El PLAMBE llega a la friolera del 85 % de los colegios gallegos, aunque no con la misma intensidad en todos ellos. Hay diferentes grados de implicación que, por supuesto, suponen más o menos recursos materiales para la puesta en marcha y mantenimiento de los proyectos.
Hablamos con las personas responsables de tres de estos proyectos. Todos en centros pequeños, en poblaciones rurales, con una energía y unos recursos difíciles de comparar.
“La biblioteca tiene que ser el motor del cole o al revés”, explica Magoia Bodega, coordinadora de la BE de su centro. Paulo Nogueira es su compañero, director del CEIP As Covas, en Meaño. Explica que llevan ocho años haciendo este viaje de transformación educativa y ya es complicado saber qué fue antes, la biblioteca o el proyecto educativo. En cualquier caso, parece que ambos se han enriquecido mutuamente.
Paulo comenta que entraron en una de las primeras convocatorias del programa LIA2, entre otras cosas, porque tenían una base en trabajo por proyectos e interdisciplinariedad.
Entraron, explica el director, sin saber muy bien a qué, y cuando preguntaron, dice, “la respuesta de Cristina Novoa fue: ‘Soñad la biblioteca que os gustaría tener’. Y es lo que hicimos”.
Para Magoia, la biblioteca, además de ser un espacio bonito en el que estar, es “el lugar principal de aprendizaje, donde tenemos muchos recursos que fomentan y atraen para aprender”.
Lorena Rey es la responsable de otra de las bibliotecas por las que “paseamos”. En el CEIP bilingüe de Chancelas (en Combarro). Ellas llevan siete años en el proyecto. Se me metieron a probar y desde que lo hicieron “fue un poco el motor de cambio de la metodología” que se usaba en el centro. Por ejemplo, comenzaron con métodos más activos, eliminaron los libros de texto, probaron cosas nuevas metodologías en matemáticas.
Rafael Sánchez lleva 15 años en su centro el CEIP A Lama, que ahora dirige. Venía a dar clases de música y le pidieron que se ocupara de la biblioteca. No ha soltado, prácticamente, la responsabilidad de este espacio.
Cuando empezó, explica, la biblioteca era “muy precaria, anticuada y totalmente carente de recursos, muy deficiente”. Más de una década después de que entrase en el proyecto, su biblioteca tiene teleprompter, hacen podcast, cortos de stop motion, tienen emisora de radio, hacen doblajes de películas… Han roto paredes y unificado espacios, comprado una impresora 3D, estanterías con juegos educativos… y libros, por supuesto, tienen libros.
El colegio de Rafael lleva años promoviendo la lectura, al punto de que han sido ganadores de varios premios, entre ellos, en 2011 el de buenas prácticas de bibliotecas que concedía el Ministerio de Educación, o la obtención del sello leer.es.
Motivos para el cambio
El cambio en la biblioteca suele ser porque se busca un cambio más profundo de las dinámicas en los centros. Esto es lo que el equipo al que pertenecía Lorena Rey les pasó. Decidieron comenzar con la BE y poco a poco con el resto del centro. Esto supuso, entre otras cosas, que algunos docentes buscaran destinos diferentes. “Ahora ya tenemos a todos definitivos, que también es importante”, explica.
Es un proceso que relatan también Magoaia, Paulo y Rafael. La biblioteca dispara una transformación en las prácticas convencionales del profesorado que terminan decantando el claustro.
Una de las herramientas que utilizan muchas bibliotecas escolares en Galicia y que ha supuesto cambios importantes en las dinámicas son los Proyectos Documentales Integrados (PDI). La idea es que un proyecto de investigación movilice a las personas hacia el aprendizaje; este se realizará utilizando las diversas fuentes que la biblioteca pone a disposición de todo el alumnado y, finalmente, será integrado porque ocupará la energía de todo el centro.
Otro punto en común, o casi, es el abandono paulatino del libro de texto como recurso fundamental del aprendizaje. Para Magoia este paso supone “que el alumnado adquiere mejores resultados”, al tiempo que cambia por completo su motivación y la del propio claustro.
La eliminación vino acompañada de formación. “Cuando dejamos los libros de las lenguas vino personal al centro para formarnos en lenguas. En cuanto dejamos los de ciencias, vino personal especializado para ver cómo las podíamos afrontar”, explica la responsable de la biblioteca.
En el centro que dirige Rafael, sin embargo, “tenemos libro de texto en algunas asignaturas, pero no lo tenemos en todas y tampoco en todos los cursos”.
Lorena explica que fueron muy despacio, desde los primeros cursos de primaria, en algunas materias. El profesorado más reticente que se iba yendo dejaba el hueco para que se quitasen otros libros en otros cursos. Primero fueron las lenguas, luego los de matemáticas y, después, el resto, explica. Pero “fue muy poco a poco”, aclara.
El proceso de eliminación de los libros en el colegio de Meaño comenzó de la mano de la orientadora que insistió en la necesidad de mejorar la comprensión lectora y escrita. La retirada de los libros de texto obligó a toda la comunidad a escribir mucho más y “también a leer tipologías textuales más diversas”, explica Magoia. “A partir de ahí hubo una mejora considerable”.
El aprendizaje activo, en grupos heterogéneos, es otra característica. Las bibliotecas escolares de Galicia tienen diferentes rincones o espacios en los que chicas y chicos desarrollan labores diversas. Desde robótica y taller maker hasta radio y televisión.
En el colegio de Lorena desarrollan, una vez a la semana, talleres con hasta tres grupos de chavales. Por ejemplo, juntan a 1º, 2º y 3º, mezclan a sus estudiantes para hacer hasta seis grupos heterogéneos de unas 10 personas. Cada uno, asistido por otros tantos docentes (las tutoras y los especialistas) se dirigirán en ese momento a sus respectivos espacios para hacer el taller en cuestión.
Un mismo docente imparte, durante tres sesiones de dos horas, el taller. Después, el grupo cambia mientras el maestro volverá a impartir su taller al grupo que aparezca en su puerta. Talleres de yoga (para los pequeños), de televisión, radio, alimentación, filosofía, lógica y pensamiento crítico (para los más mayores). Durante sus seis años de escolarización en primaria recibirán esta formación constantemente.
En infantil también se hacen, más adaptados a las criaturas: autonomía, matemáticas, artistas, músicos… también de literatura, en el que leen un libro y producen textos. A final de curso, además, tienen un encuentro con el o la autora.
En el centro de Paulo y Magoia, como en el Lorena, “ha habido profesorado que ha abandonado el colegio por discrepancias con el proyecto educativo sin ofrecer ninguna alternativa más allá de la discrepancia o la queja”, explica Paulo.
Afrontar los cambios que parecen llevar aparejadas las bibliotecas escolares, a veces es imposible. En todos los colegios, estos cambios, explican, fueron graduales. Por ejemplo, Paulo no obligó a la eliminación de los libros; esta vino tras una cierta cantidad de formación, un aumento de la seguridad y cuando el docente lo tuvo claro. En cualquier caso, “es un proceso doloroso, el de estar con compañeros día a día, explicando el proyecto y viendo que no fluye”, explica el director.
Recursos
Con el tiempo, además de haber podido estabilizar el claustro, algo que siempre es muy positivo para cualquier actividad a medio plazo que se plantee, quienes llegan como interinas saben a lo que van, han elegido los centros por sus modelos pedagógicos.
Además de la formación, y la estabilidad del profesorado, otro elemento es clave en las bibliotecas escolares gallegas. La inversión económica que la Xunta realiza cada año. Paulo comenta que pueden llegar entre 1.500 y 2.000 euros a cada centro y que luego, a base de participar en otras convocatorias o premios, pueden alcanzar los tres o 4.000 euros de inversión en la biblioteca, en su fondo documental, en los talleres…
El Plan de Mejora tiene previstas varias actividades a las que solo puedes optar si entras en el programa. Dichas actividades llevan aparejada una cierta inversión en equipos y formación para poder trabajar en el centro.
Desde programas de programación y robótica a trabajo con impresoras 3D o de radio, televisión, etc. Modelos de bibliotecas, explica Rafael, “que no dejan a un lado el tema de los libros, pero que incorporan múltiples alfabetizaciones al mundo de la biblioteca y es lo que hemos hecho nosotros”.
Sánchez también explica otro de los programas de la administración educativa, llamado Plan LIA. Consiste en que la Xunta te ofrece la oportunidad de soñar con el siguiente salto para tu biblioteca escolar. Cuando ha observado que las cosas funcionan.
De este programa nació lo que es hoy la biblioteca del Lama, con 300 metros cuadrados para 100 estudiantes. Un espacio central con los libros de consulta y con espacios independientes para radio, para creación audiovisual, de robótica, de construcción… Trabajan con juegos educativos, sesiones en estaciones de aprendizaje… Contaron con 55.000 euros adicionales para poder dejar la biblioteca como está hoy día.
La inversión económica es un punto importantísimo para que el proyecto de bibliotecas en Galicia tenga el recorrido que tiene. Como lo es el esfuerzo formativo que se hace para que el profesorado esté siempre mejorando sus prácticas alrededor de este espacio.
Pero el proyecto de biblioteca, que en definitiva es un proyecto de transformación del centro educativo, supone un punto de ilusión. “La BE está solicitadísima por todo el profesorado y por el alumnado porque está muy dotada de todo lo que facilita el aprendizaje y de forma lúdica” dice Magoia quien explica que “el proyecto de escuela y la BE es algo que nos apasiona a bastantes del claustro; nos ilusiona nuestro día a día y en el que estamos invirtiendo muchas horas”.