Los centros educativos y las familias educan o deseducan desde paradigmas impregnados de normas hegemónicas y al día de hoy lo hacen junto a un nuevo y poderoso agente socializador, las TRIC (Tecnologías de Relación, Información y Comunicación), soporte de los medios de comunicación y las redes sociales, que influyen poderosamente en la cotidianidad de la población, de manera muy, muy relevante.
La deseabilidad social se va forjando así, casi imperceptiblemente, a través del poder mediático de la publicidad; una publicidad que crea necesidades en función del consumo, la producción y los mercados, reforzando los intereses económicos del poder. Así determinan, si no se criban estas influencias, el presente y futuro, las expectativas y proyectos de vida de chicas y chicos, con mensajes insistentes de lo que deben desear para ser felices, que les confunden. De esta manera va poniéndose a la venta todo lo que pueda ser comprable, incluso el propio cuerpo de chicas y chicos esclavos de likes y estándares de belleza manipulados.
A la vez, inevitablemente les rodean noticias, imprevistas, de pronto temporalmente omnipresentes, sin profundizar en ellas, y que se van superponiendo sin continuidad ni análisis, pero con ciertas constantes, generan miedo, inseguridad y normalización de altas dosis de violencia. Así muchos acontecimientos son transmitidos de forma tremendista, amedrantando a la ciudadanía, o bien radicalizándola con tertulias e hilos en redes con marcados posicionamientos binarios, en blanco o negro, en rosa o azul, que contribuyen a polarizar posturas, manipulando implacables con verdades parciales, menospreciando lo que no responda a los intereses de lobbys y estructuras del poder.
Desde el ámbito educativo testamos cómo estas influencias están dañando a la infancia. Chicas y chicos sienten angustia e inseguridad ante la violencia, asesinatos de mujeres, el amenazante cambio climático, la escasez del agua, de crisis energética, la contaminación, el desempleo, la pobreza, que inciden en la población, la asusta y alimenta la docilidad. Desde la palabra hablada y escrita en noticiarios, plataformas, redes, cine y literatura circulan mitos, leyendas y relatos distópícos, asociales, que justifican acciones injustificables desde emociones, ideas y actos que contribuyen al individualismo y los hunden en la impotencia frente a ello, desde un determinismo que les genera desánimo, inseguridad, soledad, aislamiento, miedo, impotencia, desesperanza, con crecientes problemas de salud mental o aborregándose de forma alienante, consumista y obediente, como grupo social. La educación ha de intervenir para romper, con esta situación. La coeducación contribuye a depurar todas estas influencias.
A todo este conjunto de intereses consumistas, de desigualdad y a sus estructuras de poder, el feminismo lo denomina patriarcado, un complejo paradigma siempre presente y normalizado. Sólo siendo conscientes del Patriarcado como este gigante estructural, afrontaremos, desde la coeducación, trabajar a favor de la igualdad y los derechos humanos que defiende el feminismo. «El feminismo invita a pensar, no te dice qué tienes que pensar, sencillamente te invita a hacerlo».
Es posible que estas palabras, patriarcado y feminismo, coeducación, rechinen en algunas mentes. No es casual, de eso se trata, el patriarcado resistente al cambio, roba palabras y ensucia ideas, consiguiendo crear confusión, enmarañando su sentido, con desinformación y utilizándolas con sentidos diferentes al originario. Como decía Eduardo Galeano en “ladrones de palabras” los valores tradicionales hoy nombran también a las acciones bursátiles.
Coeducar es poner filtros a la desinformación, a la desigualdad, desvelar influencias manipuladoras y contraponerse a todo adoctrinamiento, es propiciar la crítica analítica e informada necesaria para mejorar el mundo que habitamos, su sostenibilidad, la supervivencia natural; coeducar es promover la equidad, la ética del cuidado, la cuidadanía, como salvavidas humanizadoras.
La perspectiva y conciencia feminista se aprende y se alcanza cuando una persona empieza a reconocer la desigualdad y rechazar la injusticia, cuando se revela ante la obligación de tener que asumir roles diferenciados, estereotipados y artificialmente asignados según el sexo, cuestionando los roles personales, socialmente vinculantes; cuando la persona se activa contra la discriminación, cuando piensa por sí misma, cuando se opone al sufrimiento de cualquier ser humano, al desaprovechamiento y desmantelamiento de los recursos naturales, cuando se posiciona frente a la violencia, cuando se libera de mandatos consumistas. Al aprender Igualdad, al incorporar la perspectiva de género, ocurre un cambio personal cualitativo que esclarece y limpia la propia percepción, que desvela desigualdades y las denuncia, que se revela y desobedece lo injusto, facilita renovadas claves de vida y esperanza, potencialidades para contribuir a una organización social cuidadora de lo personal y del bien común. Esta conciencia igualitaria, cuando la aprendes, se afianza, no tiene vuelta atrás.
La igualdad, así, avanza, ya imparable, lentamente, y son muchas las señales que vemos en el día a día en nuestros centros, en nuestras calles, en temas de actualidad; podemos observar miles de pequeños detalles que evidencian cambios reales en las vidas de las personas… Y son muchos: vemos ya mujeres en puestos decisivos, en política, en la industria, en el deporte, en la ciencia, en el espacio etc; se visibilizan desigualdades como las salariales, las económicas, las de propiedad del suelo y de la riqueza; aumenta la sensibilización ante situaciones de injusticia, de sometimiento, que dan acogida a movimientos sociales como el #MeToo que condenan socialmente el abuso, el acoso sexual, la violencia.
Cada vez más frecuentemente, propuestas curriculares igualitarias van apareciendo. Estudios universitarios como los de Ana López Navajas, visibilizan la ausencia de mujeres en los libros de texto y plataformas del tipo de La Roldana de forma cooperativa dan visibilidad a obras de mujeres en las artes y rescatan sus biografías, disponibles para incluir en las diferentes materias de los ámbitos escolares, dejando constancia de las aportaciones de las mujeres, enmendando arraigados agujeros del currículum,
En todos los consejos escolares, obligadamente, por normativa, se ha de nombrar una persona encargada de impulsar la igualdad y en cada centro educativo es obligado nombrar a una persona coordinadora de igualdad y una persona coordinadora de bienestar y protección del centro.
Si observamos el paisaje urbano, las calles, las plazas, es ya habitual y frecuente ver a chicas y mujeres vistiendo de formas diversas, sin prejuicios, sin miedos, a su aire, de la forma y estilo que eligen vestir, vindicando libertad, vemos que ésto incluye vestir y calzar ropa cómoda, zapatos planos, anchos, que permitan andar, correr o saltar, moverse sin las trabas de unos zapatos estrechos o con altísimos tacones. Cada vez hay más mujeres que voluntaria y conscientemente, se alejan, o no, de vestimentas hipersexualizadas elegidas por rebeldía, mostrando al mundo su derecho a vestir como quieran; y a la vez vemos, cada vez con mayor frecuencia, mujeres con caras al natural, sin máscaras, sin pinturas, ni maquillajes, lo vemos en el día a día, en todas las edades, mujeres cada vez más ajenas a lo que las redes sociales aplaudan, resistentes y opuestas a cánones de hipersexualización y artificio.
Aumenta el número de mujeres y hombres conciliadores, saludables, que cuidan, que se cuidan, que defienden una vida personal, familiar y laboral sostenibles, que promueven vidas sencillas, respetuosas, auténticas, naturales y sanas. Cada vez es mayor el número de personas noviolentas, no consumistas, igualitarias, a pesar de que las pantallas aprietan, promoviendo, con mayor frecuencia lo contrario. Este grupo tan creciente de personas liberadas de estereotipos sexistas están ya creando nuevas normalidades, que se afianzan en la cotidianeidad, a pesar de las presiones mediáticas. Sólo hay que enfocarlas, son visibles, las vemos paseando por nuestras calles.
Simultáneamente, ojo, no nos engañemos, convivimos y denunciamos la preocupante involución social de la igualdad en diferentes ámbitos; estamos presenciando, una vez más, retrocesos político-religiosos, emergen legislaciones retrógradas en diversos países. A modo de ejemplo, Afganistán, conocido y olvidado, sin ser el único, es clara muestra de abandono mediático. Tras meter miedo como aviso social, lejos del objetivo de luchar por la igualdad de las mujeres, ya no se habla ellas, y están sufriendo leyes sexistas, que pretenden devolver a las mujeres al redil de la casa y el sometimiento a los varones, a la división social del trabajo, empujadas de nuevo a la invisibilidad, la dependencia, la ignorancia, retirado su derecho a la educación, separándolas socialmente, limitando su presencia al ámbito de lo doméstico donde, sometidas por la ley y el terror, son propiedad de los varones que las custodian.
En Palestina la actual ofensiva armada israelí contra Gaza, supera 30.000 personas asesinadas. Presenciamos un genocidio, se impiden los cuidados más básicos, la destrucción obliga a vivir hacinadamente, sin comida suficiente, sin medidas sanitarias, sin electricidad ni combustible, incluso impidiendo la ayuda humanitaria. Son crímenes de guerra, justificados por la desigualdad jurídica y un desigual Poder político y económico.
Las mujeres y niñas de Congo están siendo víctimas de violaciones masivas y desplazamientos forzados a causa del comercio, en medio de la lucha violenta por el litio. Sólo entre junio y julio de 2023 más de 10.000 mujeres tuvieron que ser atendidas por violencia de género en las regiones de Ituri, Kivu Norte y Kivu Sur.
En estos días de marzo de 2024, Argentina está retirando normativas garantes de avances alcanzados por el feminismo, prohibiendo, con toda su carga simbólica, el uso del lenguaje inclusivo, no sexista, en la administración, en documentos oficiales, retirando muchos derechos y logros lentamente conquistados, lo está ejecutando de un plumazo, a golpe de ley.
O pensemos en Irlanda, su referéndum del 8 de marzo visibiliza lo arcaico de su constitución.
Desafortunadamente podíamos seguir nombrando largos pasos del gigante patriarcal que ante el avance feminista, se reinventa y resiste interviniendo global y astutamente a nivel mundial. El conocido lema ni guerra que nos destruya, ni paz que nos oprima, es el “grito global” de afganas, palestinas, ucranianas, haitianas, sirias, congoleñas, colombianas, mexicanas, kurdas… es el clamor solidario feminista.
Destacaremos ahora “… ni paz que nos oprima” que exige seguir desvelando el sexismo explícito y denunciar una involución más sutil, que ocurre incluso en países supuestamente igualitarios, como España, víctimas del espejismo de la igualdad, que actúa justificando y coartando su avance. Sistemáticamente se genera confusión proliferando mensajes igualitarios, sin serlo, hasta cansinamente producen hartazgo, desinterés, enmarañan o cambian los objetivos feministas, utilizando “las mujeres y “al feminismo” como herramienta política, superficial y vacía, haciéndolos supuestamente protagonistas de nada, desde una verborrea inútil y desorientadora. Ante ello, hay que mantener un análisis crítico sistemático, no perder de vista qué pretende el feminismo y denunciar interferencias en su nombre.
Camuflada también actúa la esclavitud estética. Bajo el falso mito de la libre elección, como Ana de Miguel acuña, chicas y chicos se someten “voluntariamente” a novedosos procesos, productos, juegos, planes, incluso intervenciones estéticas y quirúrgicas contrarias a la singularidad, la naturalidad, la diversidad estética, negando belleza al paso del tiempo. Partiendo de la comparación constante con referentes de belleza, generan en chicas y chicos insatisfacción, desánimo, e infravaloración. Son posicionamientos sexistas, edadistas e hipersexualizados, que hacen deseables diferentes productos, anunciándolos como claves para alcanzar la felicidad y conseguir autoestima, vendiendo intervenciones innecesarias y dudosas para la salud presente y futura de quienes se someten a ellas.
No podemos dejar de nombrar la pornificación de la sociedad y el aumento de la violencia sexual contra las mujeres; a través del negocio de la pornografía, se están modificando las relaciones sexuales, normalizando modelos de sometimiento y violencia, instruyendo, que no educando, sobre lo qué se espera de chicas y chicos en el terreno sexual, dando por válidas actitudes relacionales, claramente rechazables en cualquier otro contexto.
Presenciamos así cómo aumentan movimientos radicales, resistencias del patriarcado en la manosfera, un conglomerado virtual de espacios misóginos y antifeministas, basados en la propagación de un discurso de sexismo violento y muy hostil, individual y estructural, que pretende dificultar y desvirtuar el avance igualitario, negando directamente la desigualdad, e incluso que exista la violencia de género, queriendo perpetuar los valores tradicionalmente masculinos.
La presencia cada vez más normalizada de las guerras es otro aspecto que queremos denunciar, es otra gran herida de involución de la igualdad. La guerra está justificando el incremento del gasto militar y armamentístico desde un uso patriarcal de los recursos, de los cuerpos y de los territorios.
En el año 2023, en España, se destinaron 1.833 millones de euros de ayudas públicas sólo para el desarrollo de nuevas armas. El presupuesto del Ministerio de Defensa aumentó en 2023 un 23,4% con respecto a 2022, un porcentaje de subida impensable para otras necesidades. El gobierno español ha gastado 21.781,97 millones de euros en diferentes intervenciones militares.
Desde el feminismo se defiende la vida, la gobernanza de políticas de equidad que primen siempre cubrir las necesidades básicas de la población, alimento, vivienda, trabajo, educación y salud, primando el bienestar, el cuidado, la paz y la esperanza, denunciando la muerte, las armas, la desolación y barbarie de la guerra.
Podemos proponer una situación de aprendizaje “analicemos las guerras” con perspectiva de género que supone indagar, analizar, no presuponer, contrastar.
Es un tema de actualidad, que está en sus vidas, permite fácilmente ampliar información y tiene altos potenciales de aprendizaje.
Puede ser muy clarificador indagar sobre ellas, desnudar datos, analizar las muertes, quien muere, quien se beneficia, empatizar con el sufrimiento de la población, con las consecuencias en hombres, en mujeres, en la infancia, con la destrucción de bienestar de las personas, denunciar el desorbitado gasto económico que conlleva y se quita de partidas a todas luces más humanizadoras. Analizar y recrear formas de entendimiento, de negociación, la capacidad de diálogo y de acuerdo.
Podemos sugerir al alumnado diferentes investigaciones, que aprendan a aprender, a ser y a convivir desde las competencias que se les pide y necesitan.
- Contrastar los datos económicos empleados para armamento y gastos bélicos frente a datos económicos empleados para la sanidad, la educación, la vivienda o el empleo.
- Que indaguen en las consecuencias de esta escalada de violencia que suponen las guerras, en las vidas, en la sociedad, en la economía.
- Que conozcan el mapa mundial con conflictos bélicos, que indaguen en causas y consecuencias para quienes gestionan la guerra y para quienes la sufren.
- Pueden trabajarse las habilidades de la mediación, del diálogo, del debate respetuoso e informado, como herramientas de entendimiento y de afrontamiento pacífico de conflictos.
- Analizar textos de prensa, de las redes, de movimientos sociales. Incluir textos diversos, por ser menos abundantes, buscar, asegurar que se incluyan textos feministas antibélicos que recojan el punto de vista de las mujeres y sus alternativas de gobernanza, de cuidadanía.
- Invitar al alumnado a investigar, a informarse bien, a saber qué piensan y sienten, con autonomía y interdependencia, desde el posicionamiento crítico que promueve la coeducación.
- Un producto final puede ser elaborar una carta a la sociedad, expresando sus propios criterios, argumentando sus conclusiones ante la guerra y si es posible, alternativas cuidadoras y noviolentas.
La coeducación nos impulsa a continuar incansablemente vindicando igualdad, equidad y respeto. Nos refuerza para pensar de forma autónoma, teniendo en cuenta nuestra vulnerabilidad e interdependencia, a oponernos a la violencia, a desobedecer la injusticia; nos induce desvelar y denunciar desigualdades, a promover la defensa de la igualdad y la sostenibilidad de la vida.
Este 8 de marzo, y cualquier día también, es buen momento para echar un vistazo a nuestro entorno con perspectiva de género, una perspectiva que mira de forma analítica todo lo que tenemos alrededor y profundiza en las causas, se anticipa a las consecuencias, contribuye a cuestionar el devenir de los acontecimientos y a buscar alternativas igualitarias para encontrar, claves y el bienestar de toda la humanidad.