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Este es el relato de un encuentro colectivo con el premio Nobel de la Paz 2024, Shigemitsu Tanaka, y la delegación internacional de Hibakusha (supervivientes de la bomba atómica) y Gensuikyo (Consejo Japonés contra las Bombas Atómicas y de Hidrógeno), que tuvo lugar el pasado 16 de enero en el Colegio Lourdes FUHEM de Madrid. La idea de trasladar nuestras impresiones surge tras constatar el impacto transformador de este momento compartido y el anhelo de contribuir a que tenga aún mayor alcance.
La delegación llegó al colegio de la mano de la Alianza por el desarme nuclear, formada por 64 organizaciones, entre las que se encuentra FUHEM. La Alianza se constituyó en 2023, pero su trabajo de concienciación se inicia en septiembre de 2021, cuando la Asociación Española de Investigación por la Paz (AIPAZ), el Centre Delàs d’Estudis per la Pau y la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF España), promovieron el lanzamiento de la campaña “10 Razones por las que firmar el TPAN”, alertando sobre el peligro del armamento nuclear y difundiendo el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN) como herramienta necesaria para lograr el desarme.
Por eso, Maribel Hernández, coordinadora de la Alianza por el Desarme Nuclear, habló de la historia de Sadako Sasaki, que enfermó como consecuencia de la radiación, nueve años después de agosto de 1945, cuando estalló la bomba de Hiroshima.
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La grulla se ha convertido en símbolo por la paz a raíz de que Sadako elaborase cientos de ellas, de origami. La intención era pedir un deseo al alcanzar las mil, como dice la tradición japonesa. La niña fue enterrada, poco tiempo después, rodeada de grullas. Por eso, estas figuras también estuvieron presentes en esta jornada, en la que se realizó un intercambio de grullas traídas de Japón y otras realizadas por el alumnado de infantil del colegio. No fue el único intercambio simbólico. Un grupo de alumnado de Bachillerato que trabaja para concienciar sobre la guerra en Gaza le hizo entrega de diversos obsequios a la delegación y viceversa.
El grupo forma parte de las múltiples iniciativas que, a nivel educativo, conforman el compromiso pacifista de este colegio y de FUHEM con sus múltiples publicaciones y actividades. De hecho, el acto ha servido como preludio de la IX Semana “No hay paz sin derechos”, que se celebra anualmente, y que concentra los frutos de un trabajo continuo en el día a día.
El silencio se abrió pasó para escuchar con la mayor atención posible la introducción de Yayoi Tsuchida de Gensuikyo y el relato de Shigemitsu Tanaka. Una narración en primera persona que abarcó desde minutos antes del estallido de la bomba de Nagasaki en 1945 hasta el presente. Los ochenta años transcurridos desde aquel momento y las consecuencias de la detonación nuclear han impactado a varias generaciones de hibakushas (personas afectadas por la radiación).
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Como hibakusha de primera generación, a pesar del dolor que le produce recordar con detalle todo lo vivido, le mueve el compromiso para lograr que jamás vuelva a suceder. Aunque cada vez hay menos hibakushas de primera generación, los de segunda y tercera también sufren las consecuencias, tanto físicas, causadas por la radiación que se van traspasando de generación en generación, como las psicológicas e, incluso, económicas.
Es profundamente ilustrativo seguir una historia de vida en la que se puede trazar el impacto a nivel individual, familiar, colectivo y social de Nagasaki, que se hace extensible a otras personas supervivientes de Hiroshima, así como a las afectadas por las pruebas de armas termonucleares realizadas en el atolón Bikini entre 1946-1958, y que supusieron un revulsivo para la contestación de la sociedad japonesa.
El estigma social sufrido por las personas hibakusha es uno de los elementos que estas organizaciones y cada una de las personas afectadas, ya sean de primera, segunda o tercera generación, llevan décadas denunciando. Su activismo radica en la fuerza de su honestidad a la hora de relatar cada uno de los diversos y numerosos impactos que a priori pueden ser inimaginables para quienes no lo hemos vivido.
Escuchar, en el salón de actos del colegio, o a través de la emisión que se hizo a toda la comunidad escolar por YouTube, los testimonios de toda la delegación supone un aprendizaje de vida. También lo es la humildad con la que Shimemitsu Tanaka, vicepresidente de Nihon Hidankyo (Confederación Japonesa de Organizaciones de Personas Afectadas por las Bombas A y H) y Yayoi Tsuchida, secretaria general de Gensuikyo, expusieron argumentos claros y rotundos para el desarme nuclear.
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En un momento madurativo tan importante como la adolescencia, supone un hito fundamental el encuentro con personas referentes que, desde la vulnerabilidad, atraviesan el dolor, para lograr el apoyo social y político necesarios para evitar todos los elementos de la cadena nuclear, desde la fabricación hasta el uso de estas armas, y la apuesta por su abolición.
En el mismo encuentro, junto a las ya citadas, estuvieron representadas otras entidades que trabajan por el desarme nuclear como la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear (IPPNW) y Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN) -ambas por sus siglas en inglés-, que han recibido el Nobel de la Paz en 1985 y 2017, respectivamente. En su nombre intervino Carlos Umaña, copresidente de la IPPNW, quien explicó el panorama actual de estas armas de destrucción masiva con efectos intergeneracionales, con unos 12.000 activos nucleares en el mundo de los que unos 2.000 están en alerta máxima. Subrayó la amenaza existencial que supone la guerra nuclear, así como otras cuestiones extremadamente preocupantes como la imposibilidad de la atención médica posterior a una detonación por la destrucción de las infraestructuras y por el impacto de la radiación, lo que dejaría a las personas afectadas totalmente desamparadas.
El TPAN contribuye no solo al desarme nuclear sino a vislumbrar un mundo más justo y sostenible, en el que se trabaje por la gestión no violenta de los conflictos, haciendo además que los países firmantes se comprometan a la reparación de los daños causados a la naturaleza y a las personas afectadas en cada territorio.