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Nieves Corral, doctora en Comunicación y profesora ayudante en la Escuela Autónoma de Dirección de Empresas de Málaga, cree que el cine está infrautilizado en la educación. Por eso, entre otras razones, ha escrito Cine español, infancia, memoria histórica. Propuesta didáctica, un libro en forma de manual con propuestas concretas para trabajar la visión de la infancia durante el franquismo y los primeros años de la transición. Corral, que lamenta la falta de ayudas para editar el texto, destaca de la representación de aquellos años cómo se “anulan las raíces” de los niños y del peligro del olvido. “La memoria es el único paraíso del que no podemos ser despojados”, sostiene. “No podemos saber dónde vamos si no sabemos de dónde venimos”.
Cuéntanos sobre el libro. ¿De dónde surge y qué aborda?
Surge como fruto de mi investigación doctoral que hice hace dos años. Trato de explorar una serie de cuestiones en forma y contenido de un conjunto de películas españolas realizadas entre 1978 y 2015 que toman como referencia el contexto de la dictadura franquista y los primeros años de la transición política. A través del libro hago una revisión bibliográfica para apoyar la importancia de la alfabetización audiovisual en las aulas. Planteo trece guías didácticas que pueden ser utilizadas de forma transversal a cualquier área del conocimiento. No solo Historia, también Literatura, Filosofía… Cómo una misma película puede trabajarse de distinta forma con la colaboración del profesorado de la enseñanzas de la secundaria y del bachillerato.
¿Podemos aterrizar estas propuestas? Un ejemplo de propuesta didáctica.
Por ejemplo, en la película de Pa negre, dirigida por Agustí Vilallonga, se pueden abordar desde la literatura y el cine las diferencias entre un texto escrito y uno audiovisual. Siempre se escucha a la gente decir “yo prefiero el libro” o “yo prefiero la película”. No se trata de elegir. Son dos medios expresivos diferentes, cada uno con sus características, y conviene enseñar a los estudiantes que se trata de mundos distintos. Cada uno tiene sus particularidades, sus rasgos, y no resulta positivo infravalorar uno en detrimento del otro.
Cada una de las unidades didácticas presenta una contextualización de la película y luego voy explicando las actividades que se pueden desarrollar, en forma de ejercicio práctico de aprendizaje activo, ejercicio auditivo, de reflexión. Hacemos reflexión grupal en torno a diferentes aportaciones que yo voy haciendo. También se puede trabajar la creatividad individual o extraer determinadas secuencias de la película para ejercitar la teatralidad, que los alumnos sean capaces de escribir un pequeño guión partiendo de una secuencia y lo representen en forma de teatro.
¿Qué te motivó para escribir este libro? ¿Habías detectado una falta de formación en cine en el sistema educativo o que no se estaba utilizando con todo el potencial que puede tener en las escuelas?
Llevo bastantes años preocupada por esta cuestión del cine en la educación. Desde que estaba terminando mi licenciatura me interesó porque una profesora nos lo comentó de manera temática en una asignatura. En 2011 empecé a preocuparme. Hace un par de años impartí un taller de cine y fotografía y me di cuenta de la ausencia de alfabetización mediática en chavales de 12-13 años. Entonces, partiendo del contenido de mi tesis, tras dos años de reflexión, surgió la idea de plantear este libro. En estos años he leído mucho acerca de la escasa competencia mediática en las aulas. Muchos estudios lo recogen, pero hacen falta propuestas concretas para llevar el cine a las aulas. El año pasado asistí a un Congreso de Granada y había profesores de secundaria y bachillerato que me comentaron que había dificultad para encontrar materiales, propuestas concretas para llevar el cine a estos niveles de enseñanza.
Hablas de secundaria y bachillerato. ¿Esta es la etapa buena para introducir el cine?
Es en estas etapas cuando se trabajan los contenidos que yo abordo en este libro, como Historia o Filosofía, cuando a nivel general la población adolescente está en ese proceso de maduración personal hacia la vida adulta. Durante la infancia resultaría más complejo tratar estos temas, pero con 13 o 14 años ya están más preparados para comprender estos conceptos, las estrategias que entran en el marco audiovisual.
¿El cine como herramienta didáctica funcionaría también para primaria o tiene unos códigos quizá un poco más apropiados para más mayores?
Creo que se podría ajustar, pero yo lo enfoco a la memoria histórica, ese tema igual resultaría más complicado para chicos menores de 13. Se podría utilizar para otros temas como el bullying, etc.
Con carácter general, ¿cómo se habla de la memoria histórica en el cine español?
Según he apreciado en mi tesis, en líneas generales se recoge una ausencia de los apellidos de los niños. Se ignoran los antecedentes familiares con los que se identifican las personas, es decir, los apellidos. De ahí mi interés en la memoria. Dentro de que el cine se ambienta en espacios de represión, de violencia, de exaltación de valores ideológicos asociados al contexto que tomo como referencia, la dictadura franquista y los primeros años de la transición, lo que me llamó la atención fue esa anulación de las raíces. Interpreté que se puede tratar de un intento de los guionistas de poner de relevancia esa anulación que sufren a día de hoy las personas adultas que luchan por la recuperación de sus raíces.
Te he leído: “Los niños en el cine han sido ignorados en los estudios científicos”. ¿Qué quiere decir esto?
He observado estos años que los niños están como anulados. No su representación en el cine, tenemos muchas películas que representan a la infancia en ese contexto, sino en estudios científicos de la representación de la infancia en el cine. En mi proceso de documentación diferentes autores ponen de manifiesto la escasa cabida de los niños en revistas académicas o libros.