Essomba (Barcelona, 1971), trata de aplicar en este municipio -donde conviven varias Barcelonas- aquello con lo que empezó a familiarizarse: primero como educador en instituciones formales y no formales; luego impartiendo clases en la universidad; ocupando cargos en entidades como el Centro UNESCO de Cataluña: e investigado y comprometiéndose a fondo con la interculturalidad, la diversidad y la inclusión escolar y social.
Sostiene que el primer eje de actuación es la lucha contra las desigualdades sociales, lo que significa más y mejor educación pública en los distintos tramos: “Hemos asumido la gestión municipal de las tres escuelas infantiles que estaban externalizadas, y se ha aprobado la construcción de diez más: cinco entrarán en funcionamiento este próximo curso y las otras cinco el siguiente. También hemos establecido la tarificación social, que consiste en adaptar la cuota a la renda familiar para garantizar una mayor equidad (ello supondría que, sobre el total de familias en Barcelona, el 62,5% de las familias pagarían por debajo de la matrícula actual, el 27,5% por encima y el resto seguiría con la misma cuota de ahora: 298 euros)”. En relación a los centros públicos de infantil y primaria presenta un dato muy revelador: “En los dos próximos cursos se construirán doce centros en la ciudad, los mismos que entraron en funcionamiento los diez años anteriores.”
Pero la igualdad de oportunidades va más allá de la escuela. De ahí el propósito de garantizar el acceso a un mínimo de actividades que ofrecen las entidades de tiempo libre, deportivas y culturales fuera del horario escolar, mediante becas o precios bonificados, durante el curso y las vacaciones escolares. U otro tipo de iniciativas relacionadas con el proyecto «Barcelona ciudad educadora» y los planes educativos en todos los barrios y distritos para el desarrollo de actividades de diversa índole destinadas a todas las edades.
El Ayuntamiento de Barcelona conforma con la Generalitat de Cataluña el Consorcio de Educación: un ente público para la construcción y gestión conjunta de los centros, servicios y programas educativos de la ciudad. Uno de los que Essomba se siente más orgulloso es el de las “Escuelas enriquecidas”: “Va dirigido a las escuelas de alta complejidad situadas en entornos empobrecidos. Este año le hemos destinado tres millones de euros para financiar ochenta proyectos: de innovación o de mejora del centro para favorecer las oportunidades educativas de este alumnado. También se está trabajando en la creación de un centro público de segundas oportunidades para combatir el absentismo y abandono escolar mediante itinerarios formativos personalizados”. Otros focos de atención objeto de debate son la Formación Profesional -con la creación de espacios profesionalizadores-; la educación de personas adultas, y la Educación Especial: “Se precisan medidas de mejora en clave inclusiva en estos centros demasiado abandonados y privatizados”.
“Las jornadas de reflexión e intercambio de experiencias sobre la pequeña infancia, los espacios familiares y las escuelas infantiles municipales de Barcelona” que acaban de celebrarse ponen de relieve la preocupación por las ratios -ha aumentado el apoyo educativo pero no han descendido como reclama justamente el sector- y por el modelo educativo, una cuestión polémica que colea desde hace tiempo. Este comisionado lo tiene claro: “No toda la primera infancia se reduce a las escuelas infantiles”. Supongo que habrá que escuchar a las familias, ajustando siempre las opciones a los principios de equidad, calidad y diversidad.
El Ayuntamiento de Barcelona es el único que dispone de una autoridad educativa que le permite disponer de competencias y autonomía de gestión en cuestiones como la formación del profesorado, la innovación pedagógica y los criterios de zonificación para la adscripción y matriculación del alumnado. En este sentido participan de la iniciativa catalana Escola Nova 21, un programa para impulsar una oleada de cambio en todo el sistema educativo a través de la colaboración y el aprendizaje mutuo, promovido por diversas entidades y 26 centros públicos y privados elegidos para incidir en otros 456 más. El ayuntamiento participa de la filosofía de este cambio pero a partir de su propio modelo. “Nosotros no elegimos centros sino que incluimos a todos los públicos de enseñanza obligatoria de la ciudad mediante las xarxes pel canvi (redes para el cambio), con dos premisa: el liderazgo público del cambio y el fomento de la cooperación frente a la competitividad entre centros”. Para ello cuentan con tres entidades colaboradoras: la Asociación de Maestros Rosa Sensat, el ICE (Instituto de Ciencias de la Educación) de la Universidad Autónoma de Barcelona y el ecosistema de Escola Nova 21. Cada red cuenta con un mentor del equipo del ICE. Su objetivo, en una primera fase, es compartir información y promover la formación entre iguales. De momento operan diecinueve redes de un total de cuarenta.
La innovación educativa, cada vez más presente tanto por el deseo y convicción del profesorado como por la demanda social de las familias, es el segundo eje prioritario de actuación. “Se percibe una ilusión por la innovación en la ciudad. Siempre la ha habido pero estaba demasiado invisibilizada. Ahora se ha puesto en la agenda pública y social”.
El tercer eje de política educativa municipal es el del empoderamiento de la ciudadanía. “Hay que dar más contenido a los consejos escolares, más allá de lo que dice la LOMCE, impulsando dinámicas colectivas y una mayor participación de las familias. Queremos ensayar modelos de gobernanza más democráticos como las direcciones colegiadas en los centros públicos o mecanismos de participación significativa en los procesos de enseñanza y aprendizaje por parte de la infancia y la juventud tanto en los centros como en la comunidad. Tenemos competencias para hacerlo y ya las estamos aplicando”. En el mismo sentido, están tratando de revitalizar otros organismos que Essomba considera que estaban bastante paralizados como el Consejo Escolar Municipal, el Consejo de Innovación Pedagógica o el Consejo Asesor Municipal de Universidad. “Se trata de que participen más agentes, que se doten de más contenido y dispongan de un mayor poder de decisión”.
A Miquel Àngel Essomba le gusta conocer de cerca la realidad y por eso todos los viernes los dedica a la visita de centros, distrito a distrito. Tras esta inmersión ha detectado, sobre todo, tres necesidades: “Una de ellas es que a la comunidad educativa le falta una interlocución: la gente quiere que se le escuche y se le reconozca. La otra es el estado de los equipamientos públicos: hace años que no se invierte en reformas y mantenimiento. Por otro lado, observo una preocupación progresiva por la salud mental en los entornos más empobrecidos de la ciudad. Los recortes han hecho mucho daño a los seres más vulnerables de todas las edades. Hay que ver qué recursos y qué atención se requiere”.
Este comisionado tiene muy claro que la pedagogía es política. Por su trayectoria y por el gobierno de los comunes en el que trabaja no podía ser de otro modo; pero ahora se está dando cuenta también de que la política es pedagogía: “Porque se precisan muchos esfuerzos y diálogo para convencer a la gente de la importancia de la innovación y de la participación para la transformación educativa. Cómo hacer que los principios educativos sean realidades sociales”. En esta frase se condensa uno de los retos más emblemáticos de la actual política municipal. ¡Aunque en una ciudad como Barcelona son tantos!
Este reportaje ha sido publicado en el blog de Pedagogías del siglo XXI.