Si como se afirma en los últimos informes prospectivos y podemos comprobar a lo largo de estos años posteriores a la pandemia, la inteligencia artificial generativa será la innovación de la próxima década y la protección física y tecnológica será fundamental para abordar los nuevos desafíos que comporta la sociedad digital, entonces es necesario considerar la formación en valores como uno de los componentes principales de la educación que es preciso preservar hoy en la formación de las generaciones de niños y jóvenes.
Educar en valores significa propiciar situaciones y condiciones que faciliten mejor autoconocimiento, más capacidad de pensamiento y comprensión critica sobre la realidad, más competencias de autorregulación y autocontrol, más habilidades sociales para la convivencia, más empatía y perspectiva social, más desarrollo de razonamiento moral , mayor capacidad para transformar el entorno, o mejores competencias comunicativas y para el diálogo. Educar en valores significa crear condiciones para que todo esto sea posible en todos y todas y cada uno de los niños y jóvenes.
La sociedad digital comporta un nuevo régimen de información, comunicación y organización que se caracteriza por cambios no sólo tecnológicos. Genera cambios sociales, y cambios en las personas. Cambios que afectan a nuestra seguridad y privacidad, propiciando una información excesiva difícil de ser incorporada significativamente. En este contexto la inteligencia artificial generativa IA es un sistema que integra procesos automáticos que realizan tareas complejas, estrategias de aprendizaje automático y estrategias habitualmente consideradas como inteligentes y que puede generar información nueva a partir de un conjunto de objetivos definidos por personas en forma de nuevos contenidos, predicciones y recomendaciones.
La sociedad digital plantea riesgos que afectan claramente a la formación de los niños y jóvenes porque entre otras razones la sobreabundancia de información al alcance de todos y desde las primeras edades dificulta el desarrollo de la atención, distrae e impide a menudo tener tiempo para desarrollar espíritu crítico y criterio propio.
También plantea estos riesgos a la población adulta, y otros que no analizaremos aquí, al invadir esferas de la vida de las personas modificando hábitos y costumbres y relaciones personales, afectivas y laborales. Las redes, la prensa diaria y las monografías sobre el tema de revistas de divulgación y también de pensamiento como la Revista de Occidente han dedicado números específicos a tratar estas cuestiones. Instituciones y organizaciones como la Unión Europea se proponen regular la IA para evitar que estos riesgos hagan más vulnerables a las personas. Pero la cuestión no es sólo una de leyes y regulaciones. Es una cuestión que hace aún más patentes la importancia de la formación de la persona para cuidar no sólo del otro –un clásico en la educación en valores– sino también y especialmente para cuidar a uno mismo.
Si dos de las metas principales de la educación son la formación de personas con criterio y que sean capaces de gobernar su vida de forma sostenible, en la sociedad digital y ante los desarrollos de la IA habrá que intensificar la acción pedagógica que prepare para dar respuesta a las vulnerabilidades contextuales derivadas de la sociedad digital y que se añaden a las vulnerabilidades intrínsecas y esenciales a la persona y a las contextuales de índole social y de desamparo.
Conviene valorar la situación fijando la atención en los riesgos de la sociedad digital y de la IA pero también en las oportunidades que nos puede ofrecer. La transformación educativa que es necesaria hoy debe intentar evitar los efectos no deseables de la sociedad digital , por ejemplo los de la IA, y a la vez aprovechar los posibles beneficios. Es necesario actuar pedagógicamente para evitar la anulación de espíritu crítico y la disolución del sentido de compromiso y a la vez, por ejemplo, aprovechar los avances tecnológicos para ser, en lugar de consumidores de información, participantes y creadores de contenidos. Las herramientas digitales actuales permiten compartir información y construir colaborativamente mejor que antes. Los sistemas generativos permiten a más personas expresarse mediante el habla y el arte. Son buenas herramientas para practicar cultura participativa y para compartir, para hacer. Y compartir siempre hace más atractivo el hacer. En este contexto, la educación en valores que conviene cultivar para favorecer la construcción de la personalidad moral debe priorizar el desarrollo de pensamiento crítico, el cuidado de sí mismo, la participación y la acción común.
Más allá de la educación en valores, pero pensando en cómo propiciar más espacios y tiempos para la formación ética y en valores en la escuela, es necesario aprovechar los avances que permiten la sociedad digital y la IA para promover una transformación educativa que nos ayude a repensar la escuela, a innovar y especialmente a conservar lo que debe preservar la escuela. El aprendizaje de contenidos –que son necesarios y que hay que seleccionar bien– tiene un buen aliado con las herramientas digitales para personalizar más su logro y a la vez para liberar tiempo para otras actividades en el contexto de la escuela, tiempo para otros aprendizajes –más blandos y a menudo considerados socialmente menos importantes– que es necesario preservar y para los que hay que apostar con firmeza. Sería bueno que las innovaciones en educación liberen tiempo para los aprendizajes artísticos, comunicativos, el trabajo colaborativo y el aprendizaje ético. Estos aprendizajes requieren presencialidad y una mirada más pedagógica por parte del docente. Requieren docentes con suficientes capacidades y conocimientos que además de los propios de su disciplina le permitan generar una escuela donde la conversación y el análisis crítico de la realidad tengan un lugar central. Supone una escuela que disponga de tiempo para que los escolares puedan fijar metas y llevar a cabo acciones compartidas y desarrollar su capacidad creadora y expresiva . Docentes comprometidos con una escuela que prepare para entender la complejidad de nuestro mundo y profundizar en su mejora en función de los valores de una sociedad democrática e inclusiva.
Con el riesgo de que falte alguno, éstos serían los principales retos en educación en valores que muchas escuelas ya abordan y que es necesario promover como esenciales en la sociedad digital
- Aprovechar lo bueno de la sociedad digital para cooperar, desarrollar la creatividad humana crear y no sólo consumir productos.
- Reivindicar, aprovechando la potencia de las herramientas digitales, el respeto a los Derechos Humanos, denunciando, y actuando para transformar nuestra sociedad mediante acciones comunes
- Desarrollar el pensamiento crítico
- Propiciar situaciones que permitan autorregulación y autocontrol frente a las provocaciones diseñadas y pensadas para consumir más y continuamente.
- Estimar el bien común y recuperar la formación de hábitos y virtudes para vivir en sociedades democráticas
- Interés por saber más y contrastar mejor la información
- Aprovechar los contravalores que muestra nuestra sociedad para tomar conciencia de dónde estamos y poder avanzar en su transformación en un mundo mejor, con esperanza, pero también con realismo.