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El año pasado, la Fundació Carulla inauguró su nueva sede en el barrio de Poblenou de Barcelona. Esta alberga las oficinas de la fundación, un espacio de coworking diseñado para acoger a otras entidades culturales y, salas de actos y reuniones. Además, en la planta baja han abierto un espacio de exposiciones satélite del Museo Terra, que se encuentra en la Espluga de Francolí.
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Exposición actual
Actualmente, en la sede de Barcelona se puede visitar la exposición Plástico. ¿Genial o perverso?, comisariada por Núria Vila y producida por el museu. La exposición incluye audiovisuales, instalaciones artísticas, juegos y objetos de la colección del Museo Terra para explorar la historia del plástico y reflexionar sobre el delicado equilibrio entre su uso y abuso.
La visita se puede adaptar a los diferentes niveles educativos (primaria, secundaria, bachillerato, ciclos formativos y educación especial) según el grupo escolar. Los objetivos son potenciar la reflexión de los alumnos, proporcionar herramientas para hacer frente a la crisis ambiental, construir una mirada positiva para abordar el abuso que hacemos del plástico e imaginar nuevos futuros más esperanzadores y sostenibles.
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El invento perverso del plástico
Queda claro que vivimos en la era del plástico, solo hay que mirar a nuestro alrededor para darnos cuenta de cuántos objetos están hechos de plástico.
Al principio, el visitante aprende qué es el plástico, cómo se obtiene químicamente a partir de productos derivados del petróleo y del gas natural, y qué tipos de plástico existen. También reconoce qué propiedades únicas tiene, ya que es resistente, económico, moldeable, ligero, impermeable, aislante y duradero. Parece el material ideal, pero pronto veremos que no es del todo así.
En la exposición hay un resumen cronológico que plasma su evolución hasta nuestros días. Desde el descubrimiento de la parkesina en 1856, la rápida introducción del plástico en todos los ámbitos a partir de 1930 y cómo este ha revolucionado la vida humana.
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Así vemos cómo el plástico ha permitido grandes avances en muchos aspectos de la vida. En medicina, por ejemplo, hubo un cambio importante con las jeringas de plástico. También en la construcción, cuando se sustituyeron las tuberías de barro por las de plástico porque eran mucho más resistentes. O en la automoción, donde muchos de los componentes de un coche están hechos con este material. Y sobre todo, en la tecnología, donde encontramos plástico en cualquier dispositivo electrónico.
Sin darnos cuenta, el plástico se ha convertido en el material preferido para todo tipo de objetos, electrodomésticos, vehículos, prendas de ropa, juguetes e incluso en utensilios de cocina y herramientas. Precisamente, el Museo Terra preserva un amplio patrimonio etnológico del mundo rural, con una gran variedad de piezas y herramientas que fueron sustituidas con la llegada del plástico. Sin embargo, este material, que tuvo un impacto transformador en el momento de su aparición, hoy en día se ha convertido en una auténtica pesadilla ambiental.
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Son precisamente sus características las que lo han convertido en una de las principales amenazas para el ecosistema. La mayor parte del plástico no desaparece, puede tardar hasta mil años, y se descompone en micropartículas que afectan gravemente la salud humana y ambiental.
Reflexionar a través del arte
A partir de la obra fotográfica, escultura y audiovisual de diferentes artistas internacionales, el visitante reflexiona sobre cómo el plástico ha sido incorporado en los procesos creativos. También sobre el delicado equilibrio entre el uso y el abuso del plástico. Un material que ayuda a resolver necesidades humanas, pero que también asfixia, especialmente la biodiversidad de nuestros mares y océanos, claves para la vida en nuestro planeta.
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La exposición invita a preguntarse si la culpa es del material en sí o también nuestra. Ya que actualmente, el esfuerzo humano radica en reciclar este material y en evitar el uso del plástico, especialmente el de un solo uso, tal como demuestra la reciente ley que prohíbe la fabricación de este tipo de objetos.
De hecho, a lo largo de la muestra hay varios puntos de participación donde el visitante se auto-cuestiona sobre sus hábitos, el uso de objetos de plástico y su implicación en la lucha contra este monstruo.
También hay espacio para la interacción, como encontrar microplásticos al colar la arena de un trozo de playa traído a la exposición. Emocionarse con el corto Birthplace y concienciarse del peligro de las islas de plástico. O pasar por un inmenso túnel de plástico hecho a partir de botellas, tuppers, bolsas, envoltorios, etc.
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Justo después de este túnel, la exposición pone el punto final con una mirada positiva. Ya que hace un repaso de diferentes propuestas, algunas muy cercanas, que trabajan en el reciclaje de plástico, piensan en iniciativas innovadoras o proponen soluciones realmente sostenibles.