José Luis Pazos (Madrid, 1965) acaba de cerrar 16 años en el movimiento asociativo familiar en el sector educativo, los últimos de ellos al frente de la Confederación Española de Padres y Madres del Alumnado (Ceapa). La presidencia de Pazos se ha caracterizado por su estilo directo, combativo, pero buscando consensos. Este periodo ha cambiado su vida, según admite. En el balance quedan algún logros, pero quizá un regusto amargo de ver cómo en conjunto, dice, la educación ha retrocedido 40 años.
¿Qué balance hace de este periodo?
Para mí han sido muy positivo. Si hay que poner las cosas en una balanza, lo claramente negativo ha sido muy minoritario. A nivel personal ha sido una experiencia brutal para una persona como yo, que venía de su trabajo y su familia y no sabía lo que era una asociación ni había militado ni milito en partidos o sindicatos. La política, las relaciones de las organizaciones sociales con la política, cómo se hace Política Educativa en mayúsculas, fuera del partidismo de otras organizaciones y espacios, era algo desconocido, pero la travesía ha merecido la pena con seguridad.
¿Qué ha aprendido de su paso por el mundo asociativo y educativo?
En educación lo he aprendido todo. No sabía nada, empecé de cero. En cuanto a la posibilidad de llegar a acuerdos -soy una persona que tiende a buscar los consensos-, he aprendido que, a veces, en el otro lado, aunque esté ideológicamente muy alejado o en el punto opuesto siempre hay una parte de verdad en el argumento que se expone.
En educación ocurre mucho que se sostiene un argumento y el contrario para defender exactamente lo mismo. ¿No hay certezas?
Parto de la premisa de que la verdad absoluta no existe, como mucho es la aproximación de varias versiones. Cada uno cuenta la historia dependiendo del cristal con el que forja su mirada. Y en las miradas de los demás hay bastante verdad también. Lo que hay que hacer es ver si su verdad y la tuya pueden coincidir y se puede sacar algo positivo. Si partes de esa premisa y te planteas trabajar desde esa óptica, habitualmente consigues bastante con personas que están bastante alejadas.
Igual es una impresión errónea mía, pero pese a que lo dice de dialogar, etc. me da la sensación de que en este periodo ha habido pocos acuerdos.
No los ha habido, pero es verdad que el momento es bastante complejo y los éxitos de las organizaciones de padres y madres son éxitos pequeños que se van sumando día a día. Hemos conseguido cosas que hace 16 años, cuando yo empecé en esto, estaban por construir. Recuerdo, por ejemplo, que en Madrid, en la legislatura anterior, el presidente Ignacio González negaba que hubiera niños que pasasen hambre en las aulas y rechazaba la posibilidad de abrir centros educativos. A día de hoy hay centros abiertos y un presupuesto anual asociado a esto. Ese un ejemplo entre muchos. Si en la Comunidad de Madrid se empezó a trabajar el bilingüismo en la FP fue por una propuesta de nuestra organización que inicialmente la administración rechazó. Son cosas. En el ámbito estatal, sin el trabajo diario que se ha hecho en los últimos años en defensa de la educación pública y en contra de la LOMCE, esta no estaría a punto de desaparecer.
Menciona algunos avances. ¿Han pesado más los retrocesos en forma de recortes, etc. o los éxitos?
Han pesado más los recortes y la involución educativa. El cambio sustancial que tuvimos hace cinco años, cuando arrancó el periodo del ministro Wert y todo lo que ha venido asociado a su época y ahora mantenemos, ha sido demoledor. Hemos retrocedido en algunas cosas 40 años la educación de este país, y los resultados es muy probable que no se vean hasta dentro de varios años, pero algunos indicadores alarmantes ya estamos viendo. Es bastante generalizado ver cómo el número de chicos que no han superado las materias en el Bachillerato se han disparado con relación al anterior por culpa de un currículum y un enfoque absolutamente equivocado que dejará a muchos en la cuneta. Los recortes se han llamado así, pero algunos tenemos claro que es un plan premeditado para empobrecer a la sociedad de forma generalizada, se han llevado por delante derechos y nos han convertido en consumidores en muchos terrenos. Hay una generación que lo está pasando muy mal en las aulas y buena parte de ellos lo van a pasar muy mal en su vida por culpa de esta segregación social.
“Es un plan premeditado”. La acusación no es nueva, pero es dura.
La mantengo. Esto no es un azar de la casualidad, que de repente los mercados decidieron que las cosas no iban bien y entramos en una espiral frenética. Las medidas que se han tomado en nuestro país y otros que han retrocedido socialmente son del mismo cuño. No hay más que ver lo que pasó en América Latina hace 10-15 años y cómo se ha repetido aquí miméticamente todo el proceso. Es una clara estrategia de empobrecimiento. Otros países, como Portugal, aplicaron recetas totalmente distintas y los resultados son otros, pero el contexto internacional es el mismo. En nuestras comunidades autónomas hay chicos que siguen teniendo los libros de texto gratis, por ejemplo, y en otras hace años que no tenemos ninguna ayuda. Eso son prioridades políticas, y las prioridades se ven en los presupuestos, a qué dedica el dinero uno y a qué lo dedica otro. Si no podemos dedicar -como decía el otro día el Ministerio de Educación- 330 millones de euros para, vía libros de texto, que la educación sea realmente gratuita y cumplir el mandato constitucional del artículo 27, pero podemos regalarle 60.000 millones de euros a los bancos para no ver ni un solo euro de vuelta, está clara la prioridad. No es que no haya dinero, es que se invierte en lo que uno quiere.
¿Hay gente que no está estudiando porque no se lo puede permitir?
Con seguridad. Hay familias que nos están diciendo que tienen que volver a la dinámica de pensar cuál de sus hijos tiene más opciones de sacarse los estudios universitarios y el resto se queda sin ellos. Hemos vuelto a la sociedad de hace 40 años, cuando el mayor iba a estudiar y el resto no. La clase media ha desaparecido en buena medida, las ayudas a las familias han desparecido, la política de familia en este país todavía se la está esperando. Hay muchas familias que no se lo pueden ni plantear. Si en una casa entran mil euros al mes, si es que llega, y las matrículas cuestan 1.800, es imposible que se lo plantee. El Ministerio dice: «La primera matrícula te la abono por tu situación económica», pero como luego estamos en una situación de exigencia exagerada que lleva a muchos alumnos a segundas, terceras o cuartas matrículas, ahí ya no hay beca. Una familia dice: “No empieces, porque a nada que suspendas una no la voy a poder pagar”. Y es probable que la tenga que repetir, porque esa familia necesita que su hijo trabaje para que haya ingresos en casa. Es un círculo vicioso.
¿Estamos en un momento en el que la sociedad está un poco parada? Parece que se celebran como éxito que no pasen cosas (las reválidas), no que se mejoren.
No solo nos conformamos, sino que además tenemos que explicarlo así. En muchos casos, las personas que nos hemos movilizado estos años de atrás están, algunas, decepcionadas porque no han visto grandes éxitos a costa de un gobierno que posiblemente no tenía que haber terminado la primera legislatura, pero que lleva cinco años y medio gobernando, destrozando la vida de muchos ciudadanos. Hay que explicarles las cosas en cuanto a lo que consigues frenar. Solo con el discurso de lo que consigues avanzar no vale.
¿Cuál diría que es el mayor logro que ha conseguido el movimiento asociativo en estos años?
Pondría en valor un acuerdo que tuvimos en el seno del Consejo Escolar del Estado, a propuesta nuestra, que fue una resolución que se aprobó por toda la Comisión Permanente con la única abstención de la CEOE. Estábamos sacando una resolución sobre la gratuidad de los libros de texto, sobre su mantenimiento y no cambio, sobre el cambio de modelo hacia la entrada de las nuevas tecnologías en las aulas. La abstención de la CEOE vale su peso en oro, porque representa a las editoriales, y sabíamos que era complicado. Creo que esos escenarios de consenso deberían promoverse más. Hay organizaciones que siempre estamos dispuestos a favorecer el consenso en favor del bien común. Me quedo con logros en los que el consenso ha estado presente. Es cierto que no se ha conseguido la gratuidad real hoy, pero si se sigue trabajando y apoyándose en ese acuerdo, tarde o temprano estará presente.
Resulta una elección curiosa, si se tiene en cuenta que las resoluciones del Consejo Escolar son más simbólicas que realmente efectivas.
Pero los mensajes y los símbolos son muy importantes. Otro de los hitos que he vivido estos años de atrás, cuando llevábamos muchas huelgas, muchas concentraciones, sobre todo en Madrid, fue la generación, por casualidad, de lo que después se vino a denominar Marea Verde. En un consejo de plataformas, convocado por la plataforma regional, varias personas -cinco en concreto, entre ellas estaba yo- nos hicimos una foto para un medio de comunicación, el salón de plenos estaba lleno y el fotógrafo nos bautizó y nos dijo: “La Marea Verde se ha puesto en marcha”. Llevábamos las camisetas ese día en defensa de una profesora que había sido represaliada por negarse a hacer las pruebas externas en un centro. A partir de ahí surgió un sentimiento, porque la marea verde no es nada más que un sentimiento colectivo, no tiene copyright. Fuimos precursores del resto de las mareas. Los logros colectivos deben priorizarse sobre los individuales, por eso he elegido ese logro.