Somos una Fundación que ejercemos el periodismo en abierto, sin muros de pago. Pero no podemos hacerlo solos, como explicamos en este editorial.
¡Clica aquí y ayúdanos!
Hablamos con Carmen Rodríguez (Almería, 1966) sobre el pacto educativo, el Foro de Sevilla, del que es una de las voces más conocidas, y sobre educación e igualdad, uno de los asuntos que ha ocupado su tiempo de trabajo en la Universidad de Málaga.
¿Por qué seguimos hablando de Pacto? ¿Es viable?
No lo sé. Cuando se habla de pacto parece que se habla de algo que está más regulado administrativamente. Tal vez por eso, desde el Foro de Sevilla, le hemos llamado acuerdo social y político. Para que se vea que no es algo tan cerrado.
Se habla de pacto porque se cree que es posible ponernos de acuerdo, sobre todo para quien cree que la educación es algo técnico, y no algo en lo que influyen la política social, las ideas, a quién pensamos que va dirigida, cuál es el modelo de sociedad y, también, qué papel han de tener el Estado, la familia y el alumnado.
Para mí, para que haya pacto tiene que darse la conjunción de una ideología afín. Entiendo que hay dos modelos de escuela posible. Uno que sería el de una escuela pública, en la que el Estado trata de conseguir la equidad para todo el mundo. Y otro el de la educación como un servicio en el que nos comportamos como clientes, basado en la elección y en conseguir una rentabilidad, una eficacia. Eso supone una desigualdad y también empeoramiento de las condiciones, porque la eficacia siempre lleva a una menor inversión con un mayor rendimiento.
El otro modelo de escuela plantea algo totalmente distinto. Equidad, democracia, participación, un derecho a la educación universal… y sirve también para que haya autonomía, comprensividad, y que los alumnos desarrollen el pensamiento con libertad, con ciencia y de una forma crítica.
El acuerdo es muy difícil…
Hoy, tras la crisis y el modelo de la Lomce, hablamos de dos perspectivas muy enfrentadas entre los progresistas, tanto movimientos, organizaciones como partidos, que quieren una escuela para todo el mundo, que sea igualitaria; y el modelo neoliberal, la modernización conservadora, que plantea la derecha, que quiere que se rompa el derecho a la educación y se convierta en un derecho de mejor escuela para las familias de clase media y alta. Y que continúe la reproducción social más fuerte que nunca.
Creo que son imposibles de casar. No se puede casar la laicidad con la religión, la equidad con los conciertos… El pacto tal y como quieren diseñarlo es imposible. Nunca ha sido posible porque los acuerdos siempre han sido a base de cesiones de la izquierda.
Sí es posible una cultura más deliberativa, democrática, que no tenemos. Desde luego, lo que hace falta es un acuerdo en el que se tenga en cuenta a la sociedad y a la comunidad.
Hoy, lo de acuerdo social y político, gracias a Mareas, a Plataforma por la Escuela pública, gracias a muchos colectivos, sindicatos, Ceapa, etc., se ha puesto de manifiesto. Y creo que el documento elaborado conjuntamente por estos colectivos ha servido para que se vea que podemos acordar, que somos capaces, pero claro, dentro de un modelo.
Podemos ceder muchas cosas, pero lo que no podemos es salirnos de los límites del derecho universal a la educación.
Después de dos o tres años de mucha movilización, ahora parece que esté todo parado. ¿Volverán las movilizaciones?
Ahora con las reválidas se está montando mucho revuelo. También te digo que es por zonas. En Andalucía hubo muchas movilizaciones y ahora están muertas.
Tenemos situaciones muy duras y muy poca movilización en general. Yo creo que desde el principio. En Madrid creo la habéis notado más porque vivís de una forma más apasionada.
La situación es grave, ¿nos hemos acostumbrado?
Pensaba en los medios de comunicación y en alguna vez que me han preguntado por el estribillo este de «otra ley más», lo de la estabilidad. Esto me hace pensar en que si no quieres cambiar esto es que no quieres cambiar la Lomce. Es una cosa bastante conservadora.
Y luego otra cosa, el año pasado hubo muchas huelgas de estudiantes en Secundaria. Lo notaron mucho los institutos y sobre todo los padres, que se ponen muy en contra. Y hay quien pregunta ¿conseguimos algo con ese tipo de huelgas? Y yo siempre doy cifras sobre el número de alumnos expulsados de la universidad… Que se consiga algo, no lo sé, pero tienen razones para la protesta.
Tenemos profesores más preocupados con no saber cómo son las pruebas que con que exista un currículo estandarizado con evaluaciones externas. Hay mucha cultura conservadora que no llega a pensar qué pasa con todo esto.
Este debate entre dos formas de ver la escuela me lleva a preguntar ¿qué esperamos de la educación? ¿qué creemos que es?
En Secundaria quizá más, y en una parte de su profesorado, se mantiene una cierta tradición de currículo extensivo, una educación memorística, selectiva y competitiva dentro de la aulas.
Hay algunos profesores que ni siquiera se plantean cómo tiene que ser la educación, para qué sirve, porque aprendieron así, a los que ha oído decir, cuando han mirado el currículo estandarizado para hacer las programaciones, «anda, si viene con preguntas, ya tenemos los exámenes».
Conozco profesores fantásticos que a pesar de todo lo que está pasando tienen una fuerza increíble para hacer cosas. Y con las condiciones con las que trabajan. Pero no todos son así.
Pero no es culpa de esos profesores. Nacieron en una cultura que era así, no hubo aquí una enseñanza comprensiva nunca como en otros países. Cuando la intentó imponer la Logse, era muy pronto y estaban acostumbrados a muy pocos alumnos, muy seleccionados… y esa cultura repetitiva, de aprender las cosas como verdades cerradas, es la que sigue todavía manteniendo una parte importante del profesorado. Entre otras cosas porque tenemos un profesorado bastante mayor.
Ese es otro de los problemas, el relevo generacional.
Sí, pero lo que están aprendiendo los jóvenes docentes no es muy distinto porque el profesor de universidad es mayor también… No hemos cambiado el modelo de formación de manera importante.
Tenemos una tradición de cultura escolar que no hemos renovado, con lo que estamos cayendo en nuevos modelos que van a cargarse la escuela pública y la autonomía del profesorado.
Eso sí, nuestro sistema eduativo, quiero dejarlo claro, ha avanzado mucho y ha conseguido que tengamos tantos titulados como la media europea.
Aprovechando esto que dices de un profesorado criado en una cultura determinada, me gustaría saber tu opinión sobre la feminización de la profesión.
Las profesiones que más se feminizan tienen que ver con el cuidado, como la educación, como cada vez más la medicina o todo lo que tiene que ver con sanidad. La educación se asocia con una profesión compatible con otras labores domésticas y de cuidados que siguen en manos de las mujeres mayoritariamente. Son profesiones ligadas a la relación y el cuidado.
Y dentro de educación, en los niveles que tienen que ver con menor consideración y los puestos menos directivos. En la universidad, los peores puestos de la jerarquía son donde más mujeres hay. Y en Infantil y Primaria especialmente.
Lo que hay que feminizar es el modelo patriarcal que está en el sistema educativo, en los contenidos escolares que transmitimos… mujeres y hombres generamos ese sistema patriarcal, lo mantenemos.
Y no es ninguna ventaja que haya más mujeres, pero tampoco es una desventaja, ni mucho menos. Pero lo normal es que hombres y mujeres adquieran los mismos roles. No por ser una mujer directora va a ser mucho mejor que un hombre, aunque sea eso lo que se espera porque se les pide siempre el doble.
También tienen estilos distintos de dirección, por ejemplo.
Son historias distintas que van ligadas a la construcción social. Suelen ser estilos distintos. Se dice que a la mujer no le gusta el poder, pero si ese poder significa influir en los demás, a todo el mundo le gusta. Aunque entendemos por poder otra cosa.
¿No están interesadas las mujeres en ejercer como directoras?
Ese es el nuevo discurso. Antes era que las mujeres no podían acceder por cargas familiares. Y es verdad que la investigación dice que la mayoría de las directoras son viudas o solteras… o tienen hijos mayores…
Ahora se plantea el no acceso como un problema de falta de interés. Pero claro, también hay falta de interés por parte de los hombres de cuidar de los abuelos, o por dedicarse a tareas más domésticas… cuando compruebas en la investigaciones a qué se dedica cada cual en matrimonios pedagógicos, que son muy habituales, compruebas que ellos salen a hacer deporte los sábados por la mañana, ellas no… etc, etc… te das cuentas que más que la falta de interés, lo que es, es falta de una estructura que las acoja.
A esto se suma que las redes entre hombres son mucho mayores. E incluso hay redes en las que las mujeres aupan a los hombres. Que las mujeres refuerzan a los hombres.
Las chicas no quieren responsabilidad porque saben que no las van a votar para estos puestos, ni sus compañeras.
O sea, que no tiene nada que ver con el interés…
Yo creo que no. No te interesa lo que sabes que no vas a lograr.
Son modelos que se reproducen de manera que el poder queda en manos de los hombres porque ellos se lo conceden. Ellos se lo dan, procuran tenerlo siempre. Y las mujeres, sin embargo, tienen otras dedicaciones y responsabilidades y no tienen ningún refuerzo. Nadie las ampara.
La inseguridad se va generando por el modelo de socialización. Son cuestiones muy invisibles, difíciles de enfrentarlas.
¿El sistema educativo tiene algo que hacer? Le pedimos todo al sistema educativo.
Mucho. En esa estima que se le da a chicas y a chicos, es muy importante el sistema. Tenemos defectos muy graves de coeducación, de estereotipos, de modelos que se están transmitiendo en todo: en los contenidos, a la hora de jugar, de mandar actividades… incluso tenemos a chicas con miedo a las matemáticas. Sin embargo no lo tomamos en serio. Pregúntale a cualquier clase con 8 o 10 años, cómo se imaginan de mayores. Ya verás como todas hablan de novios.
Es lo que tienen en las series de la televisión, en los medios de comunciación, en absolutamente todo.
Por eso… al mismo tiempo que decimos que la escuela ya no tiene el monopolio del conocimiento, le exigimos que tenga el monopolio del cambio social.
No tienen el monopolio, es una institución más, pero muy importante.
En el sistema educativo, invisiblemente y por la poca relación que tenemos con los alumnos, no nos damos cuenta de muchas cosas. De cómo las chicas son la gran carne de cañón de la publicidad, del consumismo, de los medios de comunicación… ellas tienen que gustar a toda costa.
Y como a determinadas edades en la ESO lo más importante es gustar pues dejas tus claves del teléfono, por ejemplo. Y estamos viendo un rebrote muy fuerte de la violencia de género.
Parece que lo del burka está muy mal, porque hay un antiislamismo muy fuerte, y sin embargo los modelos que les exigimos a las chicas aquí es que enseñen el culo, las tetas… yo he estado quitando carteles de la facultad en donde se decía: «Dos cubatas al precio de uno. Chicas gratis», con una foto de una chica desnuda. Esto es lo que estamos vendiendo constantemente.
Se ha convertido a la mujer en un juguete, en una cosa. Lo estamos convirtiendo todo en cosas, gracias al mercantilismo.