En el contexto de la Sociedad Digital, los docentes sentimos que integrar las Tecnologías Digitales en las aulas es nuestro deber. Nuestro alumnado se desarrolla en un mundo donde las tecnologías son omnipresentes y la escuela no puede dar la espalda a las oportunidades que estas les pueden brindar. La educación formal debe asumir el reto de acompañar al alumnado en el desarrollo de su Competencia Digital, pues este es un derecho básico de todo ciudadano que influenciará sus posibilidades de éxito en la vida (Momimó, 2016). Y dado que las familias no tienen por qué tener los recursos o conocimientos necesarios para garantizar el desarrollo de la Competencia Digital de sus hijos (Jubany, 2016), esa responsabilidad recae en la educación formal.
Y ahí estamos nosotros en el aula, frente a nuestros alumnos. Dispuestos a mostrar nuestras mejores habilidades docentes y a hacerlo, como el contexto requiere, integrando las Tecnologías Digitales. Y de repente, algo falla… el vídeo que hemos creado con tanto cariño no tiene volumen o bien no podemos mostrarles la última actividad que hemos diseñado para ellos en el campus virtual, porque una vez más, no funciona la wifi. Y nos bloqueamos. Somos docentes, no técnicos informáticos. Nos sentimos inseguros con la tecnología, y no es la primera vez.
Con el objetivo de dar voz a los docentes, es interesante poder recoger su percepción respecto a cómo se sienten ante estas situaciones. En una investigación basada en estudios de casos en centros de Educación Primaria y Secundaria (Vázquez, 2019), se han podido identificar una serie de factores que los docentes relacionan con la inseguridad propia o de sus compañeros a la hora de integrar las Tecnologías Digitales en el aula:
- Se perciben las Tecnologías Digitales como una amenaza a prácticas educativas tradicionales (Robinson y Aronica, 2015; Romeu, Guitert, Vázquez y Alonso, 2013). Por ejemplo, en relación al desuso del libro de texto o al hecho de que los docentes se sientan inseguros al adentrarse en procesos de aprendizaje que se distancian de las experiencias que vivieron cuando eran alumnos, posiblemente porque no fueron formados para afrontar el reto que supone enseñar de manera diferente a la cual se ha aprendido (Fernández y Fernández, 2016).
- Carencias en la Competencia Digital Docente. Pues los docentes que se sienten poco competentes digitalmente se muestran inseguros a la hora de integrar las Tecnologías Digitales en sus actividades (Kirschner, 2015; Marina, 2015).
- Existencia de una brecha tecnológica entre docentes y alumnos. A pesar de que ni el uso ni la pertenencia a una generación concreta implica que el alumnado sea competente digitalmente (Gallardo-Echenique, Marqués-Molías, Bullen y Strijbos, 2015; Hatlevik y Christophersen, 2013) y que, aunque el alumnado perciba un alto nivel de uso de las Tecnologías Digitales, este suele ser superficial (Pedró, 2015), hay docentes que se sienten inseguros al percibir que el alumnado tiene más desarrolladas sus habilidades digitales.
Adicionalmente, la llegada de las Tecnologías Digitales ha generado situaciones que a veces producen en el profesorado la sensación de pérdida de tiempo (Alonso, Guitert y Romeu, 2014) o falta de control (Tallvid, 2016), generando la necesidad de crear nuevas dinámicas en el aula (Consell Escolar de Catalunya, 2015) que a veces les hacen abandonar su zona de confort.
Pero el interés de dicha investigación quizás radica, más que en la identificación de factores que generan inseguridad, en las propuestas que realizan los docentes para superar dicha sensación, las cuales se engloban en torno a dos grandes ejes. En primer lugar hay que asumir el cambio de rol en la figura del docente y del alumno aceptando nuevos escenarios en los cuales el docente se convierte en guía (Pérez-Mateo y Guitert, 2014; Resnick, 2017) y el alumnado puede mostrar mayor conocimiento de algunos contenidos, lo que no significa que tenga más dominio que su profesorado en relación a la capacidad de aprender con Tecnologías Digitales (Gallardo-Echenique et al., 2015). Superar la premisa de que “el maestro debe saber más que el alumno” (Miller, 2015) permite visualizar los conocimientos tecnológicos del alumnado como una oportunidad para incidir en su aprendizaje de manera positiva (Burgess, 2018; Ojando, Benito y Prats, 2017).
En segundo lugar, trabajar colaborativamente con otros profesores supone una estrategia formativa clave (Rubia y Guitert, 2014), pues al sentirse acompañados por otros docentes con habilidades e intereses por promover el uso de las Tecnologías Digitales en el centro, el profesorado se siente más motivado y competente (Cepeda, 2013) y es capaz de superar las inseguridades percibidas para transformarlas en oportunidades (Orlando, 2014). Quizás la clave esté en dejar de darle vueltas y simplemente intentarlo pues, tal y como dice un proverbio japonés, “el éxito es caer siete veces y levantarse ocho”.