José Luis García es doctor en Psicología y especialista en Sexología. Lleva 43 años de actividad intensa y apasionada, de los que 36 ha trabajado como tal en el Gobierno de Navarra. Ha publicado 16 libros, recibido ocho premios nacionales por su trabajo y, además, cuenta con experiencia como docente y divulgador. En la actualidad es profesor invitado de la UNAM de México e imparte un curso para postgraduados sobre efectos del consumo de pornografía en menores y educación sexual. Su último trabajo publicado es el programa “Tus hijos ven porno”, que consta de cuatro libros destinados a familias y profesionales.
¿Son comunes los casos de abuso sexual infantil en nuestro país? ¿Es un problema frecuente o es, por el contrario, excepcional?
No hay estudios suficientemente amplios y rigurosos, con muestras significativas, que señalen la prevalencia de los abusos sexuales infantiles. El propio grupo de edad ya presenta dificultades por la ley de protección de datos. La mayor parte de las veces hablamos de estimaciones, basadas sobre todo en denuncias, testimonios de profesionales… Otros trabajos hechos sobre adultos en los que informan de experiencias biográficas previas, oscilan entre un 25%-30% para mujeres y un 15%-20% para hombres que afirman haber sido víctima de algún tipo de abuso sexual. La mayoría son niñas y prácticamente la totalidad de los agresores son varones.
¿Y en el resto del mundo? Imagino que en algunos países el problema será más grave en relación con el matrimonio infantil, ¿verdad?
Lo dicho cabría generalizarlo a escala planetaria. Habrá países en los que sus características culturales y religiosas los favorecen como el matrimonio infantil que indicas, incluso otros la precariedad económica hace que puedan “venderse” los menores. Parece razonable pensar que la vulnerabilidad económica es un factor que puede contribuir a su aumento. Incluso podría hablarse de trata de menores para prostitución, pornografía o directamente abusos sexuales.
El documental exitoso de Netflix ‘Asquerosamente rico’, en el que se describe el caso Jeffrey Epstein y su implicación en diversos delitos de abusos a menores de edad, muchos de ellos vulnerables, es un buen ejemplo de esta lacra, que tienen conexiones mafiosas a nivel mundial.
Un estudio de la Comisión Europea señalaba un aumento impresionante de informes sobre abuso sexual infantil online en los países de la UE. De 23.000 informes en 2010 se ha pasado a más de 725.000 en 2019, con casi tres millones de imágenes y vídeos. Un aumento similar ha ocurrido a nivel mundial, pasando de un millón de informes en 2010 a casi 17 millones en 2019, con casi 70 millones de imágenes y vídeos.
De todas maneras, estamos ante un problema muy complejo cuya etiología es también compleja. Hay factores como el hecho de que no seamos conscientes de que niños y niñas son sujetos de derechos, o que son particularmente dependientes de los adultos, los estereotipos de género, las desigualdades sociales y las existentes entre hombres y mujeres, la tolerancia social contra la violencia… Son elementos de un contexto que pueden favorecer las agresiones sexuales.
A mí me interesa especialmente el papel que tiene el consumo de pornografía violenta en las agresiones sexuales, tema que he analizado y, a la vez, propuesto medidas concretas de cara a su prevención.
Vivimos en una cultura donde, lamentablemente, la sexualidad y la violencia han estado asociadas y casi normalizadas. Sin embargo, tenemos que afirmar cuantas veces sea posible que esta hermosa parcela de la vida, que tiene que ver con el placer, el bienestar, la salud y las emociones humanas positivas, es incompatible con la agresión, que nunca está justificada en las relaciones amorosas. En ningún caso se justifican las relaciones sexuales entre adultos y menores, que por esa razón son extraordinariamente violentas, aunque no haya agresión física.
Soy un ferviente defensor de que la sexualidad no tiene nada que ver con la agresividad ni con la violencia que están implicadas en las agresiones sexuales, la prostitución, las películas sexuales pornoviolentas y las agresiones sexuales a menores. Tolerancia cero.
Vivimos en una cultura donde, lamentablemente, la sexualidad y la violencia han estado asociadas y casi normalizadad
¿Es común que se denuncie o, por el contrario, se dan muchos más casos de los que finalmente llegan a las autoridades?
Suele aceptarse que es solo la punta del iceberg. Encontramos un cierto consenso en que los denunciados son solo el 10% de los que ocurren en la realidad, seguimos hablando de estimaciones. Un informe de Naciones Unidas indicaba que, por cada agresión sexual denunciada, habría entre 10 y 20 que se quedan sin reportar. No sería exagerado afirmar que estamos ante una pandemia, casi invisible, que se mantiene en el tiempo.
¿Existe un perfil concreto de menor que puede ser más tendente a sufrir abuso sexual? Por ejemplo, alguien que sea muy retraído, de forma que el abusador puede estar seguro de que no contará nada…
Se han sugerido diferentes rasgos como baja autoestima, escaso control familiar, abuso sexual previo, familias desestructuradas, precocidad, discapacidad, ausencia de vínculos de apego y un largo listado de factores.
Yo suelo enfatizar en la falta de una adecuada educación sexual y, en mi programa educativo “TUS HIJOS VEN PORNO”, propongo una serie de contenidos y ejercicios para desarrollar en casa de cara a la prevención de esta lacra, proponiendo que todos los niños y niñas sepan cuanto antes qué son los abusos sexuales, qué tipo de personas los cometen, qué circunstancias suelen rodear estas experiencias, los tipos de secretos y qué pautas de conducta hay que seguir posteriores al abuso sexual, entre otras cuestiones que abordamos con cuentos, libros documentales… A este programa lo he denominado “NO: ¡No quiero que me toques!”.
Los y las menores deben aprender a discriminar el trato cercano y amoroso de quienes les quieren y respetan y las diversas caricias y juegos sexuales y su intención a partir de libros, juegos, ejercicios y modelos audiovisuales. Estos aprendizajes deben incluir estrategias de conducta en las distintas interacciones, criterios de distinción entre el lenguaje verbal y el no verbal, distinción de los secretos, expresiones adecuadas, etc.
¿Qué consecuencias puede tener para la vida y el desarrollo posterior del menor haber sido objeto de abuso sexual durante la infancia?
Van a variar en función de la experiencia concreta, del chico o de la chica, de cómo la vivencia y gestiona cada cual, de la edad, del entorno familiar, del tipo de abuso, de su frecuencia, de su preparación previa, de los apoyos y ayudas que se tengan… En definitiva, de muchas variables.
Las consecuencias de los abusos sexuales pueden afectar a todas las áreas de la personalidad, de la conducta y de las relaciones, particularmente la dimensión sexual y afectiva. No es infrecuente que se contemple el suicidio, autolesiones, baja autoestima, culpabilidad lacerante y constante y puedan iniciar una escalada de conductas desadaptadas.
Se sabe que cuesta mucho gestionar y elaborar cognitivamente esa experiencia y en la mayoría de los casos nunca se denunciará ni se hablará de ello. Hay personas a las que le cuesta su tiempo tomar esa decisión. De todas maneras, con la ayuda profesional de especialistas en esta área y un entorno familiar adecuado se puede superar esa experiencia.
¿Cómo se supera esa etiqueta de “víctima de abuso infantil”?
Con la ayuda profesional adecuada y un entorno de afecto, apoyo y comprensión familiar se puede superar. Cada agencia tiene su papel en este proceso y si hay coordinación, mucho mejor. No hay que culpabilizar, intimidar, presionar… Al contrario, quererlo, creerlo y apoyarlo.
¿Cómo se detecta un caso de abuso?
Hay muchos documentos a este respecto. Por ejemplo, se consideran indicadores específicos (físicos, exploración médica, revelación de los hechos en sí, comportamientos, actitudes y conductas sexualizadas, conocimientos sexuales inapropiados…) e inespecíficos asociados a experiencias traumáticas sexuales o de otra índole. Es decir, reacciones ante experiencias de estrés que sugieren los intentos por defenderse y adaptarse a esas situaciones. Aquí el listado es grande: síntomas psicosomáticos, aislamiento, miedos, trastorno del sueño, alimentación, pérdida de control de esfínteres, trastornos emocionales varios, bajo rendimiento escolar… Todos ellos, y esto quiero enfatizarlo, deberán ser convenientemente evaluados por profesionales.
Una vez detectado, ¿dispone el Estado de los recursos tanto humanos como materiales para atender las necesidades del menor y de sus familias?
Creo que estamos lejos de una situación satisfactoria. Aunque hay algunos protocolos en muchas comunidades autónomas, todavía tenemos que disponer de mayores recursos técnicos y humanos para dar una respuesta integral a este problema y, sobre todo, falta mucho por hacer en la prevención a través de una adecuada educación sexual y afectiva. Es una asignatura pendiente en nuestro país.
¿Quién suele ejercer el abuso? ¿Suele ser una persona muy próxima al menor, tal vez un familiar?
Generalmente es una persona cercana al menor. Ya no se acepta aquello del “hombre del saco”, un desconocido que agrede. Me parece interesante destacar que el abuso sexual se desarrolla en secreto. Los violadores confían en que los y las menores estarán dispuestas a mantener un secreto y ese es un aspecto muy significativo para entender este inaceptable hecho y también una de las claves para prevenirlo. Los verdugos empiezan implicando a sus víctimas con secretos más o menos inocentes para continuar luego con secretos más relevantes.
Para desmantelar esta estrategia, tanto en la familia como en los centros escolares, es preciso hablar con ellos y ellas de qué es un secreto, que hay secretos adecuados y secretos no adecuados que causan daño. Poner ejemplos concretos y decirles que pueden confiar en ti o en algún adulto cercano.
Quien ejerce el abuso suele ser una persona muy cercana al menor
He podido leer varios casos de abuso infantil que tienen lugar en el ámbito deportivo. Vestuarios, gimnasios… ¿Se hace los suficiente desde los clubes deportivos para evitar que ocurran este tipo de situaciones? ¿Existen protocolos al respecto?
En cualquier lugar que haya niños y niñas hay riesgo de abuso. Los pederastas van a estar cerca de ellos y de ellas. Son conocidos, por ejemplo, varios casos de cuidadores que han sido descubiertos. Hay casos impactantes como el de un cuidador, profesor de inglés, que había abusado de más de 1.000 niños. Dentro de la Iglesia, ha habido muchos curas implicados, y sus superiores sabedores de lo ocurrido, de los que solo algunas excepciones han sido denunciadas. El libro Todo lo que necesita ser dicho de Fernando Delgado, ilustra esta problemática. En los abusos a menores hay una relación asimétrica de poder, de la que el adulto se vale para someter al/ la pequeño/a.
También hay que decir que es fácil engañar a un niño/a, que cree todo tipo de cuentos como que los Reyes Magos o el Ratoncito Pérez existen, en particular si el agresor tiene un vínculo de afecto con él. Desde la clínica nos hemos encontrado algunos casos que lo reflejan: “Si me hace esto, no debe ser malo porque me quiere”.
¿Cuál es la mejor forma de prevenir y abordar estos casos de abuso sexual infantil? ¿Será útil a este respecto la nueva ley de protección integral a la infancia?
Espero que sea así, aunque habrá que dotarla de medios suficientes y que no quede en papel mojado. Además de las leyes contundentes, cosa que no existe ahora, se necesitan muchos recursos técnicos y humanos de prevención. De todos modos, sabemos que la ley, por sí sola, es insuficiente. Y aunque repugne también hay que pensar en la rehabilitación de los agresores.
¿Qué papel juega la escuela y, en concreto, la educación sexual en cuanto a la prevención del abuso sexual infantil?
Fundamental. Por ejemplo, en la familia, todos los niños y niñas deben saber cuanto antes que su cuerpo es hermoso, que es suyo y que nadie debe tocarlo sin su consentimiento. Este conocimiento se debe transmitir desde muy pequeños, cuando les bañas, por ejemplo, nombrando las diferentes partes de su cuerpo, enseñándoles su propiedad sobre ellas y cuáles no pueden permitir que nadie toque.
¿Qué consecuencias existen para el abusador a nivel legal? ¿Cuáles son las penas?
El delito de abusos y agresiones sexuales a menores está tipificado en nuestro ordenamiento en los artículos 181 y 183 del Código Penal, además de otras ordenanzas, y establece que aquel que realizare prácticas de carácter sexual con un menor de dieciséis años puede ser castigado con una pena de prisión de dos a seis años. Luego hay una serie de agravantes como, por ejemplo, la discapacidad. Creo que hay muchas personas que tienen la idea de que hay una cierta impunidad y que los abusadores no reciben el castigo que corresponde al daño infringido.
¿Ha afectado el coronavirus de alguna forma a los casos de abuso sexual infantil?
Parece ser que sí, al menos en informaciones de medios de comunicación, aunque no tengo datos fehacientes del incremento de los casos antes y durante la pandemia. Pero si hemos dicho que el agresor es cercano, imagínate convivir con él durante meses… Horrible.
La escuela y la educación sexual son fundamentales en materia de prevención del abuso sexual infantil
¿Qué iniciativas, públicas y privadas, destacan en la actualidad para abordar la compleja problemática del abuso sexual infantil en nuestro país?
La mayoría de las comunidades autónomas tienen protocolos de actuación. En mi opinión siguen siendo insuficientes, en particular como he dicho lo referido a los programas de prevención a partir de la educación sexual y afectiva. Te recuerdo que todavía estamos discutiendo la oportunidad o no de ese invento maquiavélico del pin parental.
Hay diferentes normativas como, por ejemplo, el III Plan contra la explotación sexual de la infancia y la adolescencia 2010–2013 del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad.
¿Qué papel juegan las redes sociales en este tema?
Podría decirse que las redes sociales, y algunas plataformas concretas como Instagram, Tiktok, o determinados videojuegos o webs, son un caldo de cultivo ideal para pedófilos y pederastas, con estrategias diferente: hacerse pasar por menores, hacer sexting y, a partir de ese momento, manipular, amenazar y extorsionar con el fin de tenerlo “cogido” y acceder a él. Las familias deberían tener un conocimiento mayor acerca de estas aplicaciones, capacitar a sus hijos e hijas y supervisar los accesos a las redes. Lo que está ocurriendo es muy grave.
Hay dos hechos recientes, como botón de muestra, que nos deben hacer reflexionar. El primero, la detención de 34 menores españoles por intercambiar material pornográfico extremo: violaciones de bebés y de niñas de solo dos años. El segundo, dos menores graban y difunden en Internet como divertimento y para conseguir likes la violación de un joven a una niña de 6 años. Me gustaría que el lector de esta entrevista meditara sobre el origen y el alcance de estos hechos.
A mí me parece que la asociación entre violencia y sexualidad es un elemento a tener muy en cuenta. Asociación que se ofrece en las películas porno y en la pornografía infantil, cuyo consumo está normalizado en el mundo entero.
En mi opinión la sociedad todavía no reconoce este grave problema y ha decidido dejar la educación sexual y afectiva de sus menores en brazos del porno violento. Esto tendrá consecuencias importantes en la generación de adultos futura que yo he analizado y denomino “generación de niños y niñas pornográficos”.