Con este título tan sugerente quiero empezar esta pequeña y humilde reflexión.
Si nos vamos al Diccionario de la Lengua Española nos encontramos con estas dos definiciones:
• Cocer: hacer comestible un alimento crudo sometiéndolo a ebullición o a la acción del vapor.
• Enriquecer: aumentar en una mezcla la proporción de uno de sus componentes.
¿Verdad que si lo llevamos a lo que un docente puede hacer con los contenidos que debe transmitir a su alumnado ya va cobrando sentido este título?
Pienso que, al igual que con los alimentos, si únicamente preparásemos nuestros alimentos cociéndolos o hirviéndolos, ¿nos gustarían? Yo creo que no y, probablemente, a las personas para las que los preparásemos tampoco. Del mismo modo que un cocinero busca enriquecer los platos y los alimentos con todo tipo de ingredientes y condimentos que los enriquecen, nuestra labor docente tiene y debe estar enriquecida con una serie de ingredientes fundamentales.
Hoy día parece que el mundo digital invade todo lo que hacemos, pero no podemos ver en ello un ataque a la tradición sino una oportunidad de enriquecimiento y, sobre todo, de acercamiento a un mundo que ya es digital. Hemos de ser conscientes de que nuestro alumnado piensa, siente y aprende de manera diferente y estar alejados de sus intereses nos hace alejarnos de ellos. Para que los aprendizajes sean duraderos y memorables debemos conectar con nuestro alumnado no sólo emocionalmente (ingrediente imprescindible) sino desde las herramientas, las temáticas y su vida diaria.
El mundo de las herramientas digitales abre un camino de posibilidades infinito si queremos abrazarlo pero ¡ojo! en lo que debemos diferenciarnos es en para qué las vamos a utilizar. Seguimos viendo esa línea innovadora que pasa por introducir la tecnología en las aulas para seguir haciendo lo mismo de siempre y eso es un grave error. ¿Una pizarra digital para proyectar el libro? ¿Un Chromebook para leer el libro de texto? ¿Una tablet para hacer ejercicios y ejercicios exactamente iguales a los que haríamos en papel en una libreta? Estas y otras muchas cosas similares que se hacen día a día en las aulas están muy alejadas del objetivo que, desde mi punto de vista, deberían de tener estas herramientas.
Debemos cambiar el foco y pensar que estas actitudes sólo replican una clase obsoleta sin participación y con escaso aprendizaje donde el alumnado no interactúa o lo hace de una forma pasiva que no promueve el aprendizaje.
Usar estas herramientas debe tener como objetivo final ayudarles a resolver problemas complejos y de la vida diaria, el pensamiento crítico, la creatividad, una mentalidad tecnológica y un aprendizaje flexible que se centre en sus fortalezas. Si dotamos a nuestro alumnado de herramientas que les ayuden a crear, a investigar y a aprender haciendo habremos pasado, como define Fernando Trujillo, de la “digitización a la digitalización del aula”.
Es cierto que todos son pasos para llegar a este objetivo final y que, dependiendo de la edad de nuestro alumnado, nos debemos centrar más en alguna fase que en otra, pero sin olvidar ese objetivo de transformación. Gracias a mi experiencia personal con alumnado de 1º y 2º de primaria soy consciente de que debido a su competencia digital (por muy nativos digitales que sean) es necesario centrarse en la fase de digitización de manera que esto después les ayude a dar el salto.
El uso de herramientas de aprendizaje como Google Classroom, desde el que con un simple clic en un link podemos enseñarles a acceder a infinidad de contenidos enriquecedores, nos puede ayudar a digitalizar su aprendizaje.
En los primeros cursos podemos apoyarnos en el uso de:
- Videos o actividades interactivas que se auto corrigen y les ayuda a aprender de sus errores dándoles la oportunidad de volver a realizarlas y mejorar sus aprendizajes.
- Muros colaborativos en los que presentar sus productos o tareas finales.
- Acceso a aplicaciones que les permiten un aprendizaje individualizado y adaptado a su ritmo con un feedback inmediato.
- Acceso a herramientas digitales con las que podemos gamificar o ludificar el aprendizaje para hacerlo más cercano y potente. Herramientas que permiten no sólo el docente pueda crear contenidos enriquecidos, sino que abren un mundo de sencillas posibilidades de creación y potenciación de la creatividad y el trabajo en equipo desde edades tempranas.
- Apps que nos ayudan a gamificar la evaluación haciéndola un momento menos estresante y más gratificante, ya que no podemos olvidar que la evaluación debe ser una herramienta que usamos cuando YA el alumnado sabe y NO para saber si sabe.
Como podrás observar son herramientas que no se quedan sólo en la exposición de contenidos, sino que implican al alumnado en primera persona y, sobre todo, que llenan de emoción y significado el aprendizaje.
Quiero finalizar con esta frase: “Cualquier profesor que pueda ser sustituido por una máquina, debería ser sustituido por una máquina” – Arthur C. Clarke. Todas estas herramientas no sirven de nada sin una implicación personal, profesional y emocional del profesorado.
No debemos olvidarnos de que el ingrediente imprescindible para enriquecer el aprendizaje somos nosotros mismos, ya que abrazar la tecnología es imprescindible, pero abrazar a nuestro alumnado, conectar con él y creer en sus posibilidades sólo lo pueden hacer docentes emocionalmente comprometidos con su alumnado, nunca una máquina.