El pasado 8 de marzo de 2018 tuvo lugar un acontecimiento histórico en el Estado español y en muchas partes del mundo. Se convocó la primera huelga feminista, y tuvo un impacto importante en el ámbito de la educación, sobre todo, por tratarse de un sector profesional con más mujeres que hombres. Por primera vez, se puso de manifiesto de manera generalizada qué ocurriría en el día a día si las mujeres no desarrolláramos las labores profesionales y de cuidados que realizamos. El solo planteamiento de una huelga feminista hizo que muchas mujeres se plantearan su posición habitual en el mundo, y también que los hombres reflexionaran sobre cuál podía ser su rol. En educación, muchas docentes, personal de administración y servicios, alumnas, etc., decidieron hacer huelga o participaron en los paros convocados. En ese momento, los hombres del sector educativo tuvieron que jugar un papel en la retaguardia, cubriendo los puestos de todas esas mujeres que, un día más, mostraron su rechazo a este sistema machista que nos sigue asfixiando y asesinando.
Era la primera vez que se planteaba una huelga feminista: de cuidados, de consumo, de empleo y de trabajo en el hogar. Este año se convoca de nuevo, anticipándose bastante participación. Profesoras, alumnas, mujeres de administración y servicios volverán a despertar las conciencias de compañeras, de profesores, alumnado, etc.
Podemos y debemos convertir la lucha de derechos de las mujeres en objeto de aprendizaje en sí mismo. El 8 de marzo se visibilizan muchas violencias machistas cotidianas, se denuncia la desigualdad existente entre hombres y mujeres en todo el mundo, se cuestiona el modelo y sistema actual, y es una buena razón para traer al aula todas esas cuestiones. Es necesario fomentar la reflexión en nuestras clases en torno a quién realiza normalmente las labores de cuidados, por qué hay que cambiar la estructura social y todos estos valores que la sustentan, por qué en esa lucha de derechos debemos tener en cuenta también las experiencias de las mujeres negras, trans, migrantes, con capacidades no normativas, con orientaciones no heterosexuales… Plantearse qué ocurre cuando las mujeres de nuestro alrededor dejan de hacer todos esos trabajos que damos por hechos, que suelen ser invisibilizados y por los que no reciben ningún tipo de compensación a pesar de que son imprescindibles para sostener la vida de quienes les rodean…
También puede servirnos para preguntarnos cuál es el papel de los hombres en el movimiento feminista, qué alternativas existen a los modelos de masculinidad hegemónica, para cuestionar qué impacto tiene nuestro modo de vida actual en la vida de mujeres de otras partes del planeta, o pensar cómo se relaciona el sistema patriarcal con el capitalismo y la forma que tenemos de relacionarnos con la Tierra, con otros seres y otras vidas.
Desde el grupo de género de FUHEM tenemos claro que es necesario replantearse todas estas cuestiones y llevarlas a lo más concreto en nuestro centro educativo. El libro 71 propuestas para educar con perspectiva de género incluye varias cuestiones relacionadas con la importancia de los cuidados, de visibilizar la lucha feminista, de reconocer el papel de las mujeres en la historia y repensar los vínculos. Consideramos que es fundamental que reconozcamos explícitamente a las personas que nos cuidan en nuestro día a día, y que cuidan también los espacios en los que nos encontramos, que resolvamos los conflictos desde el cuidado, la comprensión y prestando atención a las emociones y a las necesidades de las personas implicadas o que nos relacionemos desde el cariño y el respeto hacia las personas que nos rodean, incluyendo el alumnado con el que tratamos, promoviendo relaciones más igualitarias y democráticas con él y con nuestros compañeros y compañeras. Además, exponemos la importancia de revisar, en la línea que comentábamos antes, nuestras creencias y actitudes hacia las mujeres, las labores de cuidados o la diversidad, cómo son nuestro lenguaje y nuestras clases, cómo ocupamos el espacio y qué podemos hacer para volverlo más seguro y cómodo, y dar valor a la lucha feminista y utilizar con propiedad y respeto el vocabulario que utiliza este movimiento.
Todas estas cuestiones son fundamentales en el ámbito educativo. El 8 de marzo es, por tanto, una oportunidad para reflexionar y empezar a cambiar este sistema desigual y discriminatorio. Traer al aula todas las preguntas anteriores y desarrollar alternativas puede generar aprendizajes muy potentes por estar conectados completamente con la realidad, por convertir la propia cotidianidad en objeto de aprendizaje, y por estar cargados de sentido para el conjunto de la comunidad educativa. Si queremos que las acciones del próximo 8 de marzo tengan sentido, ¿por qué no empezar por la escuela?