El día 17 de noviembre es el Día Mundial contra el Cáncer de Páncreas (en las redes se encuentra cuantiosa información con la etiqueta del acrónimo en inglés: #WPCD). La necesidad de dedicar un día a esta enfermedad concreta es consecuencia de las evidencias que demuestran que una gran parte de la población desconoce las características de la misma, o, incluso, las funciones del propio órgano, por lo que es habitual que se organicen actividades que fomenten la divulgación de la enfermedad y acciones que promocionen la investigación en este ámbito científico. Como en muchos otros aspectos de la salud, la prevención y la detección precoz es fundamental.
Pocos días antes de esa fecha marcada en el calendario, llegaba a las librerías la novela gráfica El duelo (2022), de Paula Cheshire, publicada por Fandogamia Editorial. La autora revelación narra, en primera persona, las vicisitudes de los sucesos vividos desde el diagnóstico de cáncer de páncreas a su madre, su fallecimiento y, especialmente, el duelo posterior con el que se enfrentó a lo largo de varios meses. La sinceridad y generosidad de la autora y su talento, tanto gráfico como narrativo, facilita que el lector la acompañe a través de su proceso de duelo, sintiéndonos identificados con el mismo, aunque no hayamos realizado el mismo camino, pero comprendiendo los sentimientos que afloran en los diferentes momentos del relato.
El admirado profesor Umberto Eco (1932-2016), uno de los grandes pensadores del siglo XX, catedrático de semiótica y reconocido lector de cómics, afirmaba que «en la era de las comunicaciones, las batallas se ganan desde el receptor». El receptor (o lector, en este caso) se implicará más en los contenidos cuanto mejor recojan sus necesidades y gustos: «Sólo conectando con el cerebro emocional podemos garantizar la eficacia de las interacciones comunicativas de carácter persuasivo y seductor».
La publicidad y los medios audiovisuales tienen bastante experiencia en ello, mucho antes de profundizar en el comportamiento del cerebro humano. Probablemente, el desarrollo de las tecnologías de la información está provocando una evolución en los procesos de comunicación, en general, y del aprendizaje, en particular. El uso de los cómics como instrumentos pedagógicos en el ámbito de la formación es un activo demasiado valioso como para despreciarlo, fomentando precisamente la emoción del lector y valorando el éxito reconocido de los resultados al aplicarlo en la educación, en la sanidad o en el trabajo, en general.
En la obra El duelo se manifiestan varios de los usos pedagógicos que puede tener un cómic: como lectura completa, como recurso utilizando alguna viñeta o una o varias páginas, como generador de conocimiento (¿qué conocían del cáncer de páncreas o del duelo antes de leer esta obra?), y, finalmente, como terapia, de la propia autora al crear la obra, pero con un destello en su estilo que induce un efecto terapéutico también en el lector.
Paula García Vázquez (Pontevedra, 1993) apostó por dedicarse por completo al diseño gráfico, la ilustración y la historieta cuando el trabajo por cuenta ajena no le permitía poder contar sus propias historias o, sencillamente, desarrollar su talento. La elección del nombre artístico que escogió no es baladí: Paula Cheshire. El Gato de Cheshire (que adopta el nombre del condado de Inglaterra en Gran Bretaña, del que supuestamente procede) es un personaje de ficción recurrente en el libro Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas (Alice’s Adventures in Wonderland, 1865), de Lewis Carroll. Lo recordamos por su imagen icónica interpelando a Alicia desde la rama de un árbol, pero, sobre todo, lo recordamos por las cuestiones que plantea, actuando de una forma más lógica en momentos de desorientación y confusión de la joven, y poniendo en cuestión, a menudo, la realidad percibida.
Que a la portada de El duelo y a la de su anterior publicación, Me das ansiedad (2021), aparezca la autora delante de ella misma evoca a nuestro conflicto con nuestro mundo interior, como si del Gato de Cheshire se tratara, que nos requiere o compele para que actuemos de una forma determinada, advirtiéndonos de nuestros errores, pero, a la vez, siendo comprensivo, guiándonos e interactuando, utilizando un humor singular (quién nos conoce mejor que… nosotros mismos) que nos induce una sonrisa, aliviando la tensión de la situación narrada, y el lector lo agradece, reconociendo esa presencia y esa habilidad expositiva de la autora, que favorece que sigamos leyendo su historia.
Me das ansiedad surge en los momentos de confinamiento de la pandemia de la covid-19 en 2020, como válvula de escape. En ese caso, el proceso creativo fue muy diferente puesto que cada página es independiente y funciona como un gag en una escena surgida de la cotidianidad del día a día de un momento excepcional como el que vivimos todos en aquellos fatídicos días. El impulso de la autora de autopublicarse en una recopilación en papel de todas esas páginas creadas sería el detonante de convertirse en autónoma de su propio destino a nivel profesional, y nunca mejor dicho.
El estilo singular de Paula Cheshire permite que personas que no estén habituadas a las lecturas de cómics puedan seguir El duelo sin problemas, lo que la convierte, también, en una gran lectura para personas no habituadas al medio. La narración está realizada en primera persona y desde el punto de vista de la autora, por lo que valoramos aún más las situaciones al empatizar con ella: como ella, nosotros tampoco conocemos los síntomas, no conocemos las consecuencias del diagnóstico, no sabemos qué efectos colaterales tiene la quimioterapia y no tenemos porqué saber cómo actuar cuando una persona a la que queremos y que es muy cercana a nosotros tiene una cuenta atrás en su reloj vital.
Como ella, tampoco entendemos la frialdad con la que actúan algunos médicos, de forma insensible ante una situación traumática para el afectado y acompañantes. A esos pocos médicos les recomiendo siempre la película El Doctor (The Doctor, 1991), libremente inspirada en el libro A Taste Of My Own Medicine ([Un poco de mi propia medicina], 1988), escrito por Edward Rosenbaum. En el filme, un inhumano cirujano, interpretado por el actor William Hurt, sufría en su propia piel ese trato despiadado cuando él mismo era diagnosticado con cáncer.
Con un ejercicio de responsabilidad por parte de la autora y de la editorial, nos advierten en la contraportada y en el inicio de El duelo de que «este cómic contiene referencias a abuso de alcohol y medicamentos, trauma psicológico y muerte por enfermedad que podría afectar a algunes lectores» … es lo que pasa cuando explicas la verdad, que, a veces, no es perfecta. Aun así, la autora nos ayuda a comprender las conocidas cinco fases del duelo, propuestas por la psicóloga Elisabeth Kübler-Ross (1926-2004) en su reconocido libro Sobre la muerte y los moribundos (On Death & Dying, 1969), un modelo que todavía hoy en día es aceptado. No obstante, es conocido que las fases no se manifiestan de forma precisa, sino que varían entre las personas, pueden cambiar de orden o reaparecer, ni tienen porque sucederse una detrás de otra en su totalidad.
Esta realidad, Paula Cheshire lo explica de forma magistral y visual a modo de puzle en una página, aunque su duelo sí se expone en la novela gráfica en esas cinco fases: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Al perder a su mayor fan perdió las ganas de dibujar (interesante la forma en que expone estos síntomas que también reconocemos), y hasta de dormir. Afortunadamente, el propio dibujo del cómic le sirvió de terapia y recuperar la ilusión por la que ahora es su profesión. No la compadezcan, si quieren ayudarla, la mejor forma de hacerlo a una autora es comprar, regalar y recomendar su obra y disfrutar de su talento. Lo pueden hacer en su web (https://paulacheshire.com/), y pueden seguirla en sus redes sociales, en Instagram y Twitter. Los duelos se acaban, pero no los recuerdos de las personas estimadas que ya no están entre nosotros.