Somos una Fundación que ejercemos el periodismo en abierto, sin muros de pago. Pero no podemos hacerlo solos, como explicamos en este editorial.
¡Clica aquí y ayúdanos!
Se celebra un nuevo día de la Mujer y la Niña en la ciencia. Seguramente el más oscuro en muchos años, debido a los nuevos cambios políticos y sociales que apuntan a que los avances conseguidos por los movimientos feministas que reivindican en papel de las mujeres en estudios científicos se frenen rápidamente.
En cualquier caso, los obstáculos para una llegada mayor de las niñas y las adolescentes a según qué estudios siguen estando allí, y uno siempre repetido, es la falta de referentes de mujeres científicas. Quitando a Marie Curie como exponente universal, las figuras de las mujeres siguen siendo minoritarias en los libros de texto, como trabajos como los de Ana Navajas en la iniciativa Women’s Legacy (que perdió la financiación de la Generalitat valenciana con la entrada de Mazón en la presidencia) y otros trabajos previos.
Ahora, el Science Media Centre España (SMC) ha publicado un estudio junto al el grupo de investigación Gureiker (UPV/EHU) en el que habla de la representación de las mujeres científicas en los medios de comunicación como fuentes para la realización de informaciones de divulgación. Uno paso más en esto de la creación de imaginarios posibles.
Las causas, según recoge el informe, tampoco son una sorpresa. La primera de ellas, la falta de tiempo (tanto para ellos como para ellas) de atender a los medios de comunicación para ser fuentes informativas.
A esto hay que sumar, la dificultad de la conciliación familiar y laboral, que es una de las razones que ellas aducen más que ellos al negarse a participar. Y, otra más, ellas en algo de mayor medida que ellos, declina porque piensa que no son expertas en el campo por el que se las contacta.
Pero el «problema», si es que se le puede llamar así, no siempre está del lado de las científicas, sino que lo está del de los medios. Esto se explica, por ejemplo, en el hecho de que las y los profesionales de la información recurren en mayor medida a los hombres por el hecho de que ya han aparecido en la prensa mientras que a ellas es porque han publicado algún paper recientemente.
Esta falta de referentes se une en una especie de tormenta perfecta a esa famosa ansiedad que parece afectar más a las niñas a la hora de acercarse a las ciencias y las matemáticas, a pesar de que no hay ninguna prueba que defienda que ellas no pueden obtener iguales o mejores que resultados que sus compañeros.
Sobre la falta de referentes, la manera en la que se trata a niñas y niños en estas disciplinas y los estereotipos de género nos hablaba hace algún tiempo María Pe Pereira, matemática. «Es importante también trabajar en dar referentes, tanto a los profesores como a los alumnos, y cuidar en particular que la historia se cuente de forma más equilibrada en cuanto a las aportaciones de las mujeres», nos decía.
En cualquier caso, como se publicaba hace casi un año, en marzo de 2024, las niñas siguen acercándose en menor medida a las matemáticas. De esta manera, los sesgos de género en relación a las matemáticas marcan la vida académica y laboral de niñas y mujeres. Ya desde pequeñas. Y esto va dibujando un camino académico que pasa por la ESO, el bachillerato y la formación profesional, así como por la universidad.
Y este camino, indefectiblemente, termina influyendo en la vida laboral de las mujeres, que dejan de optar a profesionales que les podrían proporcionar mejores condiciones salariales, al menos, que las que muchas de ellas terminan obteniendo.
Pareciera que el sistema educativo esté fallando a las niñas. Las evaluaciones internacionales de los últimos años, a pesar de las campañas y esfuerzos varios, reflejan que los resultados de las niñas en matemáticas siguen bajando y alejándose de los de los chicos, que también bajan pero en menor medida.
A pesar de todo, las actividades e iniciativas en cientos de centros educativos por todo el país se multiplican este día en un intento, llamativo y tal vez algo efímero, de que niñas y niños tengan otros referentes educativo, que vean que la historia de las matemáticas y de las ciencias se ha escrito también con nombre de mujer.