sin embargo, si se parte de la informal explicación de que optimizar consiste en hacer mucho con poco, se puede sentir el vértigo o, incluso, el rechazo que puede implicar el trabajar más por el mismo precio ─si es que algún despistado llega a este sector movido exclusivamente por un salario fijo y es que no hay labor más vocacional que la del docente─. El primer reto consiste, pues, en desestigmatizar el término optimizar.
El aislamiento geográfico y la dispersión poblacional obligan en muchas ocasiones a integrar en el mismo espacio físico diversas enseñanzas. Al menos en Galicia así sucede en ciertos Institutos de Educación Secundaria, en los que un lunes por la tarde ─compensación horaria por impartir lengua propia─ comparten espacio alumnos entre los 12 y los 62 años como, por ejemplo, en el IES Monte Castelo ─Burela, Lugo─. A pesar de que la horquilla etaria pueda parecer excesivamente amplia, se trabaja para continuar abriéndola, aunque puede que alguien aún se pregunte por qué.
La diversidad nos nutre, nos enriquece, nos hace crecer a lo largo, ancho y profundo de la vida, pero ¿qué se entiende por diversidad? El crisol multicultural actual se evidencia en nuestro centro educativo a través de las 19 procedencias geográficas diferentes que se identifican en nuestros 440 alumnos. A ellas se suman otras diversidades, como las relativas al género, a la edad o a los intereses y necesidades del alumnado, diversidades que siempre han estado ahí pero que, como escuela pública debemos, más que nunca, atender de manera resolutiva y eficiente y, para ello, necesariamente hay que recurrir a la antipopular y referida optimización de recursos.
En efecto, que en la cosa pública los recursos de los que se dispone son limitados es, en ocasiones, casi un eufemismo de insuficientes. Reza un dicho popular que siempre se puede ir a peor y, quizá por ello, procuramos obtener el máximo rendimiento de los medios de los que disponemos, o sea, lo pretendamos o no, tratamos de optimizar.
Los centros en los que se aglutinan estudios ordinarios de ESO y Bachillerato con Adultos ─ESA y Bachillerato─, estudios de Formación Profesional de grado medio y superior, junto a enseñanzas no regladas como los programas de aprendizaje de lenguas extranjeras ─CUALE, en Galicia─ o Aula Mentor, se pueden considerar unos privilegiados en recursos materiales y humanos. Como si de un rompecabezas se tratase, si se logra cubrir la oferta y la demanda es gracias a imposibles cálculos matemáticos y, sobre todo, a la buena voluntad de los docentes, porque a pocos le suele apetecer un horario de turno partido mañana/tarde o un salto 1º ESO / 2º Bachillerato de Adultos semipresencial en apenas 50 minutos. La formación, versatilidad, disposición y colaboración del Claustro resultan, por lo tanto, imprescindibles. Así pues, concienciar y sensibilizar sobre lo que significa ser funcionarios públicos, esto es, trabajar para afrontar con éxito los retos que presenta nuestro entorno, debe ser una prioridad de cualquier Equipo Directivo que gestione este tipo de contextos tan diversos como reales.
Si la sociedad cambia, la escuela tiene que hacerlo a su ritmo y, para ello, es necesario derribar esos muros imaginarios que durante tanto tiempo nos han desligado de nuestro contexto: de la evolución surge la demanda a la que necesariamente hay que responder para garantizar las mismas oportunidades de alcanzar el éxito profesional y personal. Hacia este objetivo, que puede parecer utópico, solo cabe la posibilidad de avanzar unidos, en comunidad, otro de esos conceptos que conviene devolver a la primera línea de la educación.
La unidad común, o común-unidad, implica caminar en la misma dirección, trabajar por idénticos objetivos dejando los intereses personales a un lado y entendiendo que el bienestar colectivo desplaza cualquier tipo de ego. No es esta una tarea fácil, pero hay factores que la propician en entornos como el nuestro, tales como el tamaño del centro educativo o de la localidad, la estabilidad del claustro y de la oferta educativa o, incluso, el aislamiento geográfico. Este último, que tan a menudo se considera una debilidad, tiene que convertirse para cualquier centro de nuestras características en una fortaleza, que consolida la inevitable conexión con entidades públicas y privadas, con el tejido asociativo, con las instituciones y ciudadanos de nuestro contexto más inmediato.
El conformismo no tiene lugar en educación, ni la autocomplacencia, ni muchísimo menos, el estancamiento. Oídas, vistas y analizadas las necesidades sociales persiste la obligación de tomar la iniciativa para resolverlas, aunque los medios disponibles sigan, en el mejor de los casos, siendo los mismos.
Quizá, al aludir a la diversidad, se han referido los condicionantes más comunes, pero ¿qué sucede con la diversidad funcional? Está ahí, existe, convivimos con ella y, a su vez, con su inherente diversidad. La enseñanza pública no puede obviarla, sería cobarde e irresponsable y en centros educativos rurales, caracterizados por el reiterado aislamiento geográfico, incluso, inhumano. Si bien es cierto que el molde de las enseñanzas regladas no es habitualmente el más adecuado para estos ciudadanos, existe la opción de configurar itinerarios no reglados y flexibles que, al menos, ofrezcan una primera incorporación al sistema educativo.
En numerosas ocasiones, repetimos que en los centros en los que se ofrece una oferta académica tan amplia y diversa, la enseñanza para personas adultas suele ser la hermana pequeña o pobre y esta es una concepción que urgentemente debemos cambiar. Un profesional competente es aquel que se forma continuamente para avanzar al ritmo de la sociedad y el hecho que esta posibilidad de formarse sea flexible, geográficamente próxima, económica y variada, en estos momentos, casi se puede considerar, además de un derecho y una prioridad, un lujo por el que hay que trabajar con lo poco o mucho de lo que se disponga.
Así pues, cuando desde centros educativos tan diversos surge la posibilidad de conocer las propuestas formativas de escuelas específicas para personas adultas, las denominadas EPA, solo cabe pensar en grande, valorar lo que necesitamos y creer en que juntos lo conseguiremos, ¿cómo? Evidentemente, optimizando recursos.
A veces solo es necesario dar un primer paso, por tímido que sea, no apagar esa chispa que salta, tener una iniciativa y dejarla fluir. Analicemos, por ejemplo, nuestros puntos fuertes, esas chispas que no debemos sofocar: incremento de recursos humanos con el profesorado de Formación Profesional que libera horas cuando su alumnado realiza las prácticas en empresas, entorno natural amplio y aprovechado, profesorado con dilatada trayectoria en el centro y experiencia en actividades de aprendizaje no formal e informal y, por su puesto, una población diana que tiene que incorporarse al sistema educativo para, cuanto menos, mejorar su bienestar físico y emocional. Para el IES Monte Castelo, los futuros alumnos estaban perfectamente definidos: el foco se puso en diferentes entidades cuyos usuarios, caracterizados por su diversidad funcional, tienen, entre sus necesidades más inmediatas, combatir el sedentarismo para mejorar su calidad de vida.
Por este motivo, hicimos de la gota que fluye todo un río que mana, y nos lanzamos a organizar el taller semanal “¡Mantente activ@!”, impartido por docentes de Educación Física a usuarios de la Asociación Saúde Mental A Mariña y Fundación Eu Son, entidades con las que venimos colaborando desde hace más de veinte años en iniciativas didácticas más breves u orientadas a la formación de nuestro alumnado de ciclos. No es necesario hacer hincapié en lo gratificante que resulta un pequeño esfuerzo como reservar dos sesiones semanales para hacer gimnasia de mantenimiento, jugar a la petanca o lanzar unos tiros a canasta; basta con ver las caras de felicidad, los progresivos avances o, incluso, agradecimiento de quienes imparten docencia. La competencia social y ciudadana se desarrolla, además, en un marco de convivencia armónica, en el que el alumnado de ESO sale al patio y se mezcla con el de Bachillerato, FP y, ahora, con nuestros compañeros de las asociaciones. Visibilización y sensibilización pronto dan paso, pues, al mano a mano, al juego conjunto, al cariño y al reconocimiento.
Y la chispa saltó y la combustión fue imparable. El apoyo y el diálogo constante mantenido con Cruz Roja Española en la escolarización de nuestro alumnado nos hizo detectar dos necesidades más que atender de manera prioritaria: alfabetización digital y español para extranjeros. El estado de alerta cuando una necesidad es tan urgente obliga a buscar soluciones llamando a múltiples puertas con la convicción de que el trabajo y el esfuerzo siempre dan sus frutos e, incluso, a veces, arrojan una abundante cosecha. De un día para otro nuestro centro es seleccionado para formar parte de la Red de Capacitación Digital de Galicia ─probablemente, nuestras necesidades resultan evidentes para cualquiera─ lo que implica que en tres meses ofreceremos la posibilidad a 52 personas de desarrollar una competencia básica en las Tecnologías de la Información y la Comunicación. Y si la chispa no vuelve a saltar por sí sola, ya tenemos una motivación más para estimularla: ahora retomamos los cálculos y comprendemos que, con una sesión semanal de la que dispongamos en cada departamento de lenguas habrá una oferta de español para extranjeros. Creímos en nosotros, trabajamos por alcanzar nuestros objetivos, pusimos todo de nuestra parte y lo logramos, pero no nos podemos parar porque queda camino por recorrer.
Si hay un principio inherente al Aprendizaje a lo Largo de la Vida es la igualdad de oportunidades y esta, en el marco educativo actual, se vincula a la internacionalización del aprendizaje, una posibilidad real que nos ofrecen los programas Erasmus Plus. En más de dos décadas de trayectoria europea del IES Monte Castelo, faltaba cubrir un importante sector de nuestra comunidad educativa: la Educación para Personas Adultas.
Tras un primer proyecto desarrollado en julio de 2022 bajo el sugerente título Segunda oportunidad, tuvo lugar la primera movilidad a Italia, en la que cuatro alumnos de Bachillerato semipresencial para personas adultas descubrieron que ellos también tenían las mismas oportunidades que el resto de nuestro alumnado. Parafraseando a Kavafis, el viaje se hizo tan largo que todavía continúa buscando nuevos puertos, esos que nos ofrece la acreditación Erasmus Plus en Educación para Adultos, la única que le faltaba en el registro del SEPIE a nuestro centro educativo, la única que garantiza que Siempre hay otra oportunidad.
En este punto de la travesía nos encontramos en este momento, sabiendo que el destino lo decidiremos nosotros y que, por lo pronto, no está próximo. Afrontamos el final de curso, preparando con entusiasmo una nueva movilidad con la que vamos a mejorar la calidad de vida de nuestros alumnos de nuestros talleres, de Aula Mentor, ESA y Bachillerato de Adultos; con la que vamos a seguir trabajando por mantener ese continuum entre la escuela y la sociedad; con la que consolidaremos el aprendizaje a lo largo de la vida porque, ahora sí, independientemente de quién seas, de tu edad, género, cultura, nivel académico, procedencia geográfica, interés o necesidad, tendremos una respuesta para ti. Así entendemos la enseñanza pública de calidad, de todos y para todos, y poder ofrecerla es nuestro incombustible motor.