“La imaginación es la clave”. Con estas palabras comenzaba el evento en el que Apple presentó un sinfín de novedades para el sector educativo: un nuevo iPad de 9,7 pulgadas más asequible y que ofrece soporte para el Apple Pencil, la nueva app Tareas, la actualización de muchas de sus apps ofimáticas y de edición de audio y vídeo, la ampliación del espacio de almacenamiento en iCloud hasta los 200 GB para los estudiantes, la llegada de Aula al Mac… Sin embargo, aunque todo esto sería más que suficiente para convencer a muchos de que el iPad y Apple son la mejor elección posible a día de hoy también en el sector educativo, el punto más importante de la presentación, desde nuestro punto de vista, no fue ninguno de esos anuncios, sino una visión, una perspectiva de lo que debe ser la educación.
Y es que Apple puso la creatividad en el foco de atención con el anuncio de su nuevo plan de estudios: Everyone Can Create. Este programa permitirá a los profesores integrar de manera muy sencilla el dibujo, la música, el vídeo y la fotografía en el temario de cualquier asignatura. Así pues, los docentes dispondrán, de manera totalmente gratuita, de la planificación, los materiales y las rúbricas de evaluación para desarrollar la imaginación de sus alumnos (algo similar a lo que ya ocurre con el exitoso currículo Programación para Todos, en el que Apple facilita a los docentes todos los recursos necesarios para aprender y enseñar a programar con el lenguaje Swift).
Indiscutiblemente, algunas de las destrezas más importantes que deben desarrollar los alumnos para poder desenvolverse de manera exitosa en el mundo del mañana y poder enfrentarse a retos tan grandes como el cambio climático o la escasez de recursos son el pensamiento divergente, la capacidad de adaptación al cambio constante y el espíritu emprendedor. Todas ellas tienen un elemento común: la necesidad de ser creativo.
A pesar de las bondades del programa de Apple, muchos argumentan que la implementación de esta visión de la educación que fomenta la creatividad sólo es posible en centros educativos privados a los que únicamente tiene acceso la élite económica. Sin embargo, independientemente de los medios de los que se disponga, estimular la imaginación de los niños no es ni mucho menos una utopía. Evidentemente, el uso del iPad y de sus apps facilita mucho la tarea, pero son muchos los docentes que cada mañana se levantan con la ilusión de ayudar a sus alumnos a crear para cambiar el mundo. Ejemplo de ello es César Bona. El que fuera candidato al Global Teacher Prize relata cómo consiguió animar a los chicos de un barrio desfavorecido de Zaragoza con un cajón flamenco o el increíble nivel de implicación de un pueblo entero en la grabación de una película de cine mudo por parte de los seis niños que tenía su colegio.
Algunos de los actuales alumnos cambiarán las cosas, empujarán hacia adelante la raza humana. Los profesores debemos ayudar a los que pronto se convertirán en los próximos Albert Einstein, Maria Callas o Pablo Picasso. Donde otros sólo ven niños, los docentes debemos ver genios.