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Es necesario hacer vida de vecindario para que el arte circule en la cotidianidad.
Heredera de “Casa Morada” es “Frontera Morada” en la ciudad de Cúcuta¹, Norte de Santander, frontera entre Colombia y Venezuela. Una ciudad que desde hace más de cinco años vive fenómenos de migración con agravantes como: xenofobia, rechazo, explotación, condiciones socioeconómicas precarias y reclutamiento forzado². La perspectiva de la ciudad no era alentadora; sin embargo, las dinámicas juveniles renacían y pedían visibilización y participación. Ahí, la experiencia investigativa, social, pedagógica, de red y de centro cultural desarrollada en Medellín permitirá ampliar la perspectiva de los jóvenes y convocar a nuevas miradas sobre los adolescentes y jóvenes.
“Frontera Morada” recoge los nombres que designan el origen de centro cultural y la potencia ética que requiere un lugar pensado para esta población. La experiencia de Casa Morada sistematizada por Casa de las Estrategias identifica premisas imprescindibles para habitar un espacio de creación: 1, una tesis sobre adolecentes; 2, excusas para morar y crear, y 3, un colectivo y una red que renueve y proteja. En esa base, entiende la necesidad del vacío, la soledad, la parceria, el amor, la amistad, la rebeldía y el placer como potencias creadoras.
La suma de experiencias ha logrado edificar una lugar para habitarse desde los bordes a modo de esquina, cancha, o casa de barrio, donde el intercambio es un pretexto para posibilitar diálogos que subvierten la estabilidad moral de la ciudad e inspiran a los adolescentes y jóvenes para afrontar el mundo desde una ética de la amistad proponiendo sujetos libres, amorosos y críticos.
El reto era develar la cotidianidad para habitar las ritualidades. El lenguaje de la frontera es, en esencia, corporal, visual, comercial y familiar, de ahí que en sus relaciones comprometan la palabra y la pregunta sea un eje de tránsito para la exploración, su carácter es de movimiento, retorno y de acogida. Así, la frontera, que no entiende de migrantes y refugiados, sino de historias comunes de familiares, hermanos y amigos, llena de contenido su territorio.
“Frontera Morada”³ se ubicó en un barrio popular de la ciudad y se dota de cuatro excusas: 1, una cocina; 2, una sala de ensayo; 3, una sala de radio y, 4, lugares abiertos para habitar, hacer y construir desde el arte, la ciencia y el periodismo. Los espacios de la casa son libres para ser explorados e irrumpidos, a excepción de la sala de ensayo y radio donde se requería un cuidado especial, para estos se crea un voluntariado que permite habitar más allá del uso material del espacio con propuestas literarias, musicales, teatrales, conversatorios salidos de las inquietudes de los adolescentes, jóvenes, grupos y colectivos solicitantes.
La novedad desestructura la cotidianidad, a esta responden las excusas proponiendo una relación desde la curiosidad que permite habitar de acuerdo a las formas de ver, estar y entender el mundo deviniendo borde, fuga, compañía, punto de partida para experimentar… Por ello, le dimos lugar al vacío como premisa para que lo llenen de interrogantes y nuevos silencios que inciten a la rebeldía, al amor, la amistad, al aprendizaje y al encuentro permanente.
En ese escenario, morar es vivir cuidando y habitando al otro, donde los cuestionamientos, las nacionalidades y los prejuicios son un espejismo que irrumpen la creación de una ética al nivel de los jóvenes, muchas veces llena de imperativos nocivos avalados por esa mirada adulto-céntrica de las instituciones que quieren adolescentes y jóvenes obedientes contrario a lo que por naturaleza son.
La característica que identifica la casa son los adolescentes y jóvenes (venezolanos y colombianos) y su red de cuidadores. Esta dialoga con ellos y abre senderos de exploración, comprensión de ciudad y territorio en una conversación entre moradores, cuidadores e inspiradores; la red conformará un sistema de cuidado y círculos de placer que devienen de la experiencia colectiva e individual de las personas que habitan cada circulo. Los moradores son quienes determinan el quehacer de la casa por las inquietudes, preguntas y formas de llenar los espacios con la presencia de cuidadores que median y proponen formas de habitar construyendo escenarios de diálogo, acogida y compañía. Por su parte, los inspiradores, en su mayoría artistas, alimentan la curiosidad de los habitantes generando ejemplos vitales para crear, investigar y proponer.
Los tres, inseparables el uno del otro, brindan diversos niveles de experiencia construyendo una red viva que tiende puentes entre la cotidianidad y el placer para llenar de lenguajes y rebeldías los espacios y las intuiciones de los adolescentes y jóvenes en un ecosistema que moviliza, transgrede y alimenta de experiencia el contenido cotidiano como condición para el aprendizaje en una pedagogía de bordes donde el vacío es el dispositivo de creación y generación de preguntas.
Descentralizar los circuitos artísticos, sociales y culturales para des-institucionalizar la parcería (el encuentro) y ponerla a dialogar con el barrio, la comuna, la ciudad en un escenario de borde-ladera donde el contenido cultural está alejado por las distancias sociales, económicas y la centralidad que evoca la ciudad; fue la labor de Frontera Morada.
La casa es un refugio, una compañía, un hogar donde estar y atender el vacío social que enmarca a los adolescentes y jóvenes en las dinámicas de producción (trabajo- educación) y olvida la necesidad de exploración alrededor de sus pasiones y pulsiones, de ahí la rebeldía como acontecimiento para llenar los silencios y equilibrar sus vacíos con la sutiliza de amistad.
“Morar los bordes” implicará entonces trasgredir, fisurar y develar una cotidianidad rica en imágenes y contenidos acunando una pedagogía venidera que se alimenta de las ritualidades y convoca al afecto como imperativo. Adolescentes y jóvenes son conscientes de ello y crean sus propios rituales para recrear la libertad, por ello, lugares como Frontera Morada son indispensables en eras caóticas y pandémicas donde la esperanza por mejores porvenires renace en las ideas de los jóvenes.
Referencias
¹ Casa de las estrategias. Ciudades inspiradoras. Una casa abierta para adolescentes.
² Programa de seguimiento y evolucionen de la calidad de vida de las ciudades.
³ Rodrizales, Javier (2015). Conversaciones interminables. Universidad de Nariño. Pasto.
Wilmar Botina “Boti”. Activista comunitario