Hace ya años que los proyectos STEM (acrónimo inglés que responde, en castellano, a ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) inundan las aulas españolas. Suelen ser abordajes pedagógicos con fuerte carga interdisciplinar y una misión común: hacer más atractivo el aprendizaje de estas disciplinas. Y, con ello, promover vocaciones científicas entre los estudiantes españoles. Cara al futuro, se pretende superar aquella infausta máxima del “que inventen otros”. Estrechar la brecha de desarrollo científico que, en el contexto europeo, aún se da al sur de los Pirineos.
Piensa Andrea De Pascual, cofundadora de Pedagogías Invisibles, que lo STEM en la educación española suele adolecer de un exceso de utilitarismo. “Con frecuencia parece que se diera a los alumnos herramientas de implementación dirigida, en lugar de animarlos a cuestionar”, comenta. De esta carencia epistemológica surgió, el pasado curso 2021-2022, Simbiontes, un proyecto que Pedagogías Invisibles ha aterrizado, a través de la Red Planea, en cuatro institutos de la Comunidad de Madrid.
Simbiontes aspira a que la A de arte —que ya incorporan, oficial o extraoficialmente, muchos programas STEM— brille con luz propia. “Hemos querido hacer de lo artístico un paraguas que vehicule el pensamiento científico”, explica De Pascual. Un pilar conceptual que atraviesa a Pedagogías Invisibles pasa, continúa De Pascual, por entender “lo imaginativo” como esa dimensión de la mente humana que “más ayuda a poner en duda lo que es cierto, a trabajar desde la pregunta y no desde la afirmación”.
Una peculiaridad de Simbiontes es que reúne a artistas y estudiantes de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) junto a profesores y alumnos de Secundaria. “Un combo interesante”, en palabras de De Pascual, “para explorar nuevos cruces y ver qué sinergias van surgiendo”. Desde la UPM, el proyecto encaja a la perfección con su nuevo enfoque institucional, un planteamiento que busca fomentar el acento creativo entre los estudiantes de ingenierías.
Otra confluencia que permite investigar en el terreno de la sorpresa es aquella que mezcla a materias con, en principio, poco en común. Simbiontes anima a enfocar el aprendizaje interdisciplinar desde perspectivas lo menos obvias posible. Algunos ejemplos que se están dando prueban que, con algo de imaginación, siempre resulta posible un abrazo entre materias supuestamente distantes: Lengua y Tecnología; Religión, Orientación y Educación Plástica; Inglés y Educación Física.
Antes de echar a andar, los centros definen un concepto marco de amplio espectro. Para el IES Gerardo Diego, en Madrid capital, este está siendo el espacio con sus múltiples variantes, sus maneras infinitas de concebirlo. En el IES Gabriel García Márquez, lo sonoro (la escucha, la vinculación a través de la experiencia auditiva) articula todas las acciones que están surgiendo bajo el amparo de Simbiontes.
Desde estos núcleos conceptuales de inicio, cristalizan luego, mediante iniciativas específicas, creaciones interdisciplinares de lo más variopintas. En el caso del Gabriel García Márquez, se ha fabricado por ejemplo una máquina de empatía sensorial diseñada para que todos los alumnos puedan acercarse a lo que vivencian compañeros con TEA (trastorno del espectro autista). El Gerardo Diego, por su parte, ha generado y está llevando a escena un experimento teatral en torno a distintos espacios (onírico, cósmico, amoroso…).
Los profesores involucrados reciben, con una dinámica de laboratorio ciudadano, formación en cuestiones de arte, ciencia y diseño. Sacan tiempo para ir desarrollando junto a alumnos, artistas y estudiantes de ingeniería sus propias ramificaciones del concepto marco. Y una semana al curso, los cuatro centros participantes se zambullen plenamente en Simbiontes. “Durante esos días, se rompen por completo horarios y materias, esas estructuras tan fijas. Se trabaja de forma interdisciplinar e intergeneracional, con alumnos de diferentes edades”, subraya De Pascual.
Dibujos que suenan
En la Comunidad Valenciana, la iniciativa Sonògraf tiene también por bandera a la convergencia de campos expresivos, de conocimiento o de creación artística. Aunque en su caso, acotada esta fusión a dos esferas concretas: el dibujo y la música. La integración sinestésica se antoja total, ya que el sonògraf —un artilugio confeccionado por el estudio de experimentación audiovisual Playmode— permite que los trazos dibujados tengan un correlato sonoro. Hace, en definitiva, que los dibujos suenen.
Hasta 20 centros de Primaria han recibido ya el kit con el artefacto, una guía docente y algunas sugerencias de aplicación en el aula. “No son propuestas ni mucho menos cerradas, ya que animamos a que cada colegio lo utilice según sus propias características”, asegura Clara Boj, responsable del máster Permea organizado por el Consorcio de Museos de la Comunidad Valenciana (CMCV), el organismo que coordina en la región este y otros programas educativos de la Red Planea.
Boj aclara que la notación o partitura gráfica existe desde hace varias décadas. El sonògraf solo representa una nueva aportación —en este caso con énfasis escolar— en un terreno que ya han transitado muchos artistas interesados en vincular grafismo y sonido.
Pedagógicamente, el objetivo pasa por aunar la parte musical y plástica de la educación artística. “Estas dos materias suelen trabajarse de manera diferente, Hemos querido romper esas barreras, unir creación sonora y plástica”, asegura Boj. El sonògraf no solo lee y convierte en música formas y dibujos. El mismo mecanismo —para el que se utiliza una cámara y la tecnología de análisis de información visual computer vision— sirve además para investigar composiciones de colores y su correspondiente traducción sonora.
Boj alude a otros potenciales educativos del artilugio: “Con un alto componente lúdico, facilita enormemente las relaciones grupales y la coordinación audiovisual”. Y añade que “algunos docentes están componiendo partituras con sus alumnos, mientras que otros están trabajando con formatos más performativos o incidiendo en conceptos geométricos que se aprenden en la clase de Matemáticas”.
El sonògraf se engloba en una nueva estrategia del CMCV pensaba con el fin de crear lo que Boj denomina “cajas de recursos creativos para uso autónomo”. Con ella, no se trata de que los artistas acudan al centro presencialmente, sino de que “creen algo que contenga su poética y su imaginario pero funcione solo, sea técnicamente sencillo y ofrezca muchas posibilidades metodológicas”, dice Boj. Bajo este nuevo formato, aunque los creadores no asisten a los colegios, sí acompañan a los maestros y maestras implicadas con sesiones online.