Que la meritocracia, per se, está en entredicho es algo que desde hace algunos años no paran de afirmar diferentes estudios a lo largo y ancho del planeta. Si te esfuerzas mucho, seguro que triunfas en el sistema educativo. Esto, que para algunos casos puede ser una verdad, en general, no es cierto.
Un nuevo estudio, elaborado entre Fundación COTEC y el centro de estudio Iseak, titulado Meritocracia y evaluación. Movilidad social y desigualdad de oportunidades viene a confirmar que algunas circunstancias tienen un impacto muy relevante en los resultados académicos de chicas y chicos y, por lo tanto, en su posibilidad de alcanzar determinados niveles educativos.
El número de libros, lo que denominan los investigadores, capital cultural, tiene un impacto importante tanto para quienes tienen las peores puntuaciones (quintil 1) como quienes tienen las mejores (quintil 5). Para el caso de los primeros, tener entre 0 y 10 libros en el hogar supone perder 50,7 puntos en los resultados PISA. Para los segundos, tener más de 200, supone conseguir 22,7 puntos más en la evaluación internacional.
Desde hace algún tiempo se recuerda que una diferencia de 25 puntos en PISA puede ser una diferencia de un año lectivo extra, de manera que el capital cultural, para el alumnado más desaventajado, puede suponer el equivalente a dos años menos de educación.
Junto a esto, el origen del estudiante tiene bastante peso (15,5 puntos menos) para estudiantes con los peores resultados; mientras que el índice socioeconómico impacta, para este colectivo, 14,6 puntos en negativo y 15,5 en positivo para quienes están más aventajados.
El estudio, además de encontrar estos datos, también hace un somero análisis de algunas relaciones que han aparecido a la hora de explicar los resultados. «Las relaciones que encontramos no son causales, sino correlaciones, hay que tener cautelas», explica Ainhoa Vega-Bayo, una de la responsables del informe junto a David Martínez de Lafuente. Lo que quiere decir es que es necesario ahondar en el estudio de dicha relación entre resultados e indicadores para conocer mejor cómo funcionan.
Entre estos elementos que pueden tener impacto en los resultados de chicas y chicos aparecen cuestiones como las metodología que se utilizan en las clases, el nivel de burocracia y de temporalidad al que se ven expuestas las y los docentes.
Movilidad educativa
Es una de las cuestiones sobre las que pone el foco este estudio que utiliza los datos de Matemáticas de PISA 2018. Gracias a estos llega a la determinación que el 51 % de las y los jóvenes que participan en el estudio consiguen alcanzar el nivel básico de dicha competencia. Pero hay diferencias importantes. Por ejemplo, que en el caso del alumnado socioeconómicamente desaventajado solo lo lo consigue el 31,6 %, mientras que lo hace el 73,2 % de quienes tienen las condiciones económicas más favorables.
Esto se traduce en que los segundos tienen 2,32 veces más probabilidades que los primeros en alcanzar los niveles básicos en la competencia matemática. Dicho de otra manera, tienen un 51 % más de probabilidades de obtener el nivel.
Este 51 %, según los investigadores, sitúa a España en la mitad inferior de la tabla de países que han establecido para comparar los datos. Con cifras parecidas a países como Australia y Países Bajos (49 % ambos) y mejores que los de Estados Unidos (61 %), Francia (67 %). Esto sí, muy lejos de la cabeza, en donde se encuentra Macao (14 %), Hong Kong (25 %) o, incluso, Argentina, Colombia (alrededor del 30 %) o México (33 %).
Estas diferencias internacionales también se dan entre las comunidades autónomas. En España importa, y mucho, el lugar en el que se ha nacido y, aunque los investigadores no establecen claramente la causalidad, abogan porque se lleven a cabo modificaciones en las políticas públicas educativas en instancias autonómicas para mejorar los resultados.
Con los microdatos de PISA, los investigadores llegan a la conclusión de que comunidades como Canarias y Madrid están a la cola de la movilidad educativa, puesto que en ambas solo el 26 % de sus estudiantes desfavorecidos llegan, por lo menos, al nivel básico de la competencia matemática. En el otro lado de la tabla se encuentran Galicia o Castilla y León, en donde lo consiguen el 42 %.
De estos datos también se extraen las cifras de movilidad educativa relativa, es decir, el que indica la mayor probabilidad de que los estudiantes aventajados alcancen el nivel mínimo de competencia frente a los estudiantes desaventajados. También se producen diferencias entre comunidades, tal vez menores que en el caso de la movilidad abosoluta, pero la mayor parte de las autonomías están por encima del 51 %.
Posibilidades
El informe arroja mucha información sobre la situación en la que se encuentra el sistema educativo en relación a la meritocracia y al impacto que diferentes cuestiones tienen sobre ella. Según los propios investigadores, «es justo reconocer que los sistemas capitalistas meritocráticos contemporáneos han generado un progreso evidente para eliminar algunas ventajas arbitrarias presentes en las sociedades feudales y mercantilistas. Sin embargo, estos avances han supuesto más un cambio de paradigma de la desigualdad de oportunidades que una eliminación de la misma».
Vega-Bayo asegura que, a pesar de que en muchos casos España se encuentra en la mitad de la tabla, tiene un importante margen de mejora para que el sistema sea más equitativo. De hecho, como asegura la investigadora «otro dato interesante es la correlación, no causalidad, que hay entre la mejora de la equidad y la relación con la mejora de la eficacia. Los países con mayor equidad también tienen buena eficacia». Y en este sentido, tenemos «mucho margen de mejora» y es interesante estudiar las políticas de los países que están mejor en la tabla «para emularlas».
En este sentido, el informe se cierra con una serie de propuestas políticas que entienden que pueden mejorar el sistema educativo. Y pueden hacerlo en niveles diferentes: en el de las políticas públicas, en el del centro educativo y en el del aula.
Empezando por mejorar las condiciones de vida de la población más desaventajada para «impactar en esta relación clara que existe entre educación, meritocracia, igualdad de oportunidades y economía».
También señalan políticas para la reducción de la segregación o el retraso en la creación de itinerarios formativos, la implementación de medidas de apoyo educativo, la reducción de la carga burocrática del profesorado para que pueda ocuparse de los procesos educativos, la creación de la posibilidad de colaboración y cooperación entre docentes, así como el incentivo de la innovación pedagógica, o la financiación equitativa de los centros educativos teniendo en cuenta el perfil de su alumnado.
Algunas de estas propuesta se ponen sobre la mesa, explica Ainhoa Vega-Bayo, tras estudiar más de 100 indicadores sacados también de Eurostat y de constatar la correlación existente entre ellos y la eficacia del sistema educativo.