“No es mi capacidad: son tus barreras”
Fernando Trujillo*
Si por lo general la Educación de Personas Adultas es una cuestión poco conocida en nuestro país, hablar de la misma en una pequeña ciudad española bañada por dos mares, siendo la puerta de Europa en África, cobra unos matices peculiares que vienen determinados por la ubicación geográfica de la misma, convirtiéndola en una realidad socioeducativa completamente desconocida para la gran mayoría de la población.
Valgan estas líneas para visibilizar la filosofía de la Educación de Personas Adultas y poner sobre la mesa el leitmotiv de la EPA. De ahí que, parafraseando al refranero popular, diríamos que “nunca es tarde, si la actitud es buena”, en este aprendizaje a lo largo y ancho de la vida en el que todos, irremediablemente, estamos inmersos.
Por ello, si normalmente el hecho de que la Educación de Personas Adultas sea protagonista es una buena noticia para este sector educativo, con mayor motivo el hecho de que un centro pequeño de una pequeña ciudad española al norte de África sea protagonista en estas páginas, es simplemente, si me lo permiten, un notición. Al menos, para toda la comunidad educativa de nuestro centro.
Permítanme, pues, visibilizar dos realidades a veces olvidadas, poniendo el foco en el CEPA “Edrissis”, por un lado, y en la “Perla del Mediterráneo”, por otro, tal y como se le denomina metafóricamente a la Ciudad Autónoma de Ceuta.
¡Porque la Educación de Personas Adultas existe!
¡… Y, además, la EPA en Ceuta también!
Érase una vez una alumna, a la que llamaremos Saba, que estudiaba en un Centro de Educación de Personas Adultas de una ciudad cualquiera; ya que aunque la historia original transcurre en Ceuta, bien podría haber ocurrido perfectamente en un CEPA de Parla, de Sevilla, de Cantabria,… o de cualquier otro punto del país.
Saba nació en una pequeña localidad de Marruecos. Siempre había sido una niña tímida de ojos negros llamativos y chispeantes a la que, desde los primeros años de vida, la suerte parecía haberle dado la espalda. Se quedó sin padre a los 4 años al morir en un accidente de tráfico. De ahí que no le quedara otra alternativa que la de remangarse y colaborar a mantener a su familia. Conoció la miseria. Vivió épocas de penurias y llegó a pasar hambre junto con su madre y sus siete hermanos. De niña no tuvo infancia y apenas pudo ir al colegio, porque tenía que ayudar a su madre con las tareas de la casa y la crianza de sus hermanos. Cada día se convertía en un reto de supervivencia. Salía a la calle a conseguir algo de dinero con el que poder subsistir: vendiendo agua por la playa, hierbabuena en el zoco, mendigando algunos dírhams por las callejuelas de la medina, o limpiando casas cuando dejó atrás su niñez.
De joven, en busca de una vida mejor, llegó a Ceuta, donde se ganaba la vida como empleada de hogar trabajando en diferentes casas. Allí conoció a un joven con el que se casó y tuvo tres hijos, a los que tuvo que criar a solas, a la sombra de un marido que siempre estaba ausente. Hoy, con un nudo en la garganta, confiesa que aguantó aquellos años turbulentos de matrimonio para que sus hijos no crecieran sin la figura paterna, como a ella le pasó.
Recién llegada a Ceuta, en su permanente afán de superación y para subsanar sus lagunas con el idioma, desembarcó en unos Talleres de Alfabetización que se impartían por las tardes en el Colegio de las Hermanas Adoratrices (hoy llamado C.C. Santa María Micaela), donde aprendió a leer y a escribir sus primeras letras en castellano. Como hablante nativa de dariya (variedad dialectal del árabe oral que se habla en la zona norte de Marruecos), siempre ha tenido el propósito de derribar esa barrera lingüística que le impide crecer y desarrollarse plenamente como persona en una cultura diferente a la suya. Por ello, cuando ya empezaba a dominar la lengua y obtuvo la nacionalidad española, empezó por sacarse el carné de conducir y continuó matriculándose en un CEPA; lugar que sin pretenderlo se convertiría en su segundo hogar y en el que pasaría las tardes de los últimos años. Primero cursando las Enseñanzas Iniciales para más tarde dar el salto a la Educación Secundaria para Personas Adultas. Hace unos días acaba de conseguir su objetivo: finalizar la ESPA y obtener el Título de Graduado en Educación Secundaria. Se siente orgullosa. Agradecida. Sus lágrimas impiden ocultar su emoción.
El apoyo de los docentes que le guiaron a alcanzar su sueño no lo encontró en su marido, quien trató de aburrirla por todos los medios (sin éxito, vistos los resultados obtenidos) en vez de animarla. Él, sin embargo, nunca llegó a entender “la forma tan tonta de perder el tiempo que tenía su mujer” ausentándose de su casa todas las tardes.
Desafortunadamente, Saba se ha visto ninguneada en su propia casa. Durante todos sus años de matrimonio, nunca llegó a contar con el beneplácito de su marido, quien continuamente la subestimaba y cuestionaba sus “salidas al colegio” –como él decía.
Haciendo oídos sordos a las palabras “motivadoras” de su esposo y acostumbrada a luchar contra toda adversidad, Saba, orgullosa consigo misma, hoy nos relata que ha obtenido “la recompensa de todo lo sufrido a lo largo de los años”.
Sin lugar a dudas, Saba forma parte de ese elenco de mujeres que a día de hoy, en pleno siglo XXI, viven en circunstancias en las que la vida no parece ponerle fácil la conquista de su libertad. Sus entornos más cercanos condicionan sus vidas y les ponen todo en contra para que puedan alcanzar sus sueños. Y aun así, siguen adelante, luchando, para tener una vida digna.
Nosotros como docentes podemos aportar nuestro humilde grano de arena sembrando la ilusión, regándola cada día y, en definitiva, colaborando en el empoderamiento de todas las Sabas que se crucen en nuestro camino. Sigamos aumentando su confianza para hacer sus sueños una realidad.
Hoy nuestra Saba ya tiene planes nuevos. Seguir estudiando. Piensa hacer un Grado Medio de Formación Profesional de Peluquería para ponerse a trabajar en algo que le gusta. Sin duda, también lo conseguirá. El tiempo nos dará la razón.
…
La historia de Saba no es la de una alumna más, ni un simple número de expediente que ocupa un casillero en el listado del grupo de alumnos al que pertenece, ni un dato estadístico al finalizar el curso; sino que se trata de una alumna con nombre y apellidos, con una vida tan difícil como real, que como todas las personas que aterrizan en un CEPA no lo hacen con las manos vacías, sino que traen consigo un “equipaje” valiosísimo en su mochila, cargado de experiencias vitales que no podemos obviar.
Saba es un ejemplo de mujer inmigrante de origen marroquí con nacionalidad española, con hambre de libertad y sed de dignidad, proveniente de un entorno patriarcal, curtida en peripecias de todo tipo para sacar a su familia adelante y experta-resistente a todo tipo de adversidad.Sin estudios educó a sus hijos y les inculcó los valores que ella apreciaba, empezando por el respeto, el cariño y el amor. Preocupada únicamente, como la vida le acostumbró, en sacar a su familia adelante, siempre se las ingenió honradamente para que nunca faltara nada indispensable en su hogar.
Una mujer decidida a formarse, aunque la vida nunca le ha puesto las cosas fáciles, ni ha tenido la oportunidad de dedicarse a tal fin con total dedicación. Ahora que ronda la cincuentena sigue tan concienciada y tiene tantas ganas de aprender (y de aprehender todo lo que el centro educativo le puede ofrecer) como cuando empezó. Sigue ilusionada como cada tarde que ha asistido al CEPA, tras dejar la casa recogida y sus hijos “alojados” a cargo de la vecina, con el firme propósito de poder seguir estudiando y poder darle un giro radical a su vida.
A su paso por el centro educativo que la acogió, Saba ha “aprendido a desaprender”, es decir, a tener la mente abierta para considerar nuevas formas de pensar; teniendo en cuenta que a veces “su realidad” es una barrera para incorporar nuevos aprendizajes. Ha aprendido de sus experiencias y de sus errores. Ha desarrollado su capacidad de reflexión y de expresión de sus propias opiniones, pensamientos y sentimientos. En definitiva, ha seguido las pautas y las directrices, sin ser consciente de ello, de la Teoría del Aprendizaje Transformacional, del profesor y sociólogo americano Jack Mezirow*.
Asistir a las clases cada tarde ha supuesto un motivo para salir del confinamiento permanente en el que se podía haber convertido su vida. Y, ataviada con su pañuelo a la cabeza, siempre ha presumido de llevar el hiyab con orgullo como si fuese un simple accesorio de moda y no como un símbolo de control sobre la mujer. Las tradiciones y las normas de su entorno patriarcal, en vez de asfixiarla le han empujado a avivar su lucha, explorando su rol de mujer migrante, en esa frontera entre dos culturas, la occidental y la árabe. En pleno siglo XXI ha luchado por ser libre y desprenderse de ataduras y prejuicios, porque como dice Nayat El Hachmi* (escritora de origen marroquí afincada en Cataluña): “No hay vida digna sin libertad”; en su novela “El lunes nos querrán”, galardonada con el Premio Nadal de Novela 2021.Porque la vida de Saba, al igual que ocurre en dicha novela, nos expone la importancia de que las mujeres sean protagonistas de sus propias vidas.
Indudablemente, el logro académico de Saba va mucho más allá de la mera obtención del Título de Graduado en Secundaria, sin restarle un ápice de valor al mismo. Faltaría más. La consecución del objetivo conseguido supone un subidón de autoestima para seguir afrontando con ilusión su día a día. Para seguir luchando y peleando por lo cotidiano con libertad y dignidad. Para seguir luchando y peleando por su derecho fundamental a la educación.
Enhorabuena, Saba. Gracias por tu ejemplo.
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Historia basada en hechos reales (…que, aun pareciéndolo, no es ningún cuento).
(1) Tal y como se menciona en el Antiguo Testamento y en el Corán, el Reino de Saba fue un reino muy rico. De ahí que su referencia metafórica no sea casual. La riqueza de nuestra Saba reside en su pundonor. Sin lugar a dudas, gracias a ese sentimiento de dignidad personal que exige a uno mismo atención y dedicación continua en una labor, nuestro personaje (de nombre ficticio otorgado a una alumna real) ha puesto todo su empeño para hacer frente a un reto exigente y ha alcanzado su sueño superando todas las barreras encontradas a lo largo del camino: barreras culturales, lingüísticas, digitales, sociales, económicas, emocionales y de género. La vida de Saba es, en nuestra opinión, una historia para enmarcar como ejemplo inmejorable de permanente lucha, supervivencia y pundonor.
Referencias
El Hachmi, N. (2021). El lunes nos querrán. Premio Nadal de Novela. Ediciones Destino.
Meziro, J. (2000). Transformative Theory of Adult Learning. CA: Jossey-Bass. San Francisco.
Trujillo Sáez, F. (2021): Charla de clausura del I Congreso de Educación e Personas Adultas (La Escuela del Mundo al Revés).