Cuando se piensa en Euskadi, normalmente se hace por un modelo de Formación Profesional que ha conseguido lo que el resto no parece ni soñar: consolidarse y ser percibido como una buena salida educativa y profesional.
Al mismo tiempo, mientras entre Cataluña y Madrid el modelo lingüístico es carne de tribunales desde tiempo inmemorial, no se conoce esa riña con el País Vasco. Una autonomía que ha puesto en marcha un modelo con tres posibilidades que a lo largo de los años se ha ido autorregulando, decantándose. Aunque le falte recorrido todavía.
Y otra de esas cifras que muchos envidian, la inversión media por alumnos en Euskadi llega a duplicar la cifra de no pocas comunidades del resto del país. Siempre son esa discusión compleja sobre el modelo de financiación vasco y las ventajas que desde muchos lugares se critican, por injustas y agraviantes con el resto.
Pero no todos son brillos y entre lo que parecen grandes logros, también hay algunos mitos.
En cifras
En el País Vasco hay matriculados unos 370.000 alumnos y alumnas, desde Infantil de primer ciclo hasta Formación Profesional de Grado Superior. En la educación obligatoria la mayor parte se encutra matriculado en la privada o concertada. En Primaria el 51,4% se encuentra en la pública, pero en la ESO este porcentaje desciende al 46,4%.
La mayor parte del estudiantado que supera la Secundaria Obligatoria se dirige al Bachillerato. Alrededor del 22% cursa FP de Grado Medio y un 31%, de Grado Superior.
En la última evaluación de PISA, la correspondiente a 2012, el País Vasco obtuvo resultados bastante buenos, por encima de la mayor parte de las comunidades autónomas. En Matemáticas obtuvo 505 puntos (España: 484/ UE: 489/ OCDE: 494), en Lectura 498 (España: 488/ UE: 489/ OCED496) y en Ciencias: 506 (España: 496/ UE: 497/ OCDE: 501).
Otro de esos datos que parecen imposibles es la tasa de abandon escolar, que en 2014 se encontraba en 9,4%, a la altura de Alemania o Finlandia y por dejajo de la media UE-28 (11%).
Eso sí, hay quien ve en estos datos alguna pega, puesto que dado el nivel socioeconómico y cultural de Euskadi, deberían ser más altos.
La FP vasca
Esta es, para muchas personas, la piedra de toque de un sistema educativo que ha conseguido lo que para muchos en España es un milagro, estar por debajo del 10% de tasa de abandono escolar temprano (jóvenes que al llegar a los 16 años dejan los estudios sin haber conseguido un título de Secundaria postobligatoria). Pero lo cierto es que no es así. Al menos no del todo.
Según el informe Sistema estatal de indicadores de la educación, en su edición de 2016, del Ministerio de Educación, alrededor de un 22% de los jóvenes vascos están matriculados en la Formación Profesional de Grado Medio, frente a un 68,5% en Bachillerato. Esta cifra, la del porcentaje de alumnado en Bachillerato, es realmente la que cambia el equilibrio de la balanza.
En España, la media es de un 55% de estudiantes de Bachillerato frente a un 23,9% en FPGM. Parece que la apuesta en Euskadi está en la educación, pero en la educación superior, dado el nivel de matriculación en Bachillerato, así como también en la Formación Profesional de Grado Superior. El sistema productivo, fuertemente industrializado, exige a sus jóvenes un alto nivel de cualificación que en su mayor parte alcanzan, pero al igual que el resto del país, parece tener una desproporción entre quienes acceden a los ciclos de Grado Medio y quienes optan por otras posibilidades.
Pero, a pesar de que la matriculación en ciclos medios no sea lo que explique la tasa de abandono baja, sí hay que considerar que desde la Administración se ha hecho un esfuerzo por dignificar la FP con centros educativos bien dotados, con la creación de una Consejería específica o con la relación tan estrecha que se ha establecido entre centros de formación y empresas.
No es (solo) la educación
El sistema educativo es el mismo en toda España y los datos de matriculación en las ramas profesionales, aunque mejores, no explican la situación. Los factores 100% educativos no parecen ser los que respondan a la pregunta de por qué el País Vasco está donde está, y otras autonomías no pueden ni soñarlo, a pesar de tener situaciones económicas, por ejemplo, similares.
Se trata de una de las comunidades autónomas con mayor renta per cápita, solo después de Madrid. Tienen un sistema productivo y empresarial muy diferente a otras . Se podría achacar a la riqueza, al concierto vasco o a la inversión por alumno alrededor de los 10.000 euros anuales buena parte del mérito del sistema. Pero, como dice José Saturnino Martínez, sociólogo de la Universidad de La Laguna, el efecto de la inversión “no parece tan importante”.
Con él coinciden otros como Jesús Prieto, profesor de Deusto y asesor del Berritzegune (centro de apoyo al profesorado) de Vitoria, quien asegura que otras autonomías como La Rioja obtienen resultados mejores o similares a los vascos con inversiones menos potentes. “Podríamos concluir que el dinero no lo es todo”.
Los factores políticos también podrían explicar, o deberían, parte de este éxito.
Francisco Luna, profesor y exdirector del ISEI-IVEI (Instituto Vasco de Evaluación e Investigación Educativa), tiene claro que la obligación, desde el comienzo de la democracia, de gobernar en coalición ha provocado que el sistema educativo haya estado soportado por el consenso de la mayor parte de la población. No ha hecho falta escribir ninguna ley educativa como en otras comunidades, puesto que los gobiernos en coalición parecen haber hecho ese trabajo. Aunque, afirma Luna, tener una ley es un “tema pendiente”.
El empuje social
Esta es una de las razones más importantes para que el sistema educativo vasco esté donde está. No solo es que la sociedad en general entiende que la educación es importante. Como comenta Francisco Luna, el País Vasco no tienen grandes riquezas naturales, de manera que la formación de sus jóvenes se convierte en la mejor materia prima.
Para Segundo Garín, docente en buena parte de las etapas del sistema educativo, profesor durante muchos años en centros asociados a la FERE (patronal católica de la concertada) y hoy profesor de la universidad pública, existe una “conciencia generalizada de la importancia del saber y la cultura dentro de la mentalidad del pueblo vasco”.
Además de esto, el movimiento asociativo, social, en Euskadi tiene mucho empuje. Esto ha provocado, aseguran algunos, que haya tanto equilibrio entre la red pública y la privada. Al menos en cuanto a la oferta educativa.
Como en otras comunidades, en el País Vasco ambas redes están cercanas al 50%, pero mientras que en Madrid ha habido una apuesta por parte de la Administración de favorecer el crecimiento de la concertada, parece que el empuje de la sociedad civil vasca es la que ha hecho que este equilibrio sea menos polémico. Asegura Segundo Garin que en toda población siempre ha habido un centro público y uno concertado.
Desde luego, las críticas al desigual reparto de recursos entre redes o el hecho de que la pública sea la que, mayoritariamente, matricula más alumnado migrante o con necesidades educativas especiales, se repiten como en el resto del país. También se repiten argumentos como que en la pública se cobra más o que en sus clases hay menos alumnado que en la concertada. Esto sí, para Garín “este tema (concertada vs. pública) está asumido y superado por la gran mayoría de la población. No existe una pugna entre ambas (redes) que entorpezca la mutua colaboración”.
Al empuje de una sociedad civil en la creación de mejores oportunidades educativas, está claro que se unen otros factores, como nos comenta Jesús Prieto, “algunos del propio ámbito educativo formal pero otros muchos que devienen del mundo educativo no formal y de la compleja red de asociaciones”.
Entre estos factores enumera algunos como los planes sistematizados de atención a la diversidad, el mantenimiento de los centros de orientación y apoyo al profesorado (desmantelados en otros lugares), trabajo conjunto con otros actores (educadores de calle, educadores sociales, trabajadores sociales, formadores municipales…), importante oferta educativa, musical, deportiva y de tiempo libre para la juventud y la infancia; o la gran cobertura de ayudas sociales, no solo educativas, “que hace, asegura Prieto, que sean casi inexistentes las situaciones de chabolismo y exclusión social grave”.
Modelo lingüístico
Esta es otra de las particularidades del País Vasco. A diferencia del otro gran referente, Cataluña, en Euskadi decidieron hace décadas hacer un viaje algo distinto.
El modelo vasco se divide, a su vez, en tres variantes: el modelo A en el que todas las asignaturas se imparten en castellano menos la de euskera; el B, en el que unas materias se imparten en castellano y otras en euskara, y, finalmente, el D, en el que la mayor parte de las materias se imparten en euskera y el castellano es una materia más.
Durante las últimas décadas, este sistema se ha basado en la libertad de las familias a la hora de elegir la escolarización de niñas y niños. El sistema se ha decantando hacia una escolarización principalmente en euskera. Hoy más del 90% de las niñas y niños de segundo ciclo de Infantil están matriculados en las opciones B o D. Y entre estos dos modelos, la gran mayoría está en el D, en eukera.
Al contrario que en Cataluña, en el País Vasco, el euskera no es el idioma de la calle. Tres cuartas partes de la población no lo habla en casa. Por eso se ha reclamado, desde algunos sectores, que el modelo fuera de inmersión lingüística.
Lo que está claro es que si ha ganado terreno en la escuela es por una apuesta social porque así fuera. Francisco Luna resume el esfuerzo social así: la mayoría de la población aprende una lengua que no se habla en la familia y que está muy alejada del castellano; la mayoría del profesorado ha de enseñar en una lengua que no es la materna, y, además, la mayoría de las familias no pueden ayudar a sus hijos en casa.
A principios de los 80 solo en el 5% de los centros educativos eran bilingües; hoy son el 94%. En su momento el esfuerzo fue tal que se condecía al personal docente hasta dos años de excedencia para habilitarse para dar clase.
Y sigue haciéndose un esfuerzo grande si se tiene en cuenta que en Euskadi tan solo hay un 26% de población que sea vascoparlante en el ámbito familiar.
Fotos de Enric Català