Nuestros hijos e hijas no vienen con un libro de instrucciones bajo el brazo, educar es muy complicado y es una gran responsabilidad. Según van creciendo, las relaciones con sus iguales y con el entorno se hacen cada vez más complejas, esto no quiere decir que sean peores, sino que se amplían las vías y campos de relación y acción.
Cuando escolarizamos a nuestros hijos e hijas en centros educativos se añaden a sus vidas nuevos entornos, en los cuales se relacionarán y añadirán nuevas experiencias a su vida, modificarán comportamientos adquiridos y aprenderán otros nuevos.
Una de las primeras preocupaciones que tenemos las familias, centrándonos en la socialización, es que sean aceptados en el grupo de clase y que vayan generando amistades. A esta situación se añade algo muy importante, el contexto social en el cual todo se desarrolla.
En la actualidad, el uso de los dispositivos electrónicos está a la orden del día. Durante la pandemia, además de servir como una herramienta pedagógica, facilitaron la comunicación entre las personas. Se reforzó un uso que hasta el momento se limitaba, en la mayoría de los casos, a la mensajería instantánea y alguna videollamada, pero no con la intensidad y relevancia que adquirió durante el confinamiento.
Hace unos días se ha reavivado el debate sobre el uso de los dispositivos móviles en la infancia y adolescencia. Entendiendo y respetando el miedo que puede generar el resultado de un mal uso, sí es importante considerar que su prohibición puede ser tan o más perjudicial que su mala utilización. El desconocimiento, en todos los ámbitos de la vida, genera incertidumbre y, por lo tanto, miedo y rechazo.
Es necesario saber utilizar los dispositivos digitales ya que, tanto un uso indebido como el acceso a contenido inadecuado pueden tener efectos muy negativos para la salud física, mental, psíquica, sexual y social; afectando incluso al neurodesarrollo y al aprendizaje.
El grupo de trabajo de Salud Digital del Comité de Promoción de la Salud de la Asociación Española de Pediatría ha publicado un comunicado en el que describen la importancia de la formación en la utilización de los dispositivos móviles en la infancia y adolescencia.
La FAPA ha colaborado en un estudio sobre el uso de los dispositivos móviles, US’MOV – Jóvenes y móviles en el aula – Discursos y dinámicas de prohibición, promoción e indeterminación, junto a seis universidades españolas de Cataluña, Comunidad Valenciana, Madrid y Castilla-La Mancha. El debate se centraba en el uso de los dispositivos en los centros educativos.
Las conclusiones de los debates “Posicionamiento de los agentes educativos de la Comunidad de Madrid sobre el uso de los móviles en el aula. EDUTEC 2022. Educación transformadora en un mundo digital: conectando paisajes de aprendizaje”, indicaban que las políticas de prohibición en las aulas están relacionadas con una visión negativa del dispositivo por parte del profesorado. La razón que aducían era el mal uso por parte del alumnado. Sin embargo, reconocían la utilidad de los dispositivos por la facilidad para acceder a multitud de recursos.
La Comunidad de Madrid, en el Decreto 60/2020, de 29 de julio, sobre Convivencia de los Centros Docentes describe la prohibición expresa sobre el uso de teléfonos móviles durante la jornada escolar en las aulas con una excepción: se permite su uso con fines didácticos o por razones de salud. BOCM-20200731-2.PDF.
En la línea de la prohibición se encuentra Madrid, Castilla-La Mancha y Galicia, sin embargo, otras comunidades como la Comunidad Valenciana y Aragón tienen un enfoque más flexible dirigiendo el uso de los dispositivos como un recurso educativo más que utilizar en las aulas.
La Ley Orgánica 3/2020, de 29 de diciembre, por la que se modifica la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (Lomloe) establece integrar en el Proyecto Educativo del Centro una estrategia digital. En su articulado indica los avances tecnológicos que se están produciendo en las sociedades y las consecuentes necesidades formativas del alumnado; la mejora y modernización de las propuestas pedagógicas de los docentes y la necesidad de reducir la brecha digital, fruto de desigualdades y vulnerabilidad socioeducativa del alumnado y sus familias.
El uso de los dispositivos móviles va más allá de la escuela, es un debate social, pero hay un tema del cual no se habla lo suficiente, y es la responsabilidad de las empresas que se están lucrando con aplicaciones y plataformas digitales que son la causa, en muchos casos, del uso indebido de aquellos.
Los algoritmos diseñados en estas aplicaciones, los elementos y el diseño que las diferencian, predisponen a un uso adictivo. El receptor principal a quien van dirigidas son menores de edad y, sin embargo, no existe en la mayoría de los casos información clara ni comprensible sobre quién y cómo puede usarse, contraindicaciones, límites, cómo actuar si surge algún problema, etc.
Es necesario fijar la mirada en el origen, dotar de herramientas y ampliar la cobertura de los responsables del control de estas aplicaciones, haciendo especial hincapié en la protección de la infancia y adolescencia.
La implementación de políticas sociales que se dirijan a trabajar una oferta gratuita y universal de ocio y tiempo libre para la infancia y la adolescencia, sería necesaria para ofrecer alternativas variadas y accesibles. Muchas veces nos encontramos un vacío en la oferta, sobre todo en la etapa adolescente, donde las opciones se reducen en muchos casos al consumismo puro y duro.
La gestión de emociones y el cuidado de la salud mental deben sumarse a la información y formación. Una mentalidad crítica, analítica y sana favorecerá el poder entender, asumir y solucionar las dificultades y diferentes circunstancias que vayan surgiendo a lo largo de la vida.
El uso de los dispositivos móviles nos deja dos opciones, mirar hacia otro lado o actuar. La prohibición no solucionará la situación actual, no se pueden poner puertas al campo. Actuar con responsabilidad será crucial, adaptarse ante las nuevas situaciones y avanzar al ritmo que nos marca la actualidad. Como decía Unamuno: “El progreso consiste en renovarse” o como popularmente conocemos “renovarse o morir”.