«Fueron con mucha ilusión y volvieron con más». Elena García es asesora de formación del centro de profesorado de Oviedo. Hace unas semanas viajó a la comunidad vecina, junto con otras 23 personas más (directoras de centro, coordinadoras de bibliotecas, otras asesoras de formación…) para conocer de primera mano la experiencia en tres colegios de la provincia de Pontevedra.
El viaje se hizo gracias a los fondos de los planes PROA+ y a sus actividades palanca dedicadas a bibliotecas escolares y formación. Un puñado de días para conocer a fondo tres bibliotecas y sus centros (o viceversa), con sus ricos fondos documentales, sus talleres, estudios de radio y televisión, rincones de ciencias y robótica… la lista es larga y cuando uno escucha a sus protagonistas parece escuchar hablar a docentes escandinavos en los puestos de cabeza de PISA. Pero no.
«Una pasada de experiencia poder compartir y ver cómo se realizan estos proyectos de biblioteca en Galicia». María Jesús López es maestra de infantil y la coordinadora de la biblioteca de su centro, un colegio en el rural asturiano al que acuden 200 niñas y niños.
Ella, junto a docentes de otros 13 colegios de Asturias acudieron al viaje gracias al PROA y a la formación que estaban recibiendo en ese momento de la mano de Rosa Piquín, formadora en la Universidad de Oviedo e histórica de las bibliotecas, además, de impulsora de los proyectos documentales integrados (PDI). Todas las personas con las que hablamos para este reportaje la nombran con no poco agradecimiento y admiración por su labor.
Los 14 centros asturianos se encuentran en diferentes momentos de la transformación de sus bibliotecas escolares. Espacios con mayor o menor recorrido que se encuentran en proceso de cambio para ser motor de sus centros educativos.
María Jesús cuenta que su biblioteca escolar (BE) siempre fue un lugar importante para el centro pero más desde el punto de vista del préstamo de libros. Ahora quieren ir un paso más allá. «Aquí la BE no partía de cero, siempre estuvo en el centro. Pero ahora queremos transformar el concepto en línea a cómo lo están desarrollando en otras comunidades».
Nuria Peláez es la directora del CP del pueblo de Belmonte; un centro con 51 estudiantes de infantil y primaria en el que solo ella y otra compañera tienen plaza definitiva. Tienen la BE cerrada porque el ayuntamiento está haciendo una obra de remodelación. En su caso, llevan años dándole también importancia, pero buena parte del trabajo se había trasladado fuera de este espacio para tener un bibliopatio o para tener bibliotecas de aula. Ahora quieren volver a centralizar la actividad en la BE y dotarla de más recursos.
En su cole trabajan sin libros de texto, de manera que tienen rincones de lectura con libros informativos para que el alumnado tenga acceso a la información necesaria para seguir el currículo.
«Lo que traemos se lo contaremos a todo el claustro para contagiarle y poder continuar y especialmente a esa persona que coordina la biblioteca», explica Peláez.
Al mismo tiempo, para el profesorado que acoge a quienes llegan de fuera estas situaciones son interesantes para poder hacer balance y evaluación de sus propios procesos de transformación. Lo comenta Francisco Díez, miembro de la Asesoría del PlamBe y lo corrobora Rafael Sánchez, maestro especialista en música, coordinador de biblioteca y director del CEIP A Lama, uno de los visitados.
“En este centro, explica, que es un centro pequeño, cambiamos alrededor del 50 % del claustro cada año, gente que viene por uno o dos años y que aterriza aquí y se encuentra con todo esto. Y esto (la BE) costó mucho. Ponerlo en valor delante del profesorado y tener la oportunidad de, mientras se lo estás contando a alguien que viene de fuera, invitar al profesorado a que participe y sean acogedores y que se sientan partícipes de enseñar a los que vienen de fuera. Muchas veces, en estas charlas a los que vienen de fuera, se están enterando de todo el recorrido de estos 15 años. El otro día, tres o cuatro compañeras vieron por primera vez fotos de cómo estaba la biblioteca hace 15 años y cómo fuimos llegando a esto”.
Lo visto
«A nivel personal y como colegio siempre te vienes con muchas ideas para poder aplicar en el centro, al menos, las que veas más viables», explica María Jesús López.
El «problema» de ir a Galicia a coger ideas es que son punta de lanza. Según cuenta Paulo Nogueira, director de la escuela de Meaño, una de las tres que han visitado desde Asturias, han recibido visitas de docentes de diferentes países como Alemania o Finlandia, además de una delegación de la Fundación Bofill que intenta desarrollar un programa de formación y transformación de BE en Cataluña.
Lo que más sorprendió a María Jesús es «el apoyo tan grande que tienen desde la Consellería con la creación del equipo de asesoramiento que tira tanto de ese proyecto. Tienen un nivel de financiación enorme. Es lo que más vi, la cantidad de recursos a la que puede optar tanto tecnológicos como de espacio, mobiliario, libros… es exagerado».
Pero, más allá de los recursos económicos, que son muchos, y el hecho de que el programa de de BE de Galicia lleve dos décadas en funcionamiento, hay otros aprendizajes muy necesarios que obtener de las y los compañeros gallegos. «Ir y ver nuevas experiencias es muy enriquecedor, muy importante», explica Nuria. «Es fundamental el visitar los centros, que comparta el profesor, que te cuenten qué funciona, lo que no les funcionó y tuvieron que cambiar. Simplemente ver cómo organizan la BE y en el horario. Te sirve mucho más de lo que parece».
En este sentido, María Jesús habla de «coger lo que se adapta más a tu centro y lo que funciona». En su caso, el viaje sirvió para «corroborar los espacios y ver cómo los tenemos distribuidos aquí y ver cómo echar a funcionar la BE para que esté al servicio del currículo y de las personas que trabajamos aquí, y del alumnado».
Nuria insiste, «ya solo ver cómo se organizan para que el espacio se aproveche bien, que vaya pasando todo el profesorado desde todas las aulas y especialidades, ya es muy interesante».
Elena García explica: «Nos interesó lo pedagógico: vínculo del centro y la BE y esta como eje vertebrador de los centros». «Han aprendido mucho, vienen con muchas ideas para desarrollar en sus BE. Han compartido experiencias entre ellas, y con los de allí».
Por supuesto, más allá de los talleres, de la robótica, los estudios de radio y televisión y, por supuesto, un buen fondo documental, las maestras hablan también de cómo los centros gallegos abren el espacio de la BE durante los recreos para que el alumnado lea o juegue con los juegos de mesa. Hablan de los espacios creativos, de la música o los talleres de tela. «Parecíamos japoneses haciendo fotos de las bibliotecas», bromea Nuria.
«Te llaman la atención aquellos espacios tan cuidados, tan maravillosos», cierra esta directora.
El impacto
Coger ideas, preguntar cómo organizar tus recursos para que la BE funcione y sea centro documental y motor de aprendizaje es el núcleo de la experiencia de viajar fuera de tu centro para visitar otras experiencias punteras en la comunidad vecina. Pero tiene consecuencias.
La creación de redes de centros que quieren colaborar con sus proyectos de BE es, tal vez, la más importante. Cada quien se ha vuelto con ideas para su colegio. Todos ellos, como participantes en el PROA+ tienes sus dificultades, muchas de ellas debidas a su condición de ruralidad, más allá de las necesidades educativas de su alumnado.
Pero independientemente de esto, la inquietud por transformar la BE es común, como lo son las ganas de colaborar entre sí. «Crear una red entre estos centros y sus BE para que podamos hacer proyectos en común es muy importante», opina María Jesús.
Según ella lo ve, «aunque cada una tiene sus ideas» en relación a la biblioteca, «si se trabaja en equipo, yo creo que todo sale mucho mejor. Es importante crearnos una pequeña red de bibliotecas, sobre todo por zonas». Ella ya está sembrando con dos o tres compañeras cercanas a su centro.
En su caso hablan de crear una red de tres colegios cercanos para compartir formación y visitas a las bibliotecas con lo que se «refuerzan el proyecto y los lazos. Al final se trata de hacer comunidad, de BE y de personas. Y que los niños también lo vean».
Nuria coincide. En el viaje ha conocido a otras compañeras que no conocía y «compartes y te vienes pensando en visitar sus colegios». «Establecer redes es fundamental», asegura; como lo es acercarte a otros centros y BE para tomar ideas.
Entre estas ideas, tanto Nuria como María Jesús hablan de la importancia de hacer formación con y para las familias. Por ejemplo, Nuria explica que tienen escuela de padres en su colegio y quieren hacerla dentro de la biblioteca cuando la tengan terminada, además, cuenta, quieren transmitir toda la formación que están recibiendo en el centro y en el viaje a las familias «y contagiarlas un poco».
Lorena Rey Quiroga es también maestra y coordinadora de BE, pero en Galicia. Su centro ha sido uno de los visitados en este viaje. Ella habla de la importancia de la formación en el proceso de poner en marcha la transformación de su biblioteca, «pero no solo para profes, es fundamenta para los niños. Nosotros a principio de curso, los días que no tenemos clase es formación. Yo doy la charla al claustros, y cuando llega un interino por alguna sustitución, se para una hora conmigo haciendo formación».
También tenemos formación a usuarios, al alumnado y a las familias. Con los niños ahora va más rodado porque los de 6º forman a los de 5º que son los nuevos voluntarios (de la biblioteca). Esto se hace entre septiembre y octubre». Y, además, ella tiene una o dos horas de formación con cada clase del centro.
Y con las familias tiene una hora al inicio de curso, el Día de las Familias, y «una vez al trimestre convoco reunión». Normalmente se anima bastante gente. Y hacemos formaciones de otras cosas con las familias como disciplina positiva, alimentación saludable… «Una o dos veces al mes hacemos cosas con los padres por la tarde», explica.
Además, en su pequeño colegio, están acostumbrados, como se ha hecho toda la vida en el pueblo, a realizar trabajos comunitarios. En su zona se llaman sestaferias, como en otras se llaman hacenderas, obrerizas, andechas, auzolanes. Esperan involucrar a algunas de las familias para realizar construir, dentro del nuevo espacio, un atelier en el que poder hacer diferentes talleres, como el de madera.
La formación, más allá e la propia visita a Galicia, es fundamental para proyectos como estos. «Necesitas adaptarte, mejorar, descubrir. Tienes tus metodologías, tus ideas, gestionas… pero, al final, siempre necesitas una formación que te ayude a ampliar, a descubrir nuevas formas de hacer», explica María Jesús.
Esta maestra también comenta lo importante que sería poder tener tiempos y espacios para compartir con sus compañeras del claustro sus acciones en el aula, para aprender unas de otras de aquello que les funciona y aquello que no.
Hacer piña
Las dos maestras asturianas con las que hablamos trabajan en centros en los que, aunque la dirección mira con cariño a la BE y apoya sus esfuerzos, tienen sus dificultades. La primera, la movilidad de un profesorado que en el rural dura poco tiempo y cómo esto es uno de los puntos importantes para poder construir proyectos duraderos de biblioteca en sus coles.
En el de María Jesús, por ejemplo, han conseguido crear diferentes comisiones para que el trabajo de gestión de los diferentes espacios de la BE no recaiga solo en las dos personas que la coordinan. «Nos vino muy bien para poner este orden y que todo el mundo se uniera a la nueva BE, no solo las coordinadoras», explica. «El equipo directivo tomó la determinación que todo el mundo participase en la transformación. Si ves que es tuyo que es de todos y estás formando parte del proceso, al final lo usarás».
«Convencer» al resto del claustro de la potencia de la biblioteca es clave para que estos proyectos de transformación se perpetúen. En Galicia, por ejemplo, hay una votación y el 60 % del profesorado debe estar de acuerdo con la entrada en el PlamBe.
Nuria habla de que cada inicio de curso hacen formación con quienes vienen de nuevas aunque, comenta, ya mucha gente que llega al colegio sabe lo que se va a encontrar. De esta manera «es más fácil que lo conviertas en cultura de centro». «Es tan diferente trabajar así, enriquecedor y duro, a la vez».