De acuerdo con algunos análisis rápidos de los hechos, que por cierto no son nuevos, las causas de estos comportamientos masivos y violentos en algunos casos tienen que ver con una salida explosiva del periodo angustiante y coercitivo de la pandemia de la Covid19. Con la crítica situación económica general, que se ha cebado más en la población joven con escasas perspectivas de futuro profesional, de independencia económica y desarrollo personal. Con la rebeldía propia de la juventud incentivada por lo anterior y facilitada en su volumen e intensidad por las redes sociales. Una rebeldía ante un mundo y unas normativas de los adultos, que no son suyas, que los culpabilizan permanentemente y los excluyen. Evidentemente la solución policial sola parece que no sirve, alimenta la rebeldía.
A estas causas seguro que se podrían añadir algunas más, pero también me parece relevante añadir la urgencia por satisfacer las necesidades individuales de ocio, los encuentros físicos masivos y una descompresión vital. Necesidades propias de nuestra sociedad consumista que se han convertido en un agarre fácil en estos momentos difíciles y que vienen a manifestar la rebeldía y el distanciamiento de la población más joven con la sociedad de los adultos en forma de grandes y explosivas concentraciones. Según dicen parece que esta forma de ocio y de relacionarse ha venido para quedarse, al margen de que las normativas restrictivas por la pandemia desaparezcan y la actividad económica se vaya restableciendo.
Pero estas grandes concentraciones de jóvenes, que ahora parece ser lo más impactante por sus consecuencias, no son los únicos casos de ocupación de espacio público. Las manifestaciones reivindicativas, fiestas populares, campañas, carreras populares, ampliaciones de terrazas de bares, etc., también tensionan en mayor o menor medida la convivencia y vuelven a poner de manifiesto la necesidad de continuar reflexionando sobre el uso de los espacios públicos y la revisión de las normativas con el objetivo de mejorar la convivencia y generar comunidad. En una sociedad donde la propiedad privada es un pilar sagrado y profundamente interiorizada, la practica nos dice que el ciudadano considera que tiene derecho al libre uso del espacio público, pero relativiza y delega su responsabilidad.
Este espacio público, al que todos tenemos derecho, es el territorio y los lugares de encuentro, de relación, donde todos podemos estar o circular libremente. También lo son otros espacios poco visibles en la trama urbana (solares, aparcamientos, edificios abandonados, puntos de encuentro) donde se establecen relaciones intensas entre grupos específicos de población. Estos tienen verdadero significado para muchos colectivos y no los podemos olvidar a la hora de definir la esencia y gestión del espacio público de la ciudad como espacio común de convivencia. Sin olvidar las redes sociales que se han convertido en un espacio público por excelencia y sería un tema aparte.
Por tanto, en una necesaria recuperación de éste enfocada a mejorar la convivencia y crear comunidad, se debería tener una mirada inclusiva que abarque las diferentes dimensiones de análisis, la física y territorial, la política, la económica, la social y generacional y la cultural. Una mirada que también tenga presente variables como el género, la edad, la cultura o los recursos económicos. Será la población con su apropiación quien le dará el significado especifico al espacio, quien lo convertirá en espacio cordial, de conflicto o indiferente. Por ello es importante conocer y comprender las necesidades e intereses de los usuarios para poder ofrecer espacios comunes que ayuden a consolidar una ciudadanía respetuosa con lo público y que la ciudadanía conozca las posibilidades que le ofrece la ciudad a través de sus espacios públicos más allá de la satisfacción inmediata de la necesidad de ocio.
Esto supone otorgar al espacio público una función constructora de valores y soluciones de necesidades o problemas comunes, y por tanto la necesidad de pensar o repensar con esa intencionalidad su gestión y uso. Porque como contexto de relación y comunicación la implicación de la ciudadanía en la gestión de lo público aportaría un gran potencial para dar cuerpo a una comunidad más activa, crítica, participativa, comprometida, consciente y respetuosa de la diversidad. Su aprehensión tiene un gran potencial en la construcción de identidades y sentimientos de pertenencia que incrementaría el cuidado y la responsabilidad por lo común.
Existen experiencias, protagonizadas por movimientos sociales y también por las administraciones, que intentan recuperar el espacio público para la ciudadanía mediante proyectos y actividades de empoderamiento y promoción de la gestión comunitaria de los espacios públicos. Son experiencias en las que en diferente grado participan movimientos sociales, entidades, asociaciones, técnicos y políticos, que entienden que el espacio público ha de ser un espacio común donde los ciudadanos puedan desarrollar su derecho a la ciudad.
Pensar y abrir espacios públicos, involucrando en su gestión a los sectores de población implicados facilita su aprehensión y responsabilidad hacia ellos. Esto supone convenir con asociaciones o colectivos, delegar en ellos y que adquieran un compromiso de responsabilidad hacia las actividades. Algunas propuestas apuntan a la importancia de involucrar al sector de población joven en la distribución de recursos económicos destinados al ocio, cultura, deportes, etc., y en la selección, organización y gestión de actividades y de los espacios donde se vaya a desarrollar.
Mantener abiertas las bibliotecas en horario nocturno, abrir parques municipales debidamente acondicionados por la noche; mantener instalaciones deportivas y gimnasios abiertos por la noche, abrir los patios de los colegios e institutos para uso de la comunidad, adecuar espacios en la playa, o aparcamientos vacíos, solares, etc. para actividades de ocio; cerrar avenidas o calles al tráfico y convertirlo en zonas peatonales y de actividad lúdico/cultural durante el fin de semana, son unos ejemplos en práctica con resultados variados. Pero lo importante es que promueven la ampliación y oferta de espacios, la diversificación de proyectos y actividades, y la participación, gestión y responsabilidad de la comunidad en ellas y en el uso del espacio público.
Otras sugerencias, posiblemente vinculables a las propuestas anteriores, es el fomento y promoción de los recursos humanos y culturales de ámbito local en actividades tales como conciertos, teatro, eventos deportivos, pinturas murales, mantenimiento de jardines, diseño y adecuación de plazas, etc. O en otro orden programar actividades intergeneracionales como intercambio de experiencias o conocimiento y ayuda mutua, en el marco de la diversidad de asociaciones de personas mayores o asociaciones de jóvenes.
Las reflexiones y propuestas anteriores que se llevan o han llevado a cabo en diferentes lugares, con grados diferentes de éxito, están orientadas a transferir o devolver el espacio público al ciudadano con la seguridad que ayudará a mejorar la convivencia y a consolidar la idea que el espacio público es un espacio común, responsabilidad de todos y todas.
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Todavía no puedo creer que no sé por dónde empezar, mi nombre es Juan, tengo 36 años, me diagnosticaron enfermedades de herpes genital, perdí toda esperanza en la vida, pero como cualquier otro, todavía buscaba un cura incluso en Internet y ahí es donde conocí al Dr. Ogala. Al principio no podía creerlo, pero también me sorprendió después de administrarle algunos de sus medicamentos a base de hierbas. Estoy muy feliz de decir que ahora estoy curado. Necesito compartir este milagro. experiencia, así que les digo a todos los demás con enfermedades de herpes genital, por favor, para una vida mejor y un medio ambiente mejor, comuníquese con el Dr. ogala por correo electrónico: ogalasolutiontemple@ gmail.com también puede llamar o WhatsApp +2349123794867